En un momento de gran inestabilidad política, económica y social la salud de los líderes de las tres superpotencias mundiales está en entredicho.
Históricamente la salud de los líderes políticos se ha considerado secreto de Estado, especialmente en regímenes autoritarios y totalitarios, aunque no sólo en ellos. Grandes democracias, como EEUU, han mantenido una gran reserva a la hora de hacer públicas las dolencias de sus presidentes.
Sabido es que, pese a lo joven que accedió a la Casa Blanca (43 años), el presidente John Fitzgerald Kennedy tenía complejos y raros achaques de salud —síndrome poliendocrino autoinmune tipo 2— que su equipo médico escondió convenientemente a la opinión pública. JFK fue diagnosticado de la enfermedad de Addison (cuyos síntomas son fatiga, debilidad, anorexia, náuseas, vómitos, pérdida de peso, pigmentación de la piel y de las mucosas, hipotensión e hipoglucemia) y de hipotiroidismo (que provoca somnolencia, pérdida de pelo, depresión y colesterol alto). Sin embargo, el secretismo oficial consiguió que la imagen que tenía la opinión pública sobre Kennedy fuese justo la opuesta: un presidente joven, sano, vigoroso y en plenitud de facultades.
Mucho se ha escrito, también, sobre la salud de dos de los dictadores más terribles de la historia: Hitler —habría padecido diferentes trastornos mentales como histeria, psicopatía, megalomanía, neurosis y esquizofrenia paranoide, todos ellos anticipatorios de su suicidio, además de tener problemas de identidad sexual con tendencias homosexuales reprimidas— y Stalin —su psoriasis fue considerada secreto de Estado y, al parecer, consumía litio para tratar dos posibles dolencias: bipolaridad o gota—.
Sin irnos tan atrás en el tiempo, los rumores sobre la salud del tirano norcoreano, Kim Jong-un, también han sido objeto de especulaciones nunca oficialmente confirmados como, por otra parte, suele ser habitual en estos casos. Así, la Agencia EFE se hacía eco en abril de 2020 de información de Inteligencia de Taiwán en la que se afirmaba que el líder norcoreano estaba "enfermo", aunque sin aportar más datos. Esa información se sumaba a los rumores sobre graves problemas de salud de Kim tras una supuesta operación de corazón, algo calificado como "noticia falsa" por las autoridades de Corea del Sur.
Con igual secretismo se ha tratado la salud del rey de Marruecos Mohamed VI, que padece desde hace años sarcoidosis, enfermedad multisistémica grave de carácter inmunológico, que en el caso del monarca alauí ha afectado a los pulmones, la piel y los ganglios linfáticos. Además, está afectado de dolencias cardiacas y en 2017 le extirparon un tumor benigno del ojo izquierdo. Hablar de la salud del Rey ha llevado a la cárcel a algún periodista en el pasado, aunque últimamente sí se informa de algún percance de salud, pero siempre dando los mínimos datos posibles.
En resumen, la salud de los mandatarios, reyes, presidentes y jefes de Estado se mueve entre el tabú y el secretismo, lo que fomenta aún más la rumorología. Por ello resulta preocupante que, actualmente, cuando seguimos sufriendo los coletazos de la pandemia de coronavirus y estamos metidos de lleno en la guerra de Ucrania desencadenada por la invasión rusa del 24 de febrero, se hayan desatado los rumores sobre la —mala— salud de los presidentes de las tres superpotencias mundiales: EEUU, Rusia y China.
Joe Biden
En el caso de EEUU, las especulaciones afectaban al actual presidente —el de mayor edad en llegar a la Casa Blanca— desde antes de resultar elegido en 2020 frente a Donald Trump. Sus deslices y lapsus, además de su tartamudez, se han acrecentado con los años. Apodado malévolamente sleepy Joe (Joe el somnoliento) los lapsus de Joe Biden se han hecho virales y convertido en carne de memes.
Vladimir Putin
Aunque anteriormente ya hubo rumores sobre posibles problemas de salud del presidente ruso Vladimir Putin, han sido la guerra por él desencadenada al invadir Ucrania el 24 de febrero y sus amenazas de provocar una guerra mundial y un conflicto nuclear lo que ha puesto el foco en el mandatario ruso.
A finales de abril un vídeo en el que un encorvado Putin aparecía agarrado a la mesa durante varios minutos, hizo saltar todas las alarmas sobre su estado de salud. El vídeo muestra un plano fijo de la reunión de Putin con el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, y fue recogido por varios medios internacionales como Newsweek o The Telegraph.
Xi Jinping
Por último, también en estos días están circulando noticias sobre la salud de Xi Jinping. Según informes chinos, citados por el Daily Mail, Xi, de 68 años, tendría un aneurisma del que se está tratando con medicina tradicional, habiendo rechazado someterse a una cirugía cerebral.
Durante la primera ola de covid ya se desataron rumores en torno a la salud de Xi, por su lentitud al hablar y su tos cuando se dirigió a una multitud en Shenzhen. Pero ha sido este año, durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, cuando los mismos se acrecentaron al evitar Xi reunirse con líderes internacionales.
Según las últimas informaciones, no confirmadas oficialmente, Xi habría sido trasladado a un hospital a finales de 2021 cuando los médicos detectaron un vaso sanguíneo abultado en su cerebro. El aneurisma cerebral se produce cuando se forma una protuberancia en un vaso sanguíneo del cerebro que si se expande, se rompe y sangra, provocando una hemorragia subaracnoidea que puede causar una accidente cerebrovascular. El accidente podría provocar daños neurológicos permanentes.
En estos momentos, además de por su apoyo a Putin en la invasión de Ucrania, Xi Jinping se enfrenta a una situación delicada por el aumento de los contagios provocados por la variante ómicron del coronavirus y el deterioro económico que la estrategia cero covid, diseñada por el propio Xi, está provocando en el país.
Los problemas de salud de los tres hombres más poderosos del mundo trascienden, lógicamente, de lo meramente sanitario. Estén o no estén confirmados oficialmente, sean o no cien por cien ciertos, resulta poco tranquilizador que Biden, Putin y Xi Jinping puedan estar afectados por diferentes enfermedades en un momento de gran inestabilidad a nivel mundial, con una guerra en el corazón de Europa de la que no se vislumbran ni su final ni sus consecuencias económicas y sociales a medio y largo plazo, además de una pandemia que dura ya más de dos años y todavía no ha sido controlada en todos los países.
M.J. GrechSeguir a mjgrech
21/5/2022 - 18:29
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