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¿Por qué preocupa a los expertos la luz UVC para desinfectar superficies en medio de la pandemia por el coronavirus?
En el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, la icónica ciudad de Nueva York comenzará esta semana a aplicar un sistema para desinfectar sus vagones de metro y buses: la luz UVC.
Este tipo de rayo ultravioleta es particularmente efectivo para destruir el material genético de microorganismos como virus y bacterias, impidiendo su replicación.
Desde su hallazgo en 1878, se ha convertido en un método básico de esterilización, siendo utilizado todos los días en hospitales, aviones, oficinas e incluso en fábricas de alimentos.
También es fundamental para el proceso de desinfección del agua potable pues algunos parásitos son resistentes a los antisépticos químicos como el cloro.
Y hoy, con la irrupción del nuevo coronavirus en el mundo, la luz UVC ha vuelto a cobrar relevancia.
En China, por ejemplo, se les aplica esta tecnología a autobuses todas las noches para desinfectarlos, mientras que robots han estado limpiando los pisos de hospitales con esta luz. Incluso los bancos han desinfectado dinero con este método.
Pero, ¿cuáles son sus ventajas y qué riesgos conlleva?
Tipos de radiación
Existen tres tipos de radiación UV.
La primera es la ultravioleta A (UVA), que constituye la mayor cantidad de radiación que llega a la Tierra. Es capaz de penetrar la piel, siendo la causante de la aparición de arrugas y manchas en las personas.
Luego está la ultravioleta B (UVB), que puede dañar el ADN de la piel, provocando quemaduras solares y, potencialmente, cáncer.
Y, finalmente, está la ultravioleta C (UVC), que es la más nociva. Tiene una longitud de onda de luz más corta y enérgica que las demás, lo que la hace especialmente dañina para los humanos.
Este último tipo de radiación es absorbido por la capa de ozono por lo que nunca llega a la superficie de la Tierra.
Sin embargo, los científicos han sabido sacarle provecho.
Aunque todavía no hay una investigación concluyente que confirme que la luz UVC elimina al SARS-CoV-2, sí hay evidencia de que lo hace con otros coronavirus como el que provoca el SARS, cuyo brote se originó en 2002.
El especialista en enfermedades infecciosas y decano de la facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián (Chile), Carlos Pérez, explica que esto hace pensar que también funciona en el caso de la actual pandemia.
“Se puede extrapolar. Esta luz es muy intensa y produce alteraciones irreversibles en las estructuras moleculares, en particular en su material genético”, dice a BBC Mundo.
“Sabemos que es capaz de eliminar organismos vivos en superficies inanimadas donde se aplica, como bacterias, hongos y virus”, agrega.
Pero para que esta técnica sea efectiva y no dañe a las personas, los expertos advierten que se debe manejar con precaución.
Irritación en la piel y daño en los ojos
“La UVC es altamente desagradable, no deberíamos estar expuestos a ella", dijo a BBC Future Dan Arnold, quien trabaja en la empresa UV Light Technology que proporciona equipos de desinfección en Reino Unido.
“La UVB puede tomar horas para quemar, pero la UVC lo hace en segundos. Si tus ojos están expuestos... ¿sabes esa sensación arenosa que tienes si miras al sol? Es así multiplicado por 10 y solo después de unos segundos", explicó.
Así, para utilizar esta tecnología de manera segura, es necesario un equipo especial y personal capacitado que entienda cómo aplicarla.
De ahí la sorpresa de los científicos cuando a fines de abril el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió la posibilidad de irradiar los cuerpos de pacientes de covid-19 con luz ultravioleta para curarles o "simplemente una luz potente".
La idea fue ampliamente rechazada y criticada por varias autoridades sanitarias.
Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue enfática en señalar que las lámparas ultravioletas no deben usarse para desinfectar las manos u otras áreas de la piel.
“La radiación UV puede causar irritación en la piel y dañar los ojos”, señaló la OMS.
“Hay que ser muy cuidadosos”, apunta Carlos Pérez.
“Es importante que no haya personas alrededor y que sea aplicada por personal certificado y con equipos especiales. Aquí no estamos hablando de la luz solar, esto es distinto. Es de mucha mayor intensidad, es dañina para la piel y otros tejidos, como los ojos”, advierte.
Con el fin de reducir el riesgo de este mecanismo, investigadores de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, están intentando desarrollar un nuevo tipo de UVC (llamado UVC lejana) que sería menos peligroso de manejar.
Este tendría una longitud de onda más corta que la UVC normal y podría ser aplicado en lugares públicos con mayor facilidad.
De todas maneras, el médico Carlos Pérez dice que esta tecnología en ningún caso reemplaza el aseo directo de las superficies u otros métodos de desinfección.
“Puede ser una buena medida si se aplica de manera eficiente, pero es complementaria porque no limpia. Es necesario continuar con el aseo directo con soluciones desinfectantes”, indica.
Así, en medio de la pandemia que hasta este 11 de mayo ya ha causado más de 280 mil muertes en el mundo, esta tecnología comienza a perfilarse como una manera más de ayudar a frenar la enfermedad.
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