- El metal precioso ha tocado máximos históricos tras la guerra en Gaza
- Los expertos apuntan más a la expectativa de recorte de tipos en EEUU
Ya se trate de inflación, recesión, guerras o sanciones financieras, siempre se habla del oro como garantía. Una vez más, ante el recrudecimiento de las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo desde el 7 de octubre, el oro ha acaparado la atención de los inversores. Esto ha provocado una notable subida del precio del metal amarillo, con un incremento del superior al 9% en un 2023 a punto de acabar. Incluso alcanzó brevemente un máximo histórico de 2.135 dólares la onza troy (31,10 gramos) en la madrugada del pasado lunes 4 de diciembre. El rally ha servido para que algunos analistas se pregunten si de verdad el metal precioso merece la fama de refugio por excelencia en tiempos de zozobra que ostenta desde tiempos inmemoriales.
El atractivo duradero del oro en su nivel más fundamental es bastante comprensible. Durante milenios, los sistemas económicos se construyeron sobre objetos tangibles y raros, como los metales preciosos, siendo el oro uno de los más destacados. De hecho, bajo el patrón oro y su sucesor, el sistema de Bretton Woods, el oro sirvió como base de las economías modernas hasta hace poco más de 50 años.
No fue hasta 1971, cuando Richard Nixon anunció el cierre de la ventanilla del oro y suspendió la convertibilidad del dólar estadounidense en oro, que los sistemas monetarios se desvincularon del precio de los lingotes de oro. Se iniciaba así la era de los tipos de cambio flotantes y del dinero fiduciario. "En un plano profundamente psicológico, el oro, que es un activo físico e históricamente valioso, parece el lugar natural al que acudir cuando los volubles mercados financieros (cuyo valor no parece estar anclado en el mundo real, según algunos observadores) parecen tambalearse. Sin embargo, tememos que esta tendencia a refugiarse en el metal amarillo no sea más que otro de nuestros sesgos de comportamiento humano", plantea Yves Bonzon, CIO (Chief Investment Officer) del banco privado suizo Julius Baer en su último análisis.
En primer lugar, señala Bonzon, el oro no es una gran cobertura contra la inflación: "Históricamente, solo ha sido eficaz en episodios de inflación excepcionalmente alta y creciente, lo que corresponde esencialmente a un periodo histórico de finales de los 70 y principios de los 80. Esta situación no es la norma y no ha sido, ni es, nuestro escenario base actual. Como activo productivo y real (en contraposición a un derecho financiero, como es el caso de los bonos), la renta variable ofrece una protección mucho más fiable contra la erosión monetaria".
En segundo lugar, continúa el estratega, "aparte de las dos crisis del petróleo, también a finales de los 70 y principios de los 80, el oro tiene un pobre historial como cobertura geopolítica". Según Bonzon, los acontecimientos geopolíticos tienden a ser efímeros y, a menos que supongan una amenaza importante para la economía mundial y/o los mercados financieros, la prima de riesgo geopolítico se disipa rápidamente.
Yves Bonzon (Julius Baer): "Los acontecimientos geopolíticos tienden a ser efímeros y, a menos que supongan una amenaza importante para la economía mundial y/o los mercados financieros, la prima de riesgo geopolítico se disipa rápidamente"
Además, agrega el experto financiero, "las ganancias del oro consisten en repuntes muy bruscos que reflejan la actividad de negociación de risk-on/risk-off más que una auténtica demanda de refugio seguro". De hecho, es probable que la guerra entre Israel y Hamás solo haya tenido un impacto limitado en la subida del oro en las últimas semanas, llega a asegurar.
"La demanda de oro como refugio frente a los riesgos geopolíticos podría reducirse. El oro suele servir de cobertura en un entorno de aversión al riesgo, y repuntó tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre. Sin embargo, muchos inversores parecen menos preocupados por la posibilidad de que el conflicto se agrave e interrumpa el suministro de petróleo. Esto es evidente en otros mercados como el del crudo. El índice VIX de volatilidad implícita de la renta variable estadounidense, una medida habitual del miedo entre los inversores, cotiza a 13, muy por debajo de la media de 20 desde los años 90. Aunque el oro sigue siendo una cobertura útil en caso de escalada, es probable que esa demanda sea cada vez menor", suscribe el equipo de UBS encabezado por el CIO Mark Haefele.
Bonzon considera que el debilitamiento del dólar debido a un cambio en las perspectivas de los tipos de interés estadounidenses probablemente haya contribuido a la subida del oro. Se refiere el estratega a la expectativa creciente de que la Reserva Federal recorte varias veces los tipos en 2024 vista la sólida senda de desinflación y el enfriamiento de la actividad.
