Fábrica de producción de automóviles BMW en Múnich, en diciembre de 2023.
(EFE/Anna Szilagyi)
Después de la pandemia, miles de personas abandonaron sus trabajos en Alemania, pero el verdadero problema para la economía del país es la falta de trabajadores cualificados
"¿Buscas oportunidades laborales? Una multitud de ofertas de empleadores te esperan en nuestra bolsa de trabajo". "¿Quieres traer a tu familia para que se una a ti en Alemania? Los padres pueden disfrutar del permiso parental tras el nacimiento de su hijo". Este tipo de anuncios se repiten en las redes de sociales de Make It in Germany, una página financiada por el Ministerio de Migración y Refugiados de Alemania. Detrás de cada mensaje, se esconde uno de los retos más importantes para la economía del país.
Desde la crisis de refugiados de 2014, Alemania ha acogido a cientos de miles de refugiados que huían de guerras como la de Siria. Sin embargo, el país enfrenta un dilema migratorio. Mientras que para muchas personas se ha convertido en un refugio, los profesionales cualificados de países de dentro y fuera de la UE prefieren escoger otro lugar al que emigrar. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ubicó el país en el puesto número 15 dentro del ranking de lugares más atractivos para trabajadores extranjeros, detrás de Portugal, Dinamarca e Irlanda.
Hasta ahora, Alemania no ha sabido convencer a los futuros migrantes de que encontrarán las mejores oportunidades laborales. "Necesitamos inmigración de mano de obra y de trabajadores calificados de terceros países", dijo Vanessa Ahuja, de la Agencia Federal de Empleo de Alemania, refiriéndose a los Estados fuera de la UE. En total, se calcula que todavía quedan cerca de 770.000 vacantes por cubrir dentro de una gama amplia de sectores como la tecnología de la información, la construcción, la arquitectura y la manufactura de materias primas.
"A día de hoy, las empresas tardan cada vez más tiempo en encontrar candidatos para las vacantes. Y muchas veces fracasan en el proceso. Eso está pasando y todavía irá a más, porque se espera que necesitemos siete millones de trabajadores para 2035, cuando la generación baby boomer empiece a jubilarse", explica Enzo Weber, jefe del departamento de investigación Pronósticos y Análisis Macroeconómicos del Instituto de Investigación del Empleo (IAB), a El Confidencial.
En 2021, cuando pasó lo peor de la pandemia del coronavirus, llegaron los peores temores. En Estados Unidos, casi cuatro millones de trabajadores, equivalentes al 2,7% de toda la fuerza laboral, abandonaron sus puestos. Era el inicio de lo que el académico estadounidense Anthony Klotz bautizó como la Gran Renuncia. Los motivos principales, según los expertos, se resumen en que muchas personas tenían planes de dejar su trabajo antes de 2020, pero retrasaron la decisión por la pandemia. Muchas otras sufrieron en ese año un "agotamiento" por la ansiedad que provocaron el coronavirus y el confinamiento. Otro factor se explica por la llegada del teletrabajo, que ha provocado que muchos trabajadores no quieran volver a las oficinas. En algunos casos, han cambiado de empleo porque les ofrecían condiciones más flexibles.
Cuando el fenómeno salió a la luz, algunos estudios como el de Microsoft revelaron que la Gran Renuncia podría llegar a ser un fenómeno global y que cerca del 40% de la fuerza laboral en todo el mundo se estaba planteando cambiar de trabajo en 2021. En Alemania, empezaron las señales de que la tendencia había llegado. "Muchos trabajadores de la economía central (en particular, la atención sanitaria) han renunciado y se han ido a trabajar en el sector privado. En la restauración, muchas personas dimitieron durante y después de la pandemia y se fueron a trabajar al comercio minorista. Algunos hoteles han perdido hasta el 50% de su personal", afirmó el economista Gustav Horn, principal asesor económico del SPD, el año pasado.
"No hemos encontrado indicios de una Gran Renuncia en Alemania"
Desde ese momento, los economistas y expertos empezaron a analizar hasta qué punto era probable que la Gran Renuncia llegara a Alemania, y acabaron descartando esa posibilidad. "No hemos encontrado indicios para poder afirmar que ha habido un fenómeno así en Alemania. De hecho, hemos visto que pasaba hasta lo contrario, y que la gente abandonaba menos sus empleos", afirma Enzo Weber.
Para argumentarlo, sostiene que una de las razones es que Alemania ha adoptado mecanismos laborales como la Kürzarbeit, el trabajo con horario reducido, que fomentan la flexibilidad entre los trabajadores. "Además, a diferencia de Estados Unidos, en Alemania, si dejas tu trabajo, es difícil tener ayudas para el desempleo, pierdes seguridad. Por eso, algunas personas se lo piensan dos veces", continúa el experto.
Los datos refuerzan la tesis de Weber y Alemania cuenta actualmente con un nivel récord de empleo, con más de 46 millones de personas con un trabajo. "Nunca antes había trabajado tanta gente en Alemania, un claro indicio que habla en contra de una Gran Renuncia. Sin embargo, muchos empleados ahora exigen más a sus empleadores, porque su posición negociadora se ve reforzada por la escasez de mano de obra. Si no se satisfacen sus demandas, especialmente de acuerdos laborales más flexibles, más empleados que antes están dispuestos a cambiar de trabajo", afirma Ulf Rinne, investigador del Institute of Labor Economics (IZA), a este periódico.
