Los lugartenientes de Tim Cook, Jeff Bezos, Jamie Dimon o Lloyd Blankfein son a menudo perfectos desconocidos, pero comparten una enorme responsabilidad que deben gestionar en la sombra.
Durante el histórico testimonio de Mark Zuckerberg, consejero delegado de Facebook, ante el Congreso de Estados Unidos la semana pasada, muchos se preguntaban quiénes eran las dos personas que se sentaban justo detrás de él.
Myriah Jordan y Joel Kaplan, responsables de Políticas Públicas de la compañía tecnológica, permanecieron al lado de Zuckerberg durante las más de diez horas que duraron las comparecencias, prestando su apoyo incondicional.
Sin embargo, al margen de por los lobbistas de Washington, ni sus nombres ni sus caras son conocidos por el gran público, pese a la enorme responsabilidad que tienen en sus manos. De su trabajo depende, por ejemplo, la futura regulación de Facebook.
Detrás de un gran consejero delegado, siempre hay un gran directivo. Es la máxima de Wall Street. La gestión de las principales compañías cotizadas de Estados Unidos requiere de un equipo numeroso y, sobre todo, de ejecutivos de confianza. En general, los consejeros delegados se ocupan de las grandes líneas maestras de las empresas y ceden la operativa del día a día a sus vicepresidentes, directores generales o de Operaciones. Estos conocen la compañía tanto o más que el máximo ejecutivo, pero la mayoría pasan desapercibidos.
Pese a todo, hay excepciones. La directora de Operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, ocupa un papel cada vez más destacado que se explica por la aversión de Zuckerberg a los focos públicos. Cuando esto sucede, hay un problema. Tras el escándalo de la fuga de datos de millones de usuarios, varios inversores reclamaron que Sanberg tomara las riendas de Facebook, a la que consideraban mejor comunicadora y con mayores dotes de liderazgo.
Williams se convirtió en segundo de a bordo cuando Cook asumió las riendas de Apple
Pocos conocen, sin embargo, a Jeff Williams, que se convirtió en mano derecha de Tim Cook cuando éste fue nombrado consejero delegado de Apple tras la muerte de Steve Jobs. Williams ocupa en la mayor compañía del mundo el mismo puesto que dejó Cook: director de Operaciones.
Carisma
En ocasiones, la figura del líder es tan carismática que resulta imposible hacerle sombra. Charlie Munger es un legendario inversor tan protagonista de la apabullante evolución de Berkshire Hathaway como Warren Buffett, pero cuenta con mucho menor proyección pública que su eterno socio. Mientras, Sergey Brin fundó el gigante Google junto a Larry Page, pero su condición de segundo limita su protagonismo.
En algunas compañías, es difícil encontrar una mano derecha clara. Reed Hastings acumula en la plataforma de servicios audiovisuales Netflix los cargos de fundador, presidente, consejero delegado y director general. David Wells se ocupa de la parte financiera.
En muy pocas ocasiones, el liderazgo es compartido de manera oficial. La excepción es Oracle, que cuenta con dos consejeros delegados al mismo nivel, Safra Ada y Mark Hurd, desde que Larry Ellison dio un paso atrás y limitó su papel al de presidente del consejo.
Algunas empresas cuentan con dos o más lugartenientes. El consejero delegado de Walmart, Douglas McMillon, comparte las riendas ejecutivas de la cadena de supermercados tanto con Greg Foran, responsable del negocio en Estados Unidos, como con Judith McKenna, recién ascendida al cargo de consejera delegada de Walmart International.
La mano derecha del jefe suele ser también el mejor considerado en la carrera por la sucesión. En JPMorgan, Jamie Dimon se apoya en dos directores de Operaciones, Daniel Pinto y Gordon Smith, que han sido ascendidos recientemente al cargo en un proceso diseñado para calibrar al mejor candidato a sustituir a Dimon, uno de los grandes gurús de Wall Street.
La mayoría de los mano derecha acumulan décadas de experiencia en las compañías que ayudan a dirigir, como es el caso de Brad Smith, que se incorporó a Microsoft en 1993. Smith fue promocionado hace tres años al puesto de director general por Satya Nadella, consejero delegado de la tecnológica desde 2014. Smith es también responsable de asuntos legales de Microsoft, un cargo de enorme importancia para la compañía.
El riesgo de ser el número dos
Ser el eterno número dos tiene sus desventajas, que pueden convertirse en insalvables cuando el líder se resiste a ceder las riendas. En Goldman Sachs, Gary Cohn se cansó de esperar a la retirada de Lloyd Blankfein y, después de veinticinco años trabajando en el banco de inversión, decidió aceptar la oferta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de formar parte de la nueva Administración. Así, Cohn se convirtió en 2015 en el principal consejero económico de la Casa Blanca. No ha durado, sin embargo, mucho en el puesto. A comienzos de marzo, el financiero dejó el cargo por su inconformidad ante las políticas proteccionistas de Trump y el amago de guerra comercial iniciado con China. Después de la salida de Cohn de Goldman Sachs, Blankfein nombró a dos responsables de Operaciones: Harvey Schwartz y David Solomon, que iniciaron una feroz competencia por ganarse el título de principal candidato a la sucesión. La batalla, de momento, la ha ganado Solomon. Schwartz abandonará Goldman Sachs este mes, dejando el camino libre a su colega y rival para suceder a Blankfein, que tiene previsto dejar el banco a comienzos del año que viene, tras más de una década como primer ejecutivo.
CLARA RUIZ DE GAUNA. NUEVA YORK 21 ABR. 2018 - 20:38
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