Foto: Elijah Nouvelle.
(Reuters)
Los juicios contra Google o la demanda con PlayStation vuelve a poner en el disparadero las comisiones que cobran ciertas plataformas por las descargas, suscripciones o servicios
Apple gana mucho dinero cada año. En 2022, por ejemplo, consiguió 100.000 millones de dólares netos de beneficio. El combustible principal de esta máquina de hacer dinero es el iPhone, pero no es ni mucho menos el único. Su división de Servicios es el segundo negocio más rentable de su cartera.
Se trata de un cajón de sastre donde se engloban cosas como su plataforma de streaming audiovisual, su plataforma de streaming musical, los planes y seguros englobados bajo la marca Apple Care o los beneficios de Apple Pay. Pero si hay algo importante en este departamento es la App Store, que le supone unos ingresos millonarios gracias a las comisiones que cobra la multinacional de Cupertino a los desarrolladores por cada descarga o suscripción que realizan los usuarios de sus dispositivos. Unas comisiones que pueden alcanzar el 30%, dependiendo el caso.
La manzana es la mayor exponente de una industria millonaria que opera de forma invisible para el común de los mortales, que desconoce si es justo o no el precio que tiene que pagar el que ha creado la aplicación que acaba de instalar en su teléfono, el precio que tiene que pagar ese hotel que acaba de reservar en Booking o el precio que tiene que pagar los responsables de una plataforma gracias a la suscripción que ha llegado a través de Google Play.
La cuestión es que en los últimos tiempos han surgido en todo el mundo una serie de voces críticas contra estas prácticas, al que se le acusa de hacer que todo nos salga algo más caro en internet. Esta oposición se ha traducido en una serie de iniciativas legislativas y judiciales que han sacudido los cimientos de este modelo de negocio.
La última de estas batallas se está jugando en Reino Unido. Allí, Sony enfrentará en los próximos meses una demanda que le podría suponer una multa de 5.000 millones de libras (más de 5.800 millones de euros). Por poner en perspectiva la cifra, la mayor compra que ha hecho la multinacional nipona fue de 3.600 millones de dólares (3.335 millones de euros), cantidad que puso sobre la mesa a principios de 2022 para adquirir el estudio de videojuegos Bungie, responsable entre otros éxitos de la saga Destiny.
¿Qué es lo que ha ocurrido para que enfrente una demanda de estas características? Todo empezó a cocerse en verano del pasado año, cuando la defensora de los derechos del consumidor, Alex Neill, acudió a los tribunales por el sobrecoste de los títulos que Sony distribuía a través de PS Store, la tienda digital para PlayStation. La cifra de los 5.000 millones de libras saldría del cálculo que hizo el departamento de Neill sumando las indemnizaciones que deberían recibir casi 9 millones jugadores en aquel país.
La PS Store es la principal puerta para instalar juegos en formato digital en la archiconocida consola. Pues bien, la demanda considera que Sony ejerció un presunto abuso de poder para fijar una comisión excesiva (del 30%) a los desarrolladores y editores. Algo que derivó, según la demanda, en un coste más elevado de las descargas para los consumidores. "Creemos que tenemos un caso realmente sólido, de lo contrario no lo haríamos. Es un gran reto enfrentarse a una empresa como Sony", explicó Neill en su día a la BBC.
"Creemos que Sony abusó de su posición y estafó a sus clientes. Con esta iniciativa legal, defendemos a los millones de británicos a quienes se les han cobrado de más sin saberlo". Tras varios intentos para frenar esta iniciativa, hace unos días un tribunal de apelación londinense sentenció que el proceso debía seguir su curso y que Sony debía defenderse de las acusaciones antes las autoridades de competencia británicas.
Después de Apple, Epic contra Google
Esta noticia ha coincidido en el tiempo con la celebración del juicio de Epic Games, creadores de Fortnite, contra Google. Un momento… ¿No era Apple la que estaba a la gresca con la compañía? Sí, y el asunto acabó en los tribunales. La crisis se remonta a 2020. Las condiciones de Apple y de su App Store impedían a los desarrolladores incluir pasarelas de pago o enlaces a páginas de pago en las aplicaciones que distribuyan para iOS o iPadOS.
Como no hay otra tienda o forma de instalar aplicaciones en los dispositivos de la manzana, la disyuntiva que tiene los desarrolladores es la siguiente: o intentar que los usuarios vayan a través del navegador a sus webs y se suscriban desde allí o pasar por el aro de que Apple procese el pago y se lleve el 15 o el 30% por este motivo.
