Foto: Reuters.
me temo que aquellos más críticos con estos nuevos instrumentos y con el futuro de los mismos, han encontrado en Wall Street a un enemigo más a batir
Decía hace unas semanas el economista Nouriel Roubini, famoso por predecir la crisis financiera de 2008, que “el 99% de las criptomonedas tenían un valor cero”. Y que estábamos ante la mayor burbuja de la historia en todo este ecosistema, incluida la tecnología subyacente. Ponía como muestra de esta teoría que, a día de hoy ver caídas del 70% desde máximos en el caso del Bitcoin (BTC), era un síntoma inequívoco de ese colapso. Por último, argumentaba que de las ICOs llevadas a cabo hasta la fecha, el 81% eran fraudulentas, el 11% habían fallado y que, del restante 8% que se negocia en las “Exchanges”, las pérdidas de valor alcanzaban una media del 90% para las 10 primeras mayores.
Si bien no se puede rebatir que se ha pagado por todos los excesos cometidos y que, muchos especuladores han perdido gran parte de la cantidad arriesgada por dejarse llevar por la euforia del momento, eso no significa que estemos ante el fin del Bitcoin ni de los criptoactivos. Como sucedió en la burbuja puntocom, este proceso de limpieza y ajuste servirá, bajo mi punto de vista, para establecer las bases de un mercado y de unos ganadores que realmente aporten valor y, de paso, para sacar del sistema a todos aquellos que se han querido aprovechar del momento irracional vivido.
En ese sentido, viendo lo que está sucediendo en la actualidad y pese a las críticas de Roubini, tengo muy claro que el futuro no es negro ni para el Bitcoin (BTC) ni para algunos proyectos destacados. Si eso fuera así, no estaríamos asistiendo a una serie de hitos que indican justamente lo contrario.
En primer lugar, la venta de tokens siguen marcando records en términos de financiación conseguida. Si tomamos el periodo entre enero y septiembre de este año y, en base al informe de FabricVentures, el monto a esa fecha suma más de 12.000 millones de dólares. Si bien hay que matizar que dos proyectos (EOS y Telegram) alcanzan el 40% del total y cuentan con características específicas, no es menos verdad que de los 981 proyectos lanzados en 2018 se han completado con éxito casi la mitad, cuestión que no deja de ser un éxito en el entorno arriba comentado, y una clara muestra de que el inversor es capaz de identificar aquellas ideas con potencial de utilidad real.
En segundo lugar, y como ya he comentado en varias ocasiones, a Wall Street y a ciertos inversores institucionales, ya les importa el Bitcoin (BTC) y otros criptoactivos. Podría decirse que ese interés quedó patente cuando el 17 diciembre de 2017, empezaron a negociarse los primeros contratos de futurosregulados sobre el Bitcoin. Y desde esa fecha, esa entrada de la industria financiera no ha dejado de aumentar pese a las fuertes correcciones comentadas. Hace unos días, Fidelity Investments anunciaba sus planes para abrir una nueva compañía dedicada a facilitar la negociación y custodia de estos activos a sus clientes institucionales. Hace unos meses, Goldman Sachs comunicaba su intención de montar una mesa de negociación de futuros de Bitcoin, así como organizar la custodia de estos activos digitales. Su entrada en Circle ponía la guinda al pastel.
Morgan Stanley pondrá en marcha un servicio de negociación de swaps sobre Bitcoin y otras soluciones para clientes institucionales. Así mismo, asistiremos al lanzamiento (en principio previsto para el 12 de diciembre) de una Exchange de criptoactivos regulada, por parte del dueño del NYSE, donde poder negociar Bitcoin y poder liquidar futuros. En este proyecto llamado Bakkt, y gracias a la tecnología de Microsoft se pretende, además, permitir a los usuarios la negociación, custodia y el gasto de las criptomonedas. Compañías como Starbucks y Boston Consulting contribuirán a que eso sea posible. Citigroup también anunció su idea de poder ofrecer servicios de custodia. Coinbase, donde hasta el BBVA tiene una participación, y que es una de las Exchanges más importantes del mundo con más de 20 millones de usuarios y una valoración de 8.000 millones de dólares, lanzó un servicio de custodia para sus clientes institucionales. Hasta el fondo de donaciones de la Universidad de Yale ha colocado 400 millones en dos “hedge funds” que invierten en criptoactivos y proyectos relacionados.
Mención obligada merecen los ETFs, pues tras muchos rechazos por parte de la SEC y una vez solventados muchos de los argumentos dados en contra, esta vez sí se espera una aprobación del VanEck que ya comenté en su día. Las implicaciones de este evento no serían menores.
Del lado de regulación, son muchos y diversos los pasos que se están dando. La semana pasada, el regulador de Japón (FSA) aprobaba una asociación de Exchanges (JVCEA) como cuerpo responsable de establecer normas y tomar acciones contra los que las violen. Corte Estados Unidos, Corea del Sur y otros países están igualmente, tomando cartas positivas en el asunto. Del mismo informe antes referido, es interesante observar los avances en la materia que ahí se recogen.
En tercer lugar, el ecosistema creado se está utilizando ya en distintos sectores y con finalidades diferentes. La fundación de Bill Gates empleará el protocolo de interledger de Ripple para ayudar con servicios de pago. IBM y Stellar (XLM) se están asociando para buscar soluciones bancarias en varios países y, por poner un último ejemplo, el bróker TD Ameritrade decidía apoyar el lanzamiento de ErisX, la primera plataforma pensada para soportar a varios futuros sobre criptos.
Todo esto sin olvidar que desde Bloomberg hasta Forbes, se ha lanzado algún tipo de servicio especial sobre criptoactivos. El Bloomberg Galaxy Crypto Index (BGCI) se creó para intentar recoger, a modo de clásico indicador financiero, la variación de precios de los criptoactivos más relevantes por peso. Forbes acaba de lanzar (versión beta) CryptoMarkets, con el objetivo de que su lector pueda seguir la evolución de este mercado.
Así las cosas y sin pretender invitar al lector a inversión alguna en estos activos, me temo que aquellos más críticos con estos nuevos instrumentos y con el futuro de los mismos, han encontrado en Wall Street a un enemigo más a batir. Esto se añade a temas como el de tener nuevas generaciones 100% nativas digitales, que éstas no confían en los actuales intermediarios financieros y que se están incorporando ahora al mercado, marcando las nuevas tendencias del consumo y el modo de acometerlo. Hasta los nuevos candidatos que pretendan ser analista financiero CFA, deben ahora demostrar sus conocimientos sobre criptos y Blockchain. Si aquellos jugadores dan esos pasos, involucrando su reputación y negocio en el ecosistema, dudo mucho que lo hagan sobre algo con nulas expectativas de crecimiento y éxito. Más bien parece que han entendido que ese futuro financiero pasa, de una forma u otra, por una nueva realidad tokenizada donde estos u otros activos digitales serán el centro de la nueva economía.
AUTOR
JAVIER MOLINA 29/10/2018
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