miércoles, 27 de diciembre de 2023

Evitar la ansiedad en Navidad puede depender de cuánto azúcar tomas

 


Un alto consumo de azúcar está relacionado con una peor salud mental Getty Images/iStockphoto



Algunas personas pueden tener bajadas de ánimo durante las fiestas, y las comidas de estas fechas pueden contribuir a ello



Un alto consumo de azúcar está relacionado con una peor salud mental. Así lo revela un estudio realizado por científicos del Instituto de Epidemiología y Salud del University College de Londres, que evaluó la incidencia de trastornos mentales en más de 7.000 personas de Reino Unido entre 1983 y 2013. El estudio determinó que quienes consumían más de 67 g de azúcares al día tenían un 23% más de riesgo de sufrir problemas mentales cinco años después que quienes ingerían menos de 39,5 g diarios. Esta misma investigación apunta también que las personas con problemas de salud mental que consumen una gran cantidad de azúcar tienen un mayor riesgo de recaer en una depresión a largo plazo.

No es la única investigación que vincula el consumo de azúcar con una peor salud mental. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Zaragoza, publicado en la revista Nutrición Hospitalaria, pone de manifiesto la íntima relación entre alimentación y estado de ánimo y señala que “las intervenciones educativas dirigidas a disminuir el consumo de alimentos no saludables en estudiantes universitarios puede conllevar una mejora de la salud psicológica”.

Por Navidad acabamos tomando dulces que generalmente no consumimos también en los días que no son festivos”

Pilar EsquerNutricionista

Así pues, teniendo en cuenta que el consumo de azúcares libres afecta en mayor o menor medida a la salud mental, la Navidad es un período del año especialmente delicado que puede incrementar el riesgo de padecer ansiedad y depresión debido a causas multifactoriales. Lo explica la psiquiatra y psicoterapeuta Ana Isabel Sanz, del Instituto Psiquiatrico Ipsias, en Madrid: “La Navidad es una época en que las personas vulnerables suelen tener rebrotes. Incluso aquellas que están bien adaptadas pueden experimentar síntomas leves. Esto ocurre porque en estas fechas recibimos una suerte de orden drástica de que hay que ser felices y estar en buena armonía con el ambiente familiar, incluso se nos cuestiona por echar de menos a los que se fueron. Teniendo en cuenta que son momentos del año en los que solemos hacer balance, quien más quien menos encuentra zonas oscuras y esto hace que nos sintamos mal”. Si a todo ello añadimos que la dieta tampoco acompaña, ya que son épocas en las que se come y bebe en exceso y se incrementa la ingesta de dulces, se crea un caldo de cultivo que da lugar a un mayor riesgo de padecer algún tipo de desequilibrio en la salud mental.

Los turrones son uno de los dulces más tradicionales de navidad

Los turrones son uno de los dulces más tradicionales de navidad

 iStock

Para Sanz, es importante cambiar la visión que tenemos de la Navidad con el objetivo de sobrellevar mejor un momento del año delicado para muchas personas. “No debemos sentirnos culpables si en nuestro entorno hay cosas que no funcionan y debemos ser tolerantes con las propias sensaciones de tristeza o falta de realización. Es importante ser compasivos con nosotros mismos y también con los sentimientos de quienes tenemos alrededor. Las emociones que nos incomodan están ahí por algo y sentirlas nos hace ser personas más reales, más auténticas”, explica Sanz, quien lamenta que en estas fechas “la expectativa social es tan alta, tan demandante, que genera muchas frustraciones”.

En este sentido, mantener una buena higiene mental debe ir de la mano de una dieta adecuada, evitando en la medida de lo posible los excesos propios de estas fechas. Para tratar de que estos no se prolonguen más allá de lo estrictamente necesario y puedan acabar afectando a nuestra salud mental, la nutricionista Pilar Esquer, de Nutrihabits, recomienda excedernos solo los días festivos. “No va a pasar nada sustancial si un día consumimos más azúcar y grasas de la cuenta. El problema en estas fechas es que acabamos tomando dulces que generalmente no consumimos también en los días que no son festivos”, explica. Esto significa que en buena parte de hogares se comen turrones, polvorones y otros alimentos con grandes dosis de azúcar durante prácticamente tres semanas seguidas. Y no solo eso. “En muchos casos se acaban consumiendo estos alimentos también pasadas las fiestas, durante todo el mes de enero”, explica Esquer, quien recomienda meter todas las sobras navideñas en una bolsa de basura el día 7 de enero y deshacerse de ellas para evitar la tentación.

