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Los cultivadores de amapola han registrado cuantiosos beneficios en los 20 últimos años al triplicarse el consumo de los opioides gracias al fuerte aumento de la demanda.
En un prado de un rincón remoto de la Tasmania rural, Philip Loane acaba de terminar la recolección anual de amapola. "Los precios de los contratos han caído alrededor de un 25% en cinco años, tal vez más", explica Loane, que trabaja una granja de 485 hectáreas en la isla estado australiana. "La oferta ha superado a la demanda, debido a unas previsiones excesivamente optimistas para el mercado estadounidense, donde preocupa el abuso de los analgésicos".
Son momentos difíciles para los cultivadores de amapola de Tasmania, que producen casi la mitad del suministro mundial del ingrediente básico de los analgésicos opioides. Los legisladores de Estados Unidos están tomando medidas para frenar las recetas de analgésicos como el Co-codamol debido a la crisis de los opioides que se cobró 42.000 vidas en 2016, el 40% de ellas provocadas por fármacos con receta. Reino Unido, Australia y otras naciones desarrolladas están tomando medidas similares para combatir los elevados índices de adicción.
Los cultivadores de amapola de Tasmania han registrado cuantiosos beneficios en los 20 últimos años al triplicarse el consumo de los opioides gracias al fuerte aumento de la demanda estadounidense. Pero el consumo global ha caído desde su pico en 2014, lo que ha provocado un aumento de los inventarios y una reducción de los pedidos de los fabricantes.
"La mayoría de los fabricantes han invertido en capacidad adicional en los últimos años, pero la demanda no ha crecido y en algunos países se ha reducido, de ahí que la mayoría no llegue a la capacidad óptima", según explica Doug Blackaby, director gerente de Tasmanian Alkaloids. La compañía, propiedad del grupo de capital riesgo estadounidense SK Capital Partners y uno de los tres mayores procesadores de amapolas de la isla, rebajó los precios de los contratos de los agricultores un 12% para la cosecha de 2017. Blackaby achaca el excedente al endurecimiento de las leyes sobre prescripciones en EEUU, que consume casi un tercio de los opioides mundiales, y al exceso de capacidad de procesamiento.
La planta del opio contiene morfina, codeína y tebaína, ingredientes presentes en una amplia gama de analgésicos y en drogas ilegales como la heroína. Su cultivo está regulado por Naciones Unidas, que en los años 70 aprobó que Australia se convirtiese en uno de los pocos países donde la producción comercial es legal. Tasmania no tardó en convertirse en el líder global en el cultivo y procesamiento de amapolas. Francia, Hungría, India, España, y Turquía son los otros grandes productores.
En 2013 se cultivó la cifra récord de 10.800 hectáreas de amapolas en Tasmania, generando una cosecha de 120 millones de dólares australianos (74,4 millones de euros) para los agricultores. Desde entonces, la demanda se ha desplomado, llevando a los tres principales procesadores -Sun Pharmaceuticals, Tasmanian Alkaloids y TPI Enterprises- a reducir el volumen y los precios de los contratos. Tasmanian Alkaloids y TPI se están diversificando a la marihuana terapéutica para buscar nuevos flujos de ingresos.
Glynn Williams, que posee una granja de 250 hectáreas, explica: "El precio que obtuve este año rondó los 1.500 dólares australianos la hectárea menos de lo que cobré en 2005, en términos reales". Williams, que también posee una asesoría jurídica, antes cultivaba 40 hectáreas de amapolas, pero en la actualidad dedica sólo 11 hectáreas a la planta. En tiempos mejores para el negocio, abandonó la asesoría jurídica para centrarse en la agricultura, pero el empeoramiento de las condiciones le han llevado a replantearse la situación.
Según Poppy Growers Tasmania, el numero de cultivadores de amapolas ha caído de 800 en 2013 a 650. La industria deposita sus esperanzas en el mundo en vías de desarrollo, donde la gente tiene poco o ningún acceso a los analgésicos. Sin embargo, Richard Mattick, un experto en fármacos y miembro del Consejo Internacional de Control de Narcóticos, advierte que esas expectativas probablemente sean desacertadas. "La realidad es que esto tardará años en producirse, ya que exigiría grandes cambios en la cultura, la legislación y las prácticas médicas en estos países, además de superar el miedo al abuso y la adicción", apunta.
La semana pasada, una delegación de cultivadores de amapolas asistió a la reunión anual de la Comisión de Estupefacientes de la ONU, con la esperanza de obtener alguna noticia positiva sobre la futura demanda y precios. "La gente podría abandonar la industria si la rentabilidad no se recupera", advierte Loane, que preside Poppy Growers Tasmania. "En esta granja tenemos cultivos alternativos, por lo que si los precios caen más podríamos salir de la industria o reducir la exposición a ella".
JAMIE SMYTH | FINANCIAL TIMES
4 ABR. 2018 - 00:06
http://www.expansion.com/empresas/distribucion/2018/04/04/5ac3e6ffca47413e3a8b457a.html
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