Alemania ha dejado de ser atractiva
Las cifras de empleo chocan con realidades en sectores como la educación. Según un artículo de Foreign Policy, las familias en Berlín han presentado quejas porque cada vez hay menos profesores y los horarios de sus hijos tienen huecos entre clase y clase porque los maestros están ausentes. La Fundación Robert Bosch Stiftung, una fundación alemana, estimó en un informe que dos tercios de las escuelas alemanas tienen pocos profesores. Una situación parecida se repite en los hoteles y en los restaurantes, en los que se ven a menudo carteles de "se busca ayuda" en las ventanas.
Paralelamente, la cuenta de Twitter All About Berlin escribió a principios de mes que la oficina de inmigración de la capital había cerrado su centro de información. "No queda nadie para responder las preguntas de la gente. Los correos electrónicos y números de fax fueron eliminados de su sitio web. Intenté comunicárselo al defensor del pueblo, pero él también se fue. Ya no sé dónde conseguir respuestas", denunció en una publicación en la red social X.
Alemania se ha dado cuenta de que necesita cubrir sus necesidades laborales con profesionales extranjeros y una de las estrategias pasa por hacerles ver que serán bienvenidos en el país. El artículo de Foreign Policy apunta que trabajadores rumanos, polacos, españoles, italianos y búlgaros han decidido aceptar la oferta de empresas alemanas. El número, sin embargo, no es suficiente para compensar el vacío en el mercado laboral.
Los anuncios de páginas como la de Make It in Germany quieren mostrar una imagen de apertura para los futuros migrantes, pero hace tiempo que Alemania ha dejado de ser especialmente atractiva para los profesionales, sobre todo los que vienen de países de fuera de la Unión Europea. "En mi opinión, esto se debe principalmente a dos razones: en primer lugar, el idioma alemán representa un obstáculo importante y una desventaja en la competencia internacional. Si bien esto no se puede superar por completo, se puede mitigar ofreciendo ofertas de vida cotidiana, culturales y de ocio en idiomas extranjeros, especialmente en inglés. En segundo lugar, Alemania es demasiado reticente a la hora de reconocer las cualificaciones profesionales adquiridas en el extranjero. Los procedimientos a este respecto deben acelerarse, digitalizarse y complementarse con enfoques más pragmáticos", sostiene Ulf Rinne.
Por otro lado, el investigador alemán añade a este periódico que se deberían de llevar a cabo medidas específicas para resolver el problema laboral en el país. Una de ellas pasa por mejorar los servicios de cuidado infantil, uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la sociedad. En 2022, solo el 35% de los niños de hasta tres años iba a la guardería y hay listas de espera muy largas para entrar en la escuela infantil. El problema de la infraestructura choca con los deseos de las madres alemanas, de las cuales solo un 12% no quiere trabajar. Sin embargo, una mayoría de mujeres con hijos de menos de tres años no tiene actualmente un empleo. Entre otras cosas, por no tener la capacidad de dejar a sus hijos en el jardín de infancia. "Sin mejores infraestructuras, es impensable que las mujeres trabajen y que trabajen más horas", sostuvo el consejo de expertos económicos que asesora al Gobierno alemán en un informe de este año.
Por otro lado, Rinne propone que se deben evitarse los desajustes en el mercado laboral y que se invierta en educación y formación para que las personas tengan las cualificaciones que se demandan durante todas las fases de su vida laboral. Finalmente, "es necesaria una reforma significativa en materia de inmigración. Hasta ahora, Alemania se ha creado a menudo problemas con un sistema complejo, obstáculos burocráticos y un fuerte enfoque en las habilidades lingüísticas y las calificaciones reconocidas".
En los últimos años, se han implementado nuevas medidas para facilitar el proceso para las personas tanto refugiadas como migrantes. Pero los recién llegados critican un problema que va más allá de una reforma migratoria. "El racismo no se habla, pero lo siento todos los días", dijo Hayyan, un ingeniero agrónomo sirio que llegó a Alemania tras el estallido de la guerra en su país, a Foreign Policy. Los expertos apuntan a que la tecnología y el talento que necesita Alemania son tan importantes como fomentar la tolerancia. Mientras una gran parte de la sociedad alemana ya ve la inmigración como algo bueno y positivo, otra parte sigue reticente a pesar de la necesidad de trabajadores cualificados.
Desde el punto de vista económico, la escasez de personal en el mercado laboral alemán puede tener consecuencias muy importantes. Según los cálculos de analistas económicos, la producción económica anual alemana podría reducirse así en 86.000 millones de euros. "Además, el mercado laboral podría enfrentarse a una situación paradójica: si por un lado existe una necesidad desesperada de trabajadores cualificados en determinadas profesiones, por otro, el desempleo podría aumentar si los solicitantes de empleo no poseen las cualificaciones que se demandan", alerta Ulf Rinne.
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