- La autovía está flanqueada por vegetación para evitar que la arena la sepulte
- Fue inaugurada en 1995 y cada kilómetro de vía costó 14 millones de dólares
- China necesitaba esta carretera en mitad de la nada para dar salida al petróleo
La Carretera de Tarim, Carretera del Desierto de Tarim o Carretera del Desierto de Taklamakán atraviesa el denominado Mar de la Muerte de China y es un trazado imposible. O al menos eso pensaban muchos en 1993 cuando comenzó a construirse.
Se trata de una de las mayores infraestructuras de China, donde casi todas las nuevas son descomunales. Esta carretera pública, inaugurada hace ahora 30 años, en 1995, une las ciudades de Luntai y Minfeng y atraviesa hasta 552 kilómetros de uno de los desiertos más áridos del mundo, el de Taklamakán, conocido también como el Mar de la Muerte por estar plagado de dunas móviles y por no tener fuentes de agua permanentes y por soportar temperaturas extremas de hasta 50 grados centígrados por el día y de –30 por las noches.
Cuando se ideó esta carretera hace más de tres décadas, en 1989, el objetivo era que sirviera sobre todo para facilitar el acceso a los yacimientos petrolíferos y alguno de gas existentes en la región en plena expansión de la industria petrolera china.
Muchos pensaban que construirla era una utopía y que no sería posible, ya que planteaba demasiados desafíos, especialmente su mantenimiento y conservación. Que la carretera quedara sepultada en la arena del desierto era más que una posibilidad, pero no ha sido así, ha 'aguantado' 30 años gracias a un novedoso planteamiento.
Para evitar que la carretera desapareciese sepultada por la arena del desierto a consecuencia del viento y que las dunas móviles avanzasen sobre la calzada, se pensó en un sistema conocido como "cortinas de protección ecológica", que pasa por crear un área verde a través de más de 550 kilómetros de su trazado por el desierto para proteger la calzada y evitar la erosión del viento.
Por ello, a ambos lados de la vía se plantaron millones de arbustos, matorrales y pequeños árboles que requieren de poca agua, sobre todo saxaul y el tamarisco, a lo largo de una distancia que es aproximadamente la misma que hay entre Madrid y Tarragona.
Esta vegetación subsiste porque se riega mediante sistemas de goteo que son alimentados por pozos subterráneos creados también a tal efecto. Sirve de barrera contra el desplazamiento de las dunas e impide que la carretera se llene de arena, con lo cual, además, el terreno se ha estabilizado y 30 años después de la inauguración se sigue mostrando como un sistema práctico y útil, pese a que en sus orígenes muchos receleban de él.
Un operario cada 4 kilómetros
China ha demostrado con esta infraestructura que ni uno de los desiertos más inhóspitos del mundo puede con sus planes. La carretera no solo es un prodigio de ingeniería, sino que también ha permitido combatir la desertización gracias a un solución ecológica innovadora.
La vía, en todo caso, dispone de personal para garantizar que la vegetación se mantiene. Son cientos de operarios, ya que en la carretera cada 4 kilómetros hay una casa donde reside el responsable de ese tramo y su familia. Son trabajos que duran un máximo de dos años por lo dificultoso de residir en un medio tan hostil que además se encuentra en mitad de la nada.
La de Tarim, la carretera más larga del mundo contruida en un desierto, son en realidad tres carreteras, dos principales y una secundaria, y algunos tramos coinciden con la antigua Ruta de la Seda. Si la vía sigue en pie 30 años después es sin duda por ese novedoso sistema que plantea vegetación a ambos lados. No deja de ser otra 'muralla china' que esta vez tiene caracter defensivo contra la arena.
Una única gasolinera y un karaoke
La Carretera de Tarim la utilizan sobre todo camiones cisterna que transportan petróleo desde la Cuenca del Tarim hasta el sur de China y no ha dejado de repoblarse de vegetación a ambos lados en 30 años. Desde 2003, cuando la carretera ya tenía 8 años, se han plantado más de 2 millones de plantas y se han contruido cientos de pozos para poder regarlas. De hecho, hay un pozo cada 2 kilómetros de ruta. Este sistema de riego ha sido posible gracias al descubrimiento de acuíferos subteráneos con una capacidad de agua estimada de 36.000 millones de metros cúbicos.
En concreto, de los 552 kilómetros de la carretera, 446 atraviesan zonas deshabitadas. Aunque la autovía tenga ahora vida cada 4 kilómetros gracias a las casetas de mantenimiento, se debe tener muy en cuenta la gasolina, puesto que en todo el trazado de la carretera solo hay una gasolinera, de Petrochina.
La gasolinera se encuentra aproximadamente en la mitad del recorrido y junto a ella hay un par de restaurantes y un karaoke, ojo, que parece algo a lo que los chinos no están dispuestos a renunciar ni en mitad del desierto. Así que salvo por los empleados de este área y los trabajadores de mantenimiento, la región está completamente deshabitada.
Catorce millones por kilómetro
Para la Carretera de Tarim se planteó también inicialmente la alternativa de crear muros de hormigón o piedra a ambos lados del trazado para contener la arena, pero construir al menos uno por sentido supondría más de 1.000 kilómetros de muralla y no resultaba factible, por lo que la vegetación se impuso en el proyecto, que además se convirtía así en más sostenible.
La autovía ocupa un total de 330.000 kilómetros cuadrados y tuvo un coste de construcción de 14 millones de dólares por kilómetro, que multiplicados por 552 kilómetros dan una cifra de 7.728 millones de dólares. Pero el desembolso no se quedó solo en eso, ya que la vía y sus 3.000 hectáreas de entorno vegetal requieren de un constante mantenimiento y de grandes montantes económicos.
Aunque esta carretera de la región autónoma e Xinjiang, en el noroeste de China, fue construida originalmente para el transporte de petróleo, con los años se se ha convertido en una vía importante para el transporte de todo tipo de mercancías, pero también es ahora un importante reclamo turístico. De hecho, muchos ciudadanos chinos la recorren de punta a punta como si se tratara de la mítica Ruta 66 que atraviesa Estados Unidos.