Las moscas más jóvenes observan cómo sus madres eligen a los machos más atractivos y copian su comportamiento (WP)
Un estudio revela que estos insectos son seres capaces de transmitir culturalmente sus preferencias sexuales a través de generaciones
La palabra cultura puede definirse como el conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo. Esto implica la transferencia de conocimiento de generación en generación, para lo que es necesario poseer determinadas habilidades cognitivas, que son las que permiten a la especie humana aprender, procesar y transmitir la información.
No obstante, un artículo publicado el pasado mes de noviembre en la revista Science denota que no solo la especie humana es capaz de adquirir conocimiento y transmitirlo de padres y madres a hijos e hijas, sino que también las moscas pueden hacerlo gracias a que son seres culturales. Un hallazgo que proporciona una de las primeras evidencias de la posible existencia de culturas animales que hasta ahora habían pasado desapercibidas.
El trabajo, elaborado por expertos en evolución y diversidad biológica de la Universidad de Toulouse III y del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés), constata que las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), una especie ampliamente usada en estudios sobre genética, poseen las habilidades cognitivas necesarias para transmitir culturalmente sus preferencias sexuales a través de generaciones.
En referencia a ello, los autores del estudio aseguran que las más jóvenes observan atentamente cómo las hembras adultas eligen a los machos más atractivos y cómo copulan con ellos. Luego copian este comportamiento y lo mantienen durante varias generaciones. Un hábito que son capaces de memorizar a largo plazo y que, a juicio de los expertos, aprenden de forma social y observando a sus congéneres.
Asimismo, el estudio revela que las moscas tienden a adquirir el comportamiento más común entre sus homólogos y que en lo que se fijan realmente a la hora de escoger a su media naranja es en el color, ya que es una característica general y no exclusiva de cada individuo.
“El color de un macho, que no está vinculado con su adaptación al entorno, se convierte en una característica que hace que tenga más probabilidades de pasar sus genes a la siguiente generación”, apunta en este sentido Etienne Danchin, el autor principal del trabajo.
Efecto de la presión social
Las moscas más jóvenes tienden a adquirir el comportamiento más común entre sus congéneres adultos
Al final, entre las moscas, lo de escoger al compañero más adecuado no deja de ser una cuestión de moda, al igual que ocurre con la especie humana, en el seno de la cual el efecto de la presión social en las preferencias por la pareja es más que evidente. Y es que, aunque podamos pensar que alguien no es especialmente atractivo, el hecho de verlo con otra persona atractiva mejora nuestra percepción sobre él.
Para justificar este comportamiento, los autores exponen que, ante la dificultad de escoger a su media naranja, las especies animales se guían por lo que les sugieren sus genes, algo que, en el caso de las moscas, según esta investigación, equivale a tener en cuenta las preferencias de la sociedad que les rodea.
Estos resultados amplían considerablemente el rango taxonómico del proceso cultural y sugieren que, contrariamente a la creencia generalizada, la herencia cultural podría afectar la evolución de un gran número de especies animales más allá de unos pocos vertebrados con altas capacidades cognitivas, como lo son los primates y las aves.
Artículo científico de referencia:
Danchin, E. et al. Cultural flies: conformist social learning in fruit flies predicts long-lasting mate-choice traditions. Science, 2018. DOI: 10.1126/science.aat1590
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