viernes, 28 de diciembre de 2018

El año en que pinchó la burbuja del bitcoin deja a los mineros en pérdidas y a los mercados sin compradores

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Foto: Dreamstime.


El coste de producción de un bitcoin es ya mucho mayor que el precio


Hace un año, el bitcoin tocó los 19.511 dólares por unidad, su máximo histórico. En ese momento, con la euforia de su estratosférica subida de precio, crecían las predicciones de que el bitcoin sería la moneda del futuro. Un año después, con la burbuja reventada -su precio ha caído un 80%, a los 3.750 dólares-, su futuro está amenazado por dos efectos simultáneos: la sequía de nuevos inversores y la quiebra de los 'mineros', los fabricantes de la moneda, por falta de rentabilidad.


Precisamente, una de las anécdotas sobre el dinero más populares es que las monedas de uno y dos céntimos de euro cuestan más de fabricar que su valor. Obviamente, las ganancias desproporcionadas de imprimir billetes de 200 y 500 euros compensan de sobra esas pérdidas. En el mundo del bitcoin, sin embargo, solo existe un tamaño de moneda. Y el desplome de su precio ha llevado a los 'mineros' a darse cuenta de que las cuentas ya no cuadran.
El experto en criptodivisas David Gerard lo explica así a elEconomista.es: "Los mineros de bitcoin se aprovecharon durante la burbuja, porque costaba mucho menos fabricar un bitcoin de lo que podías ganar vendiéndolo. Así que el incentivo estaba en ampliar la capacidad de producción, incluso con máquinas ineficientes, y gastar tanta electricidad como toda Austria. Ahora cuesta más de un bitcoin minar un bitcoin."

Según los cálculos de Fundstrat, recogidos por Bloomberg, el precio a partir del cual la fabricación del bitcoin es rentable es de 4.500 dólares. Gerard estima que los productores con máquinas más eficientes y situados en China, donde la energía está subvencionada, empiezan a ganar dinero a partir de los 4.000.
La consecuencia es que, desde mediados de noviembre, cuando el bitcoin empezó su última caída, que le ha llevado a rondar el entorno de los 3.800 dólares, los mineros han reaccionado sacando a sus máquinas del sistema: la producción se ha reducido en un tercio, según los datos de blockchain.com. En total, "al menos 100.000 mineros individuales han cerrado", señala Autonomous Research. "Resulta que la solución a las horribles emisiones de CO2 del bitcoin era desplomar el precio", añade Gerard.

Faltan compradores

Otro de los efectos del hundimiento ha sido espantar a la principal fuente de dinero que había retroalimentado la burbuja del año pasado: los inversores casuales que se acercaron a la criptomoneda atraídos por su rápido crecimiento. "Todas las personas corrientes que perdieron la camisa en la burbuja se han ido a casa. Ahora hay mucha más presión de venta que de compra", señala Gerard.
Eso no significa que el mercado no tenga aún interés para muchos especuladores: "Se pueden hacer apuestas de futuros o quemar a los que operan con margen. Es un mercado muy pequeño y muy fácil de manipular", concluye.
Pero lo que parece estar en peligro es el futuro de crecimiento que hace apenas un año parecía imparable. De la mano del bitcoin, la mayoría de las criptomonedas se han hundido a un ritmo similar, casi de un 80%. Según Bloomberg, su hundimiento ha llegado a superar al desplome del Nasdaq tras la burbuja de las 'punto com' en el año 2000. Con menos inversores y los productores entrando en números rojos, algo tendrá que cambiar para insuflar vida de nuevo a este mercado.


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