Ancianos cruzando un puente en Shanghái
Efe
Tras años de rigurosa política de hijo único, el gobierno chino ahora promueve programas de ayudas para nuevos padres y así estimular la natalidad
Antes de que termine este año, en las ciudades de China habrá más mascotas que niños de cuatro años o menos. En apenas cinco años, el número de mascotas en las zonas urbanas habrá duplicado al número de niños pequeños en todo el país. Aunque estas cifras de perros y, sobre todo, de gatos domésticos, seguirán muy lejos si se comparan con la previsión de personas mayores de 60 años, que rondarán en torno a las 400 millones para 2035.
El banco de inversión Goldman Sachs recogía estos datos en un informe publicado en verano que bebía de una investigación sobre la creciente demanda en China de alimentos para mascotas. La conclusión era clara: a la segunda economía mundial, que envejece a un ritmo preocupante, le urge un baby boom, pero ahora muchos jóvenes prefieren animales antes que niños. A su vez, la fuerza laboral se va reduciendo y la esperanza de vida aumentando.
Un cóctel demográfico explosivo que está provocando muchos dolores de cabeza a los funcionarios que trabajan en los organismos de planificación familiar y que todavía no dan con la tecla para darle la vuelta a la crisis.
El Gobierno que durante casi 40 años ha obligado a varias generaciones a cumplir con la rigurosa política de un solo hijo, que fue lo que empujó a una caída drástica en el número de nacimientos, ahora lanza continuamente campañas y programas de ayudas dirigidos a los nuevos padres, desde beneficios fiscales y subsidios para la vivienda, hasta la ampliación de la licencia de maternidad.
En la última década, los líderes chinos han ido relajado gradualmente las restricciones en torno a la política del hijo único, permitiendo que las familias tengan dos en 2016 y dando la bienvenida a las familias numerosas a partir de 2021.
Pero estas medidas no están funcionando como se esperaba, sobre todo en las grandes ciudades, donde los jóvenes retrasan cada vez más la idea de ser padres para apostar por su carrera profesional. Las tasas de natalidad han disminuido significativamente: en 2016, hubo 17,86 millones de nacimientos. En 2023, apenas fueron 9,02 millones, la cifra más baja desde que hay registros.
Para abordar el frente de la pérdida de fuerza laboral activa, el máximo órgano legislativo aprobó la semana pasada una ley para aumentar gradualmente, hasta 2040, la edad legal de jubilación: tres años más para los hombres, hasta los 63 años, cinco más para las mujeres que trabajan en fábricas, de 50 a 55, y tres años para las que lo hace en empleos administrativos, de 55 a 58.
Un análisis publicado en The Economist sobre el envejecimiento de la potencia asiática brindaba un apunte interesante: China no es ni mucho menos el único país que se enfrenta a un declive demográfico, pero tiene una ventaja respecto a otras grandes economías: el gobierno autocrático de Pekín no necesita atender a los votantes de edad avanzada, cuya influencia electoral a menudo distorsiona la política en muchas democracias. Por lo tanto, a los funcionarios chinos no les va a temblar el pulso a la hora de ejecutar medidas poco populares, como es el caso de subir la edad de jubilación.
Esta esperada reforma busca aliviar la extrema presión actual sobre el las pensiones. Ya en 2019, la Academia China de Ciencias Sociales, una institución estatal con mucha influencia en el Gobierno, alertó que el sistema de pensiones se quedaría sin dinero en 2035, y que por ello era urgente aumentar la edad de jubilación.
"El crecimiento económico de China está impulsado por la combinación eficaz de trabajo y capital para generar servicios o productos. Esto requiere un tamaño de población constante o en aumento. Con su población en descenso en estos momentos, China necesitaría aumentar su productividad per cápita para sostener el crecimiento económico", explica el economista José Caballero, investigador del Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial (IMD).
En China viven alrededor de 300 millones de personas mayores de 60 años (el último dato exacto oficial es de 296 millones en 2023, el 21% del total de la población). Hace dos décadas, eran poco más de 125 millones. Se estima que más de una cuarta parte de la población de China tendrá más de 60 años en 2040. El desarrollo del país, junto con el apoyo de un sistema médico básico que alcanza prácticamente todos los rincones, ha aumentado significativamente la esperanza de vida: de 44 años a principios de la década de 1960, a 78 años en 2021.
La explosión económica tras los años de reformas y políticas aperturistas empujó a un éxodo rural hacia las ciudades y nuevas zonas industriales. Pero ahora los que se quedaron en el mundo rural, los padres de estos trabajadores, han envejecido y muchos de ellos no tienen a nadie que los cuide. La tradición marca que son los hijos los que se tienen que hacer cargo de sus padres ancianos. Pero estos ahora no pueden mantener su nivel de vida, financiar una buena educación a sus hijos en ciudades cada vez más caras y ultra competitivas, a la vez que suman el gasto de meter a sus padres en casa.
"A medida que aumenta la dependencia de los ancianos de sus hijos, es probable que disminuyan los niveles de consumo, ahorro e inversión de los hogares, lo que a su vez afecta negativamente la salud general de la economía", señala Caballero.
Según datos oficiales, entre 2020 y 2023, la financiación de los servicios de atención a personas mayores aumentó casi un 70%. El negocio de las residencias de ancianos está en auge, pero aquí también aparece el problema -debido al rápido envejecimiento de la población- de que hay escasez de trabajadores capacitados para este sector.
Hace un par de años, las autoridades anunciaron sus primeros planes para aliviar esta brecha alentando a las universidades a crear carreras especializadas en atención a los ancianos. Ya hay varias universidades que cuentan con carreras centradas en la atención a personas mayores.