martes, 26 de mayo de 2020

Orient-Express, un tren mítico para recuperar el placer de viajar

Orient-Express, un tren mítico para recuperar el placer de viajar

Personal del tren reponiendo alimentos para el restaurante en París

La clásica ruta que une París y Estambul con paradas en Budapest y Bucarest sigue agotando los billetes cada año




Si todo está en orden, el próximo 20 de agosto el Orient-Express realizará el clásico viaje anual Paris-Budapest-Bucarest-Estambul y regreso, un tranquilo trayecto de cinco días para el que no hay plazas disponibles desde el año pasado. La historia de este tren, en el que se viaja de modo muy confortable, aunque sin concesiones a la modernidad (ahí radica uno de sus encantos) sigue seduciendo a viajeros en busca de experiencias únicas.
“El Orient Express de nuestros días es idéntico al de hace casi un siglo: confortable, pero sin concesiones a la modernidad, que es donde también radica su encanto. Todo es delicado y elegante, pero para nada ostentoso”, explica Bruno Janssens, director del tren a cuyas órdenes tiene a un staff multinacional de impecable trato con los pasajeros. Desde el reestreno del tren, hace 38 años, ha recorrido ya más de cuatro millones de kilómetros por Europa, siempre desde marzo a noviembre. Además de unir las ciudades habituales como Paris, Venecia, Budapest, Londres Praga, con el tiempo se han ido añadiendo otras localidades a las líneas del Orient Express, como dos capitales nórdicas: Estocolmo y Copenhague, ciudades felices por recibir una leyenda en sus estaciones. Generalmente y en circunstancias convencionales, a estas alturas del año, el Venice-Simplon Orient Express realiza su trayecto más habitual: el Londres-Paris-Venecia en ambos sentidos, pasando por Austria y Suiza.
 
Estación Sirkeci en Estambul, destino final del tren histórico
Estación Sirkeci en Estambul, destino final del tren histórico (Orient Express)

El servicio de ferrocarril más célebre del mundo cumple este 2020 137 años y ha sido considerado históricamente como rey de los trenes y tren de los reyes, pues a lo largo de su historia, ha transportado a todo tipo de personajes: desde jefes de estado en ejercicio a monarcas en el exilio; desde artistas a turistas con bolsillo desahogado o desde escritoras célebres a trotamundos chic en busca del viaje perfecto. Una leyenda que sigue circulando hoy por Europa.


La clásica ruta que une París y Estambul con paradas en Budapest y Bucarest sigue agotando los billetes cada año


La historia del Orient Express se remonta a 1883, cuando el belga Georges Lambert Casimir Nagelmackers creador de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, ideó un servicio que uniera las capitales de Europa Occidental con las rutas orientales de manera confortable, utilizando los primeros coches cama y vagones-restaurante del viejo continente. Su inspiración fueron los Pullman estadounidenses, en los que viajó durante su estancia de varios meses en America intentando poner un océano de por medio a un amor no correspondido. En octubre de ese mismo 1883, los primeros pasajeros del entonces llamado Express d’Orient partieron de la Gare de l’Est de Paris con destino a Giorgiou, Rumanía pasando por Múnich y Viena.

Ruta del sur

Tras la apertura del túnel de Simplon, en Suiza, abrió una nueva ruta que transcurría por Venecia y Milán


Posteriormente, tras atravesar el Danubio, tomaron un segundo tren y finalmente un trasbordador con el que llegaron a Constantinopla (hoy Estambul), que por entonces era aún la gran capital del imperio otomano. Seis años después fueron completados los tramos de vía necesarios que permitieron unir los dos extremos de la línea con el mismo tren, que poco después fue rebautizado con el nombre definitivo de Orient Express. La ruta se operaba tres veces por semana, realizando paradas en tres capitales: Budapest, Belgrado y Sofía, un servicio que funcionó con regularidad hasta el estallido de la primera guerra mundial, que obligó a suspender casi todos los trenes.
En 1919 volvió la normalidad con una importante novedad en el trazado: la apertura del túnel de Simplon, que unía Suiza con Italia, permitiendo que el tren realizase una nueva ruta por el sur, a través de Milán y Venecia; una novedad técnica tan moderna que el nombre de esta infraestructura acabó incorporándose al nombre oficial del tren: Venice-Simplon Orient Express.
La tripulación viste uniformes de época para recrear un ambiente de lujo
La tripulación viste uniformes de época para recrear un ambiente de lujo (Orient Express)

La historia del tren ya acumulaba por entonces jugosas historias, protagonizadas por algunