Ithaa, restaurante submarino del hotel Conrad Maldives Rangali (Hilton)
A 500 metros de altura, a 5 metros bajo el océano Índico o en medio del desierto australiano, en ocasiones comer puede convertirse en una experiencia extrema
Todos sabemos que comer es una actividad vital. Si dejamos de hacerlo, no podremos hacer nada más. Por eso, cuando nos vamos de vacaciones, buscamos un restaurante. Hay que reconocer que algunos no somos muy exigentes y simplemente nos conformamos con llenar el estómago. Otros, sin embargo, nos decidimos por la calidad de sus platos, o porque le han concedido alguna estrella Michelin, o sencillamente porque está en un barrio céntrico, o incluso los hay que miran que sea japonés, italiano, o vegetariano o especializado en arroces. Da lo mismo, la cuestión, como decía al principio, es comer de una forma regular.
Pero, a veces, no es suficiente con un restaurante que nos sirva comida más o menos buena. Buscamos algo diferente, original, una experiencia que nos saque de la rutina. El más difícil todavía. Pues bien, prepárate, hemos seleccionado 6 restaurantes en los que, paradójicamente, no te acordarás de lo que has comido, sino de otras cosas:
En una capsula a 400 metros de altura (Valle Secreto de Perú)
Para empezar, hay que decir que, como es evidente, no es una opción barata. Pero estamos hablando de experiencias únicas, difícilmente repetibles. El Skylodge Adventure Suites es un hotel formado porcápsulas de policarbonato transparentes que se aferran a la ladera de una montaña a 400 (y pico) metros de altura. Se inauguró en 2013.
Como es lógico, no es fácil llegar. Hay que escalar, atravesar un puente colgante y utilizar unas tirolinas. Eso sí, siempre llevas un guía pegado a la espalda. Es muy seguro. Cuenta con un restaurante perfectamente equipado: la cocina funciona con energía solar –y está incrustada en la roca- y sirven un excelente desayuno y comida o cena de cuatro platos acompañado de vino, e incluso hay algún plato vegetariano. Un lujo, vamos. Y si tienes la suerte de tener un día despejado, las vistas del Valle Sagrado de los Incas son una pasada ; luego, por la noche, infinidad de estrellas iluminan el cielo abierto.
Bajo las aguas del Oceáno Índico (Maldivas)
Si no te van las alturas y lo que te fascina son las bajuras, dale la vuelta al globo terráqueo y pon rumbo al Océano Índico, entre los islotes que conforman la isla de Conrad Maldives Rangali – que pertenece a la cadena Hilton - donde encontrarás el primer restaurante submarino del mundo, a 5 metros bajo la superficie del agua. El Ithaa es su nombre. Significa “madre perla” en el idioma local maldivo. Es como estar metido dentro de un acuario. Se trata de una cúpula de vidrio con unas panorámicas de 180 grados.
Se come decentemente bien: pastas rellenas de langosta de arrecife con burrata y limoncillo dorado, chocolate salvaje boliviano crudo y lima kaffir panna cotta con sorbete de coco. Pero pueden comer hasta 12 personas, por lo que si quieres mesa, hay que reservar con bastante anticipación. Eso sí, tendrás compañía como tiburones, peces loro, tortugas, langostas, corales maravillosos... Ah, y especial mención a los deliciosos cócteles al final de la velada.
Suspendido sobre una roca de coral (Zanzibar)
Se llama de Rock Restaurant y está situado sobre un arrecife de coral en la playa Kijiweni de Pingwe, en la costa este de Zanzibar, frente a Tanzania. Es sorprendentemente original. No tiene pérdida. Comerás en medio de un mar abierto de color turquesa. Y comerás bien, nada del otro mundo, pero bien.
La especialidad es la pasta italiana y el marisco, sobre todo parrillada (langosta, cigalas, pescados, calamar...). Una muestra de uno de sus platos: carpaccio de pescado especial con salsa de chile, limón y coco, y flambeado de piña con helado local de vainilla. Pero, como verás, es sobre todo un banquete visual. Pero ojo, cuando sube la marea te transportarán en una barquita; y si está baja, toca hacerlo a pie.