"Creemos que el oro, o el bitcoin (que podría considerarse una versión digital del metal amarillo), tiene un papel que desempeñar en caso de riesgo sistémico, es decir, una amenaza para el sistema financiero centrado en el dólar). Esto se debe a que el oro tiene una característica única cuando se posee físicamente: es el único activo líquido que no tiene riesgo de contraparte. Como tal, protege contra el riesgo sistémico, como lo hizo durante la crisis financiera mundial de 2008 y la posterior crisis de la deuda europea. Añadir oro a una cartera también tendría sentido si el estatus del dólar como principal moneda de cambio del mundo se viera seriamente cuestionado", argumenta Bonzon en su comentario.
Esto fue lo que ocurrió brevemente tras el inicio de la guerra en Ucrania en 2022, después de las extensas sanciones contra Rusia que armaron el sistema financiero mundial. Sin embargo, subraya el analista de Julius Baer, el declive del dominio del dólar estadounidense está lejos de ser una conclusión inevitable: "La mayor parte del comercio mundial y las transacciones financieras siguen dependiendo del billete verde y, a pesar de algunos intentos regionales de pasar a un entorno financiero alternativo (basado en el yuan chino, por ejemplo), en la actualidad sigue sin haber una alternativa viable al dólar".
En marzo de este año, surgieron bastantes temores sistémicos en el sector de los servicios financieros (Silicon Valley Bank y Credit Suisse son los principales ejemplos). "Pero, basándose en la experiencia adquirida durante la crisis financiera mundial, las autoridades financieras fueron capaces de hacerles frente con rapidez y sin apenas consecuencias. En consecuencia, nuestros análisis siguen siendo prudentes con respecto al oro, a pesar del consenso más optimista. No vemos problemas sistémicos inminentes en el horizonte y, por tanto, ninguna razón de peso para añadir oro a las carteras", remata Bonzon.
"Los precios del oro han subido casi un 10% en el cuarto trimestre gracias a la caída de los rendimientos en EEUU, el aumento de la demanda de refugio por parte de los inversores institucionales y la reanudación de las fuertes compras de los bancos centrales. Hemos revisado al alza nuestra previsión de precios y vemos un mayor potencial para el lingote, con precios que superarán holgadamente los 2.100 dólares la onza a finales de 2024", pronostica Diego Cacciapuoti, analista de Oxford Economics.
"A corto plazo, sin embargo, pensamos que los precios cotizarán lateralmente y seguirán consolidándose justo por encima de los 2.000 dólares, ya que el apoyo de la caída de los rendimientos podría detenerse pronto. Los mercados se han adelantado demasiado al pronosticar un recorte de los tipos de interés de la Fed de 60 puntos básicos en julio. Aunque estamos de acuerdo en que la Fed ha finalizado su ciclo de subidas de tipos, creemos que no tendrá prisa por recortarlos, ya que la inflación general está empezando a cobrar impulso y va camino de situarse en el 3% en el cuarto trimestre de 2024", precisa Cacciapuoti.
"Los mercados han ido demasiado lejos al pronosticar una rápida serie de recortes de tipos por parte de la Reserva Federal el próximo año. La economía estadounidense se está desacelerando desde el 5,2% anualizado registrado en el tercer trimestre. Sin embargo, los mercados se han apresurado a fijar el precio de una política monetaria más relajada, lo que implica alrededor de 130 puntos básicos de recortes de los tipos de la Fed en 2024, y un 60% de probabilidades de que la primera reducción se produzca en marzo. Esto nos parece demasiado agresivo", coinciden desde UBS.
Desde Oxford Economics ven difícil que las recientes mejoras de los rendimientos del Tesoro de EEUU se mantengan a corto plazo, y creen que este elemento de apoyo para los precios del oro se está desvaneciendo, lo que deja margen para una consolidación del precio del oro a muy corto plazo. Los rendimientos siguen ofreciendo orientación sobre la dirección en los márgenes para los precios del oro, incluso si la relación negativa entre los precios del oro y los rendimientos estadounidenses se ha suavizado por el aumento de la demanda de refugio derivada del mayor riesgo geopolítico, apostillan desde la casa de análisis.
Otra razón para esta consolidación de los precios es que el posicionamiento puede estar acercándose a un punto de inflexión -con la revalorización de los recortes de tipos de la Fed llegando a un límite- que impedirá a los especuladores añadir más longitud a sus posiciones. "Una vez que se cumplan estos factores, creemos que los precios del oro comenzarán a subir de nuevo y cotizarán por encima de los 2.100 a finales del próximo año, con una bajada gradual de los rendimientos y un fuerte apoyo de los bancos centrales a los precios", remacha Cacciapuoti.