Epic decidió romper las normas y poner su propio método de pago en Fornite para iPhone, lo que causó su expulsión de la App Store. El asunto acabó en los tribunales, entre acusaciones de ser un monopolio. La compañía no consiguió ser "readmitida" pero la sentencia obligaba a los de Cupertino a introducir cambios en su sistema de pago, lo que puede ser considerada una victoria parcial. Por cierto, los de Tim Cook siguen intentando apelar esta sentencia, pero de momento sus intentonas han sido infructuosas.
Aunque el conflicto con Apple centró toda la atención, Epic también fue expulsada de la Play Store. Desde hace semanas este asunto se dirime en un tribunal californiano, en un proceso que incluso ha obligado a testificar al máximo mandatario de Google, Sundar Pichai. Lo que salga de este juicio puede una vez más ser clave para el futuro de las descargas digitales.
Google también cobra una comisión que oscila entre el 15 y el 30% por procesar los pagos. La diferencia, a día de hoy, es que los responsables de Android permiten otras pasarelas de pago (en el momento que estalló la crisis con Fornite no) y permiten instalar aplicaciones fuera de su tienda.
Sin embargo, Epic acusa a la compañía de utilizar su posición dominante para disuadir estas prácticas y así eliminar a potenciales competidores. Hay dos prácticas que han sido señalados por los demandantes.
La primera de estas prácticas es el mecanismo de constantes avisos que aparecen cuando alguien intenta instalar algo en un teléfono Android que no viene de la Play Store. En ese momento, el usuario ve como aparecen una serie de mensajes advirtiendo de que la fuente es de origen desconocido y los peligros que conlleva.
La Play Store y la App Store son muy diferentes pero tienen algo en común: la guerra contra Epic
Otra de las cosas que está bajo la lupa son los acuerdos que Google tiene contra la fragmentación. Son acuerdos por los que la compañía paga a los desarrolladores para que tengan y mantengan una única versión para su sistema operativo. La misión de esto no es otra que evitar problemas entre las diferentes entregas de Android. Sin embargo, Epic cree que es un incentivo de que las aplicaciones solo acaben en la Play Store.
Los jueces terminaron de escuchar a las partes el pasado día 4 de diciembre y en las próximas semanas emitirán su veredicto. Una vez más, lo que decidan puede implicar un cambio importante en el ecosistema de la economía digital y llamada economía de las apps.
También hay que tener muchas cosas en cuenta. El empeño de Epic por romper el dominio de la App Store y la Play Store no se circunscribe únicamente a su interés por pagar menos comisiones. Los desarrolladores de Fortnite también tienen una tienda de juegos (la comisión que cobran, por cierto, es del 12%).
Conseguir por la vía judicial cambios en iOS y Android le permitiría llevar este negocio a cientos de millones de dispositivos en todo el mundo. Tener que abrir esa puerta, argumentan Apple y Google, podría suponer un grave perjuicio para la seguridad y la privacidad de los usuarios. Además, cuando se les acusa de cobrar demasiado, aseguran que sus comisiones están en línea con el mercado y que acercan una audiencia a los desarrolladores que de otra manera sería mucho más difícil conseguir.
La vía legislativa
Pero la transformación de las tiendas de apps no solo dependen de las luchas judiciales. Aunque Epic es la que consiguió poner la lupa sobre este asunto, lo cierto es que en el pasado muchas otras compañías habían denunciado esta situación. Es el caso de Spotify, que denunció en la UE las comisiones que cobraba Apple y las condiciones de la Apple Store.
Ese fue el germen de la DMA (Digital Market Act), con la que Bruselas pretende fomentar la competencia en los mercados digitales, así como la interoperabilidad entre diferentes plataformas.
Esta norma obliga a las empresas catalogadas como guardianes de acceso por su volumen y su cuota de mercado a cumplir ciertos requisitos. Esto, por ejemplo, es lo que puede acabar obligando a Apple a hacer lo que Epic pretendía con su campaña judicial: que permitan instalar apps de otras tiendas y que permitan otras formas de pago.
La compañía californiana ya confirmó que trabajaba en una versión de iOS para permitir las tiendas de apps de terceros para Europa más allá de la App Store. A pesar de ello, ya ha elevado una reclamación a Bruselas para evitarlo. Lo hacen porque consideran que es abrir la puerta a software poco fiable e incluso peligroso para los usuarios. La reclamación no tardará mucho en resolverse, porque la DMA obliga a tomar estos cambios antes de 2024. La propia Apple ya ha confirmado que iMessage, otro de los servicios incluidos bajo el paraguas de esta norma, será compatible con el protocolo RSC de Google para garantizar la interoperabilidad a la que le obliga la nueva norma.
www.elconfidencial.com/tecnologia/2023-12-08/comisiones-internet-limites-juicios-google-apple_3787028/