- Expertos señalan la existencia de una "fiebre por la construcción de búnkeres"
- Finlandia cuenta con una capacidad para 4 millones de personas en 50.000 refugios
- Suiza mantiene 35.000 búnkeres comunales desde su creación en 1960
El temor y la ansiedad a una guerra nuclear o una nueva pandemia ha provocado que cientos de miles de personas hayan decidido a lanzarse a la compra de búnkeres. Esto es lo que está ocurriendo actualmente en Europa, donde varios países ya están notando una fuerte demanda de estas construcciones hechas de hierro y hormigón, sobre todo desde la invasión de Rusia a Ucrania.
"Hay una fiebre de construcción de búnkeres y nos encontramos en medio de una avalancha de solicitudes", cuenta Giulio Cavicchioli, propietario de Minus Energie en Bagnolo San Vito, Mantua, Italia, una compañía que ha pasado de producir 50 búnkeres en los últimos 22 años a atender 500 solicitudes de información en las últimas dos semanas, según informa The New York Times.
El fantasma de una guerra nuclear, lo que parecía un vestigio del pasado, está impregnando la conciencia de las nuevas generaciones europeas. Cada vez es más común ver cómo los países dotan de una nueva infraestructura a sus defensas, además de guías y refugios para la supervivencia. Prácticas que antes estaban identificadas, sobre todo, a multimillonarios con ideas catastrofistas, pero que con el paso del tiempo ha girado esta tendencia.
"Desde hace dos semanas comenzamos a recibir miles de solicitudes de gente común y corriente. Esto es algo que antes solo les interesaba a las personas ricas de verdad", comenta Mathieu Séranne, fundador de Artemis Protection, una empresa francesa que produce búnkeres de lujo prefabricados que cuentan con sistemas de filtración de aire con un coste de por lo menos medio millón de euros por cada refugio.
Séranne confirmó que ha recibido cerca de 300 solicitudes de información y que su empresa estaba vendiendo búnkeres reducidos, lógicamente más baratos, con unos precios que rondan los 150.000 euros. En concreto, Artemis Protection está produciendo 10 búnkeres básicos. "Tuvimos que modificar toda nuestra estrategia comercial", declaró Séranne en referencia a la avalancha de demanda.
Los países más cercanos a Rusia son precisamente los que más lo están considerando. Son los casos de Finlandia y Suecia. Los primeros cuentan, por el momento, con una capacidad para 4 millones de personas en cerca de 50.000 refugios. En cambio, los segundos, están probando un sistema de alarma para ataques aéreos y difundiendo una guía de prevención al estilo de la Guerra Fría, con 20 páginas en las que incluyen suministros básicos para comprar y sobrevivir en un búnker.
Suiza, muy por delante que su vecina Francia, es uno de esos países que están más desarrollados en muchos aspectos en comparación con el resto. Uno de ellos fue en la fabricación de estos búnkeres. En la década de 1960, los suizos aprobaron una ley que exigía la instalación de refugios nucleares en edificios residenciales. En total, Suiza cuenta con más de 35.000 búnkeres comunales, incluido un búnker en Lucerna para 20.000 personas, que podrían proteger a toda su población.
Por su parte, en países como Bélgica, Países Bajos o Finlandia han aumentado considerablemente la demanda de pastillas de yodo, las cuales pueden evitar que el yodo radiactivo entre en la tiroides para prevenir el desarrollo de cáncer de tiroides. Tal y como cuenta a NYT, Michael Storme, funcionario del Sindicato de Farmacéuticos de Bélgica, las farmacias del país distribuyeron más de 30.000 cajas de estos productos. En cambio, desde Italia, las vitaminas a base de yodo están volando de las estanterías, "Es la nueva moda", afirma un farmacéutico romano.
¿Y en España?
España no se ha quedado atrás en la fabricación de búnkeres. La empresa VM Modular, en Alcalá de Henares, lleva años realizando cámaras acorazadas y desde la pandemia también ofrecen búnkeres. De cuatro pedidos en tan solo dos años han pasado a siete desde que comenzó la guerra en Ucrania a finales de febrero.
Los precios pueden oscilar entre los 18.000 y los 40.000 euros, aunque los más bajos son refugios fabricados a partir de contenedores de mercancías que ya no están en uso, una tendencia que va cogiendo cada vez más adeptos.
"En España se ha hecho y existe ese refugio. En La Moncloa hay un refugio para el gobierno, el Rey y los altos cargos. En España, en 1943 hubo una ley que obligaba a construir refugios para las ciudades de más de 40.000 habitantes, pero en el año 1944 ya se dejó en suspenso", explica el experto Antonio Alcahud.
Falsa creencia
Según indica Antonio Alcahud, "muchas personas creen erróneamente que los ocupantes del refugio deben permanecer encerrados durante semanas o meses, después de haber salvado la vida ellos y sus familiares, cosa totalmente falsa". Por tanto, los días que son realmente peligrosos son los dos o tres primeros después de la explosión. "Es posible entrar y salir del refugio desde las primeras horas, con la protección adecuada, con plena seguridad", apunta.
"La radioactividad de una explosión nuclear baja ya al 10% al cabo de sólo siete horas de la explosión. Al cabo de dos días ya solo queda un 1% de la inicial, y las personas pueden estar bastantes horas fuera del refugio, incluso sin protección. Al cabo de dos semanas la radioactividad ha bajado a la milésima parte, es decir un 99,9%, y puede volverse a la vida más o menos normal", afirma.