En un nido en la copa de un árbol (Tailandia)
Suena curioso, pero se trata de uno de los restaurantes más solicitados de Tailandia. Y eso que las mesas se encuentran a 5 metros del suelo en lo alto de un árbol. Tal cual. El espacio es sorprendente (y lo más importante, sostenible): se trata de nidos de bambú creados en The Treepod Dining dentro del resort Soneva Kiri Eco en la isla Ko Kut, al este de Tailandia, a una hora de vuelo desde Bangkok.
Una lancha rápida, un sistema de poleas y tirolinas, entre la selva y el mar, permitirá que los comensales lleguen al restaurante, donde se sirven platos de este calibre, atención: pescado al horno con hojas de plátano con galanga (a veces llamado jengibre tailandés), lima y salsa verde de la casa, berenjena con chile, maní y menta, natillas tradicionales tailandesas con arroz pegajoso... y la lista continúa con todo tipo de delicias.
En un iglú de Laponia
Cada año, cuando la temperatura alcanza los -10º, levantan el restaurante de nuevo con hielo y nieve y lo decoran de manera muy agradable con velas y luces tenues. Luego, en primavera, siempre se derrite. Y así cada vez. En definitiva, hay que viajar en invierno para poder cenar y dormir en el SnowVillage (es un hotel iglú también). Está en la Laponia finlandesa y lo bueno es que la cocina es tradicional de esas tierras.
La gastronomía sami con platos como el uutarinlohi, arenque marinado con cebolla y pimientos, los platos de setas y bayas silvestres o las populares empanadillas que se rellenan con variedad de ingredientes, como arroz, pescado o queso. En el interior están a unos – 2 º (hasta - 5 º) y lo primero que te sirven es un chocolate caliente en una tazón de madera. Da un gustazo bestial. Luego viene una cena de lo más energética. No es nada barato, por cierto. Pero un día es un día. Lo que cuenta es la experiencia. Ah, y también tienen el bar situado en un iglú de 10 metros de altura.
En el desierto iluminado de Australia
El Outback australiano se parece mucho al desierto del Sáhara; ha sido escenario del rodaje de películas como Mad Max y Priscilla Reina del Desierto. Esta tierra aborigen está protegida. Es fascinante. En este caso te propongo cenar al aire libre en un remoto rincón en pleno parque nacional Uluru-Kata Tjuta, en donde se levanta uno de los símbolos más venerados de Australia y Patrimonio mundial: Uluru (Ayers Rock).
Allí, y hasta diciembre de 2020, se puede acudir al espectáculo de 50.000 luces del artista Bruce Muro, que colorean la superficie del inmenso desierto, produciendo por la noche una magia fantasmagórica cuando se mezcla con el cielo estrellado, y tú mientras tanto podrás degustar las excelencias gastronómicas locales.
Comer a tu rollo (Amsterdam)
En este caso puede que se diga que este no es un caso alucinante. Pero a mi sí me lo ha parecido. Puede que no tenga vistas extraordinarias ni incurras en el más mínimo riesgo comiendo aquí, pero es una iniciativa alucinantemente práctica. Se trata de una experiencia que no puedes tenerla en la gran mayoría de restaurantes. ¿Quieres comer a tu rollo, en silencio, sin que otras conversaciones de la mesa de al lado te distraigan? Pues estás de suerte, hay un restaurante donde es posible: Amsterdam Eenmaal.
El objetivo es que puedas comer solo sin sentirte un bicho raro o siendo un bicho raro más. La cuestión es evitar familias ruidosas, jefes pesados o parejas ofendidas. Te sientas en tu mesa para uno. Dispones de diarios, revistas, libros para amenizar tu comida. Y pides tu comida. Fácil. Solo te queda meditar sobre temas del trabajo, o pensar en las musarañas, o lo que te venga en gana, porque nadie te interrumpirá. De hecho muchos comensales aseguran que se trata de una experiencia gastronómica diferente, ya que te puedes concentrar exclusivamente en el sabor, la textura de los alimentos. La materia prima es de excelente calidad: todo está hecho con ingredientes locales orgánicos.
Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo,
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