martes, 19 de mayo de 2020

Proyectos en dique seco, del mar Rojo a Kuwait

Proyectos en dique seco, del mar Rojo a Kuwait

Emiratos.Depósitos de petróleo en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos. La compañía Emirates está a punto de anunciar despidos. (Kamran Jebreili / AP)

El virus paraliza desde puentes a la Ciudad de la Seda



Malos tiempos para la megalomanía. La pandemia podría ser la tormenta de arena que entierre para siempre algunos de los proyectos más descabellados de emiratos y reinos poco dados a la frugalidad.
Como espejitos mágicos, consultoras y despachos internacionales han alentado en la imaginación plutocrática de Riad Abu Dabi, ciudades del futuro en las que robots y taxis volantes permitían esquivar desde embotellamientos hasta cualquier atisbo de democracia.
 
Ahora, en plena resaca, el Fondo Monetario Internacional advierte a los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que entrarán en recesión este año. Cuando ha pasado poco más de una década desde que Abu Dabi tuviera que rescatar a Dubái, su vecino emiratí, podría verse en la obligación de volverlo a hacer en breve. Aunque esta vez, podría resolverse con la toma de activos. O con la fusión de competidores, por ejemplo entre Etihad Emirates, compañía de Dubái a punto de anunciar 30.000 despidos, un 30% de la plantilla.

KUWAIT

Un puente a ninguna parte de 3.000 millones, símbolo de la incertidumbre


Aquella crisis financiera del 2008 y el subsiguiente colapso inmobiliario alertaron dramáticamente a los países del Golfo Pérsico de su fragilidad y de la conveniencia de diversificar sus economías y sus fuentes de ingresos. Una necesidad apremiante tras el desplome del precio del petróleo en el 2014.
Desde entonces se han prodigado las propuestas vinculadas al entretenimiento –como un gigantesco parque de atracciones cerca de Riad– o el turismo, como el macroproyecto de mar Rojo, rematado con un puente Rey Salmán que uniría Arabia con el Sinaí.
Entre todos, representan inversiones de más de un billón de euros. Muchos de estos megaproyectos van a ser redimensionados o, en el mejor de los casos, sus plazos de ejecución se van a dilatar.
(Anna Monell)
Algunos podrían quedarse en el papel. O a medias, como el precedente de la Ciudad Económica Rey Abdalá, que lleva quince años despegando.
El más descomunal de todos, Neom, la ciudad del futuro mimada por el heredero saudí –y valorada en quinientos mil millones de euros– podría quedarse en espejismo. La monarquía wahabí se enfrenta allí a la resistencia de la tribu huwaiti, como en tiempos de Lawrence de Arabia.
No es el caso de Lusail, el Dubai 2.0 en versión mundialista que propone Qatar frente a sus rivales emiratíes y que está casi terminado. Una smart city al norte de Doha –ya con algunos vecinos– y que deberá estar lista, junto a los estadios, antes del Mundial de Qatar del 2022.

Mundial 2022

Lusail, la ciudad del futuro de Qatar, es uno de los proyectos sin nubarrones


Otra cosa es Medina Harir, la Ciudad de la Seda. Un puente a ninguna parte es el calificativo que ha merecido la calzada sobre el mar de 36 kilómetros, que va de la ciudad de Kuwait hasta el desierto del norte. Ha costado más de 3.000 millones de euros y ya se circula por él.
Como su nombre indica, se quiere eslabón de las nuevas rutas de la seda chinas. Pero de momento el puente desemboca en una central térmica, rodeada de arena. En un futuro debería enlazar con las islas aún deshabitadas del norte de Kuwait, incluida la mayor, Babiyán, donde los chinos construyen ya un gran puerto frente a Irak e Irán.
Kuwait afianzaría así su soberanía en la zona frente a Bagdad. Sin embargo, la polarización del mundo tras la pandemia, podría hacer entrar en crisis estos proyectos de tercera vía. Kuwait es el único país del CCG cuya moneda no está anclada al dólar.
China trabaja también en proyectos portuarios en Abu Dabi y en Omán, así como en el oeste de Arabia. De hecho, las sinergias con China están en la base de los proyectos de Riad en el Mar Rojo, que pretenden dinamizar el golfo de Aqaba.
Y eso que Israel guarda en el cajón el tren de alta velocidad y mercancías entre Eilat –junto a la jordana Aqaba– y el Mediterráneo. Una alternativa al canal de Suez interesante para China, complementada con el puerto de Haifa, allí donde, en los años del mandato británico, se embarcaba el petróleo de Kirkuk.

  

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