viernes, 22 de diciembre de 2023

La repentina caída de la demanda de petróleo destapa una revolución y el colapso real de la industria

 



  • "El uso de gasóleo en la industria se hunde a niveles no vistos desde 1970"
  • El coche eléctrico empieza a hacer mella clara en el consumo de petróleo



El mercado de petróleo está sufriendo un año mucho más convulso de lo que se había previsto. El incremento de la producción de crudo en América ha sorprendido a la OPEP, que se ha visto forzada a realizar más recortes de lo previsto para evitar una caída mayor del precio del crudo. Sin embargo, otro factor menos comentado está también teniendo un impacto notable en el mercado de petróleo y, probablemente, será el que marque el devenir del futuro del crudo: la demanda. El consumo de crudo ha pegado un frenazo en la parte final del año por dos factores: el parón de la economía en Europa (hay datos de consumo de combustibles que hablan del mayor descensos desde 1970) y la revolución energética que gana tracción en los países avanzados.

Como vienen señalando los expertos desde hace tiempo, el fin del petróleo (si es que llega) no llegará por el lado de la oferta (los nuevos descubrimientos y las mejores de eficiencia y productividad están permitiendo extraer crudo de lugares insospechados), sino que vendrá por una caída de la demanda, sobre todo en lo que se refiere a consumo para el transporte. Aunque es pronto, ya se atisban algunos signos que dejan ver que algo está cambiando en la demanda de crudo. Ni la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ni la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) previeron el descenso repentino de la demanda que se ha sufrido en el último trimestre de este año.

El último informe mensual de la AIE destacaba que la demanda mundial de petróleo va camino de aumentar en 2,3 millones de barriles diarios (mbd), hasta 101,7 mbd en 2023, pero este dato enmascara el impacto de un mayor debilitamiento del clima macroeconómico y la irrupción de las nuevas energías.

Contra todo pronóstico, "el crecimiento de la demanda global del cuarto trimestre del año se ha revisado a la baja en casi en 400.000 barriles diarios. Europa representa más de la mitad de la disminución por su estancamiento industrial y económico... pero las mejoras en la eficiencia y una flota de vehículos eléctricos en auge también lastran la demanda", sostiene el informe de la AIE.

El crecimiento de la demanda mundial de petróleo se ha desacelerado drásticamente desde los 2,8 mbd interanual (de crecimiento) en el tercer trimestre del año a los solo 1,9 mbd en el cuarto trimestre. En cosa de meses, el crecimiento del consumo de petróleo ha pegado un bajón de 900.000 barriles por día. Aunque una parte de este descenso era esperado (por el cambio de estación), la otra ha pillado por sorpresa a la AIE.


El deterioro macroeconómico

"La pérdida cada vez más evidente del impulso del crecimiento de la demanda de petróleo refleja el deterioro del clima macroeconómico, tras el aumento de los tipos de interés y el desvanecimiento de la recuperación desde los mínimos inducidos por el covid. Esto ha resultado en una revisión a la baja de 390.000 barriles diarios para los últimos tres meses del año. Ahora se pronostica que Europa, Rusia y Medio Oriente registrarán un crecimiento de la demanda más débil de lo previsto anteriormente".

Además, la AIE proyecta que el crecimiento del consumo de petróleo se reducirá a la mitad en 2024: el consumo 'solo' crecerá en 1,1 mbd, volviendo a la tendencia histórica a medida que el efecto base generado por el covid se normaliza.

Pero no solo eso. El petróleo se enfrenta a la revolución energética que Occidente emprendió hace años, pero que parece haber ganado tracción con la guerra de Ucrania y la distribución de los fondos europeos Next Generation EU, que tienen como uno de sus objetivos reducir la dependencia de los combustibles fósiles: "Además de los obstáculos estructurales, como unos estándares de eficiencia más estrictos y una flota de vehículos eléctricos en expansión, el crecimiento del PIB mundial disminuirá aún más, desde un nivel ya por debajo de la tendencia del 3% en 2023 al 2,6% en 2024, y China registrará una fuerte caída del 5%.% al 4,2%".


El colapso de la industria europea

La relativa debilidad de la demanda en el último trimestre del año ha sido especialmente evidente en Europa, donde el incremento sin precedentes de los tipos de interés en 2022-2023 están dando la puntilla a un sector manufacturero ya estancado, señala el informe de la AIE.

"Esto está deprimiendo la demanda industrial de gasóleo y nafta, cuyo uso se ha hundido a niveles vistos por última vez en los años 1970", alerta la AIE. Por otro lado, aunque EEUU está demostrando ser excepcionalmente resistente frente al ajuste monetario, también está empezando a sentir el impacto del clima económico más adverso sobre la demanda de petróleo. En el caso de EEUU, "también destacan el gasóleo, ya que los datos preliminares de entregas de octubre y noviembre fueron peores de lo esperado".

Respecto a EEUU, el informe también destaca la creciente eficiencia de los motores de combustión, que cada vez necesitan menos gasolina para hacer los mismos kilómetros: "A medida que la mayor eficiencia de los automóviles y la creciente flota de vehículos eléctricos reducen la demanda, el uso de gasolina continúa rezagado respecto al aumento del kilometraje", sentencia el informe de la AIE.

Con todo, la demanda de petróleo va a seguir aumentando, aunque lo hará a un ritmo inferior de lo que se esperaba en la mayor parte de los informes publicados este año. Por un lado, la creciente venta de vehículos eléctricos parece estar frenando el consumo de diésel y gasolina en los países avanzados. El 11% de todos los nuevos coches vendidos en Europa son eléctricos, mientras que en China el porcentaje casi llega al 20%, según The Wall Street Journal. Además, las mejoras de eficiencia en el consumo son otro obstáculo importante al consumo de crudo para producir derivados.

Al mismo tiempo, el colapso de la industria en Europa y el efecto arrastre (está ya llegando al resto de la economía), también lastran las ventas de combustibles fósiles, ya sea como input en la producción (industria, transporte...) o a nivel particular. El petróleo no está muerto ni mucho menos, pero este sí podría ser el principio de un larguísimo fin.


Vicente Nieves