Muchas personas viven sin saberlo en esa montaña rusa constante de subidas y bajadas de glucosa”

Pilar EsquerNutricionista

La nutricionista de Nutrihabits destaca la diferencia entre los azúcares naturales, como la fructosa, presentes en la fruta y otros alimentos, y los azúcares libres que encontramos sobre todo en alimentos ultraprocesados, bollería, snacks, precocinados e incluso oculto, sin que lo sepamos, en algunos alimentos de consumo habitual como el tomate frito. “Cuando consumimos azúcares libres sentimos una sensación de energía casi inmediata, puesto que se produce una subida de glucosa. El problema es que esta baja también de forma rápida, de manera que sentimos esa bajada energética y el cuerpo nos pide más azúcar. Muchas personas viven sin saberlo en esa montaña rusa constante de subidas y bajadas de glucosa, algo que afecta mucho más de lo que creemos a nuestro estado físico y psicológico y que hace que el organismo acabe agotado”.

Por tanto, lo mejor es recurrir al azúcar presente de forma natural en los alimentos, que no afecta al organismo de la misma manera. Lo explica la nutricionista Susana León: “El azúcar presente en las frutas es una combinación de fructosa, glucosa y sacarosa –esta última es, a su vez, una combinación de las otras dos– en diferentes proporciones en función de la fruta, mientras que el azúcar añadido es sacarosa pura y dura”. León afirma que “este tipo de azúcares se comportan de manera diferente al azúcar añadido porque la fruta contiene fibra, que ralentiza la absorción de la glucosa y por tanto evita que se produzca un chute de azúcar”.

Rueda de prensa sobre las previsiones de los mayoristas de Mercabarna por las fiestas de Navidad. Mayoristas fruta mercabarna

Los azúcares en la fruta deben distinguirse de los azúcares libres presentes en ultraprocesados

 Josep Lago / Shooting

Estos azúcares intrínsecos deben distinguirse de los azúcares libres, que o bien aparecen de forma oculta en algunos ultraprocesados o añadimos nosotros mismos. Sanz explica que cuando consumimos azúcares libres, “se genera un pico de satisfacción en el cerebro que produce dopamina, de manera que nos sentimos activos y eufóricos durante un corto periodo. Después llega el bajón y da lugar a un estado anímico totalmente opuesto”. De forma intuitiva, ocurre que “vamos buscando sensaciones agradables constantemente, de manera que entramos en un ciclo de subidas y bajadas que genera un estado de activación desorganizada de duración muy corta. Es decir, sin darnos cuenta estamos sometiendo al organismo a un estado de permanente activación”.

La psiquiatra y psicóloga de Ipsias afirma, sin embargo, que el consumo de azúcar no se puede considerar por sí solo un desencadenante de trastornos mentales. “Conviene incorporar unos hábitos dietéticos saludables como medida higiénica y complementaria, es decir de forma preventiva, para evitar añadir factores de vulnerabilidad que puedan sumarse a estresores laborales y familiares y desencadenar un cuadro de ansiedad generalizada”, afirma.

Para Sanz, es importante distinguir también qué se entiende exactamente por ansiedad, con el objetivo de poder diferenciarla de otros trastornos y tratarla correctamente. “La ansiedad abarca un espectro amplio de emociones y síntomas físicos. Lo primero que hay que tener claro es que es una emoción, es decir que tiene elementos de tipo cognitivo, es decir relacionados con los pensamientos, aunque puede incorporar también elementos físicos somáticos. Para distinguirla de otros trastornos hay que tener en cuenta que la ansiedad equivale a un miedo y que cuando se da con una intensidad desproporcionada hablamos de ansiedad patológica. Muchas personas vinculan de manera errónea la ansiedad con emociones como el temor, el enfado o la irritabilidad y eso ocurre porque nuestro vocabulario tiende a discriminar poco”.

El roscón de Reyes, uno de los dulces tradicionales de la Navidad

El roscón de Reyes, uno de los dulces tradicionales de la Navidad

 Getty Images

La psiquiatra señala que incluso aquellas personas que no presentan ningún problema de salud mental pueden experimentar algún síntoma en fechas tan delicadas como la Navidad. Por diversos motivos, los jóvenes suelen ser más proclives. “Viven sometidos a la presión del éxito y, lo más importante, tienen menos herramientas para defenderse de eso que la sociedad les exige ser. Para tener un pensamiento crítico y poner en cuarentena esa exigencia de éxito se requieren unas habilidades que solo se desarrollan con la experiencia, de manera que los jóvenes son mucho más vulnerables a la sensación de fracaso”, explica Sanz.

Para saber si los síntomas de ansiedad requieren un tratamiento, la psiquiatra y psicoterapeuta invita a evaluar “si dura mucho, si dificulta la relación con el entorno, nos aleja de nuestras actividades habituales, altera algunos de nuestros pensamientos y nos hace llegar a la conclusión de que la vida no tiene sentido”. Si se da este cuadro, lo mejor es buscar ayuda profesional. “Lo deseable es, como en cualquier otra enfermedad, la prevención -explica Sanz. Lo mejor es anticiparse y actuar antes de tener que prescribir un tratamiento médico o incluso una psicoterapia reglada. Se trata de preservar la salud antes que tratar la enfermedad, cosa que es mucho más fácil si se actúa a tiempo”.