La primera reflexión que debemos hacer es que besar, tocar, acariciar, etc. no hay un modo correcto de hacerlo, es una cuestión totalmente subjetiva, cada uno tiene su estilo. Podemos conocer a alguien que consideramos que besa mal, pero a otra persona le pueden parecer unos besos irresistibles.
Los aspectos que tienden a no gustar de los besos son: mal aliento, exceso de saliva, movimientos muy bruscos, demasiada lengua, dientes entrometidos o dificultad para respirar. Hay muchos otros, pero estos son los comentarios que tienden a repetirse cuando hay quejas de los besos.
Pero, ¿qué ocurre si esa persona nos encanta, nos entiende, nos divierte, etc. y hay ese “pero” (sean los besos, o como nos acaricia o el sexo oral, etc.)?
Lo más importante es evitar hacer sentir mal a la pareja, no debemos decirle nunca que besa mal o que eso no nos gusta y menos compararla con otras experiencias de nuestro pasado con otras personas. Lo único que conseguiremos si hacemos esto es crearle una gran inseguridad y dañar su autoestima.
Lo primero a tener en cuenta es que los cambios llevan tiempo, delicadeza y compromiso. Además, dependiendo de la confianza que tengamos lo podremos expresar de un modo más directo o deberemos ser más sutiles.
La próxima vez que te beses con tu pareja intenta adoptar una actitud proactiva y dale señales de cómo te gustan los besos, lleva las riendas de la situación. Si das a conocer tu estilo de besar seguramente tu pareja se dejará llevar y lo imitará.
También puedes convertir una situación incómoda en un juego de aprendizaje. Dile “así me encantan los besos” y dale ese estilo de beso que te gusta. Refuérzale aquellos besos que sucedan y te gusten, el refuerzo positivo es básico para generar una conducta que se repita.
Cada pareja es un mundo, hay que adaptarse en muchísimos aspectos. Seguramente crearemos un nuevo estilo, con los gustos de ambos se dará una nueva combinación creando nuevas dinámicas de pareja. Pero sí es de gran importancia que comentemos y gestionemos las cosas que no nos gusten des del principio de la relación, no debemos esperar a que cambien solas porque no tiende a ocurrir y con el tiempo es mucho más difícil conseguir cambios porque ya se han creado hábitos.
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