miércoles, 25 de septiembre de 2024

Los riesgos improbables, pero no imposibles, de la economía mundial



IV edición del Observatorio Económico Mapfre y El Confidencial.



Algunos signos actuales, como la concentración en los mercados y el endeudamiento excesivo, podrían ser indicativos de la inminente materialización de un 'cisne negro'




Ruptura del euro, un impago en Estados Unidos… En el análisis de la coyuntura y la prospección no solo nos enfocamos en lo más probable que pueda ocurrir y en cómo esto afectará a las principales variables macroeconómicas en nuestro escenario central, sino que también consideramos escenarios alternativos menos probables, pero que podría llegar a suceder si se materializan riesgos que llamamos de cola, es decir poco frecuentes, pero con consecuencias significativas.

A continuación, se presentan algunos de estos riesgos, improbables, pero posibles, que podrían dar lugar a realidades muy diferentes a lo que pensamos en general y para lo que deberíamos estar preparados.

Una de ellas es la ruptura del euro, un riesgo que recuerda la Eurocrisis de 2011-2013. Aunque actualmente este escenario parece lejano, no es imposible. Si se repitieran circunstancias similares, como un casi impago soberano de un país de la Eurozona que pudiera contagiar a otros y desestabilizar el sistema financiero, el impacto sería devastador. Un retorno a las monedas nacionales supondría, por ejemplo, una devaluación aproximada del 30% en la mayoría de ellas. A pesar de las mejoras en la arquitectura regulatoria y la estabilidad fiscal, este riesgo sigue latente.

Otro riesgo improbable, pero no imposible, es el default de Estados Unidos. Con un déficit primario cercano al 7 % y una deuda pública superior al 135 % del PIB, la sostenibilidad fiscal del país está bajo presión. Aunque EEUU ha podido manejar su deuda gracias a su denominación en dólares, un cambio en la percepción de su solvencia podría disparar los intereses exigidos por el mercado y llevar a una crisis soberana. En un contexto donde grandes tenedores de deuda estadounidense, como China y Arabia Saudita, podrían ejercer presión, la situación es preocupante.

El dólar también enfrenta un desafío potencial: dejar de ser la moneda de reserva global. Aunque su hegemonía parece sólida, el fortalecimiento de otras monedas como el euro y el yuan, junto con la diversificación de acuerdos comerciales, podría erosionar su dominio. Si bien este proceso sería gradual, ya ha comenzado desde la desaparición del sistema de Bretton Woods y la desvinculación del dólar del oro.

Por otro lado, Europa enfrenta presiones crecientes para incrementar su gasto en defensa, especialmente en su contribución a la OTAN. Si EEUU redujera su participación en la organización, Europa se vería obligada a asumir un mayor peso financiero, lo que podría generar un impacto económico significativo. Incluso si la Unión Europea decide aumentar su contribución al 2 % del PIB, el choque sería notable, mientras que EE. UU. podría beneficiarse en el corto plazo.

En un mundo interconectado y en rápida evolución, las posibilidades de que alguno de estos escenarios se materialice no son imposibles

Los eventos inesperados, conocidos como cisnes negros, representan otro riesgo. Estos eventos, altamente improbables, pero con efectos disruptivos, no pueden predecirse con precisión, pero es probable que ocurran en un mundo globalizado y en constante cambio. Algunos signos actuales, como los riesgos de concentración en los mercados y el endeudamiento excesivo, podrían ser indicativos de la inminente materialización de un cisne negro.

Finalmente, la creciente fragmentación geopolítica global, a menudo llamada Guerra Fría 2.0, podría dividir el mundo en bloques económicos y políticos en competencia. Un bloque occidental liderado por EEUU y la UE, y un bloque oriental encabezado por China y Rusia, alterarían las relaciones económicas, restringiendo el comercio y la tecnología, y fragmentando instituciones internacionales clave. Esta división podría frenar el crecimiento global, aumentar el gasto militar y afectar negativamente el comercio y la innovación.

Aunque estos seis riesgos son improbables, no deben descartarse por completo. En un mundo interconectado y en rápida evolución, las posibilidades de que alguno de estos escenarios se materialice no son imposibles, y sus consecuencias podrían ser profundas tanto para la economía global como para las finanzas internacionales.