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En las últimas décadas, China ha experimentado cambios extraordinarios que la han convertido en la segunda economía mundial. Pero este "milagro" tiene un lado oscuro.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), desde 2005 China es "el país con mayor número de migrantes", muchos de ellos indocumentados.
Hsiao Hung Pai, autora de "Chinese whispers" ("Susurros chinos"), una investigación a fondo sobre la situación de los inmigrantes chinos en el Reino Unido, le explica a BBC Mundo que esta migración ilegal forma parte de un paisaje de sobreexplotación en el mundo desarrollado.
"Trabajan a destajo los siete días de la semana bajo deplorables condiciones laborales, siempre hostigados por ser indocumentados", añade.
Chi-ku ("comer amargura")
Los chinos, que hacen de la comida uno de los centros de su universo, llaman a esta situación de sobreexplotación chi ("comer") ku ("amargura")
El germen de este chi-ku fue el proceso de emigración masiva que acompañó la reforma de Deng Xiao Ping, saludada en Occidente como la fuente del milagro chino.
La reforma, iniciada poco después de la muerte de Mao Tse Tung en 1976 y acelerada en las décadas de los años 80 y 90, impulsó un desmantelamiento de empresas estatales, la desregulación del sector agrícola y la apertura al capital extranjero con una explosión de las llamadas joint-ventures.
Este gigantesco experimento socio-económico produjo un crecimiento asombroso y un estallido de la desigualdad.
Para muchas familias, la emigración se convirtió en la única salida.
She-tou ("cabeza de serpiente")
Los she-tou (literalmente "serpiente cabeza") son el punto de partida del proceso de migración.
"Funcionan como intermediarios en la compleja maquinaria de la emigración. No hay que imaginar que son personajes escurridizos, que trabajan en las sombras. Aunque su actividad es ilegal, las personas saben cómo encontrarlos; tienen una inserción social en su localidad, muchas veces con oficinas", explica Hsiao Hung Pai.
El precio que cobran por el servicio ronda los US$40.000, una suma exorbitante para una clientela de campesinos y obreros desempleados.
El pago es con frecuencia un emprendimiento colectivo: se juntan ahorros de familiares, se pide dinero a diversos prestamistas a tasas usureras.
"El viaje puede durar hasta seis meses. Las rutas dependen del she-tou y sus contactos. A veces se atraviesa Asia para llegar a la Unión Europea. Otras veces es por el norte de China y Rusia", afirma Hsiao Hung Pai.
Una de las fronteras más temidas es Eslovaquia. El cruce por la montaña se hace de noche y a pie, previo soborno de las autoridades: los que quedan rezagados o se pierden son abandonados a su suerte.
En 2000, en el puerto de Dover, en el sur del Reino Unido, una de estas interminables travesías acabó en las primeras planas de la prensa mundial.
En un intento de despistar a las autoridades inmigratorias y maximizar la comisión por el traslado, un camionero holandés metió a 58 migrantes ilegales chinos en la parte trasera del vehículo detrás de unas 700 cajas de tomates.
Cuando se abrieron las compuertas del camión, se comprobó que todos habían muerto asfixiados.
Pero ni ese escenario de horror afectó la corriente migratoria.
Yinguo: Rensheng Ru Meng ("Inglaterra: la vida es sueño")
Uno de los destinos más codiciados en Europa es el Reino Unido.
Sin hablar una palabra de inglés, los inmigrantes dependen de una red de intermediarios chinos y británicos para conseguir documentos "legales", trabajo y alojamiento en condiciones de hacinamiento, todo a precios usureros.
Todos sacan una tajada. Para los empleadores, es mano de obra barata: el salario es la mitad del mínimo británico.
Para los intermediarios, el porcentaje cobrado al indocumentado. Para el consumidor, los asombrosos precios que encuentran en las tiendas y los supermercados.
La mayoría de los indocumentados obtienen lo suficiente como para bajar la cabeza y alimentar ese sueño esquivo y áspero de un futuro mejor.
"Trabajan en restaurantes, la construcción, la industria textil, zonas rurales y venta callejera de DVD piratas", dice Hsiao Hung Pai.
"A algunos los arrestan y entran en un largo y kafkiano proceso esperando su deportación y, a veces, trabajando desde el centro de detención".
Al igual que con la travesía, la tragedia sobrevuela la vida laboral de los indocumentados.
En 2004, en la costa de Morecambe, en el norte de Inglaterra, 23 chinos ilegales que pescaban berberechos de noche para eludir las autoridades migratorias y los ataques de los trabajadores locales terminaron ahogados por la marea.
¿Zhide bu zhide? ("¿valió la pena o no?")
La actual ola migratoria de China no es nueva, según le comenta a BBC Mundo la profesora emérita de estudios chinos de la Universidad de Leeds, Delia Davin, autora de "La migración interna china".
"En la primera mitad del siglo XX, ocho millones de chinos fueron a trabajar en el exterior. Sólo durante el maoísmo, por razones históricas e ideológicas, hubo un drástico reflujo de esta tendencia: se percibía como deshonroso trabajar para un foráneo", añade Davin.
En la década de los años 80, las primeras cifras oficiales -es decir, sin indocumentados- marcaban un claro cambio de tendencia con 32.000 emigrantes. En los 90, la cifra había trepado a 778.000. En el último recuento de 2005 eran tres millones.
En el caso de los indocumentados, ¿llegan a cumplir sus sueños?
"La mayoría de ellos tardan entre dos y cuatro años en pagar su deuda y sólo después empiezan a mandar dinero a sus familias. Se puede decir que logran concretar al menos parte de sus sueños, sea pagar la educación de sus hijos o construirse una casa", puntualiza Hsiao Hung Pai.
Este ¿zhide bu zhide? individual es también una pregunta colectiva sobre el "milagro" chino.
"En definitiva, incluso a los que no les fue tan bien, les está yendo mejor que antes. Pero se pagó un alto precio que, según algunos, fue innecesario, como la privatización del servicio estatal de salud y el sistema de seguridad social. El mismo gobierno ha reconocido estos problemas", concluye Davin.
Por Marcelo Justo BBC Mundo from BBC.co.uk 07/03/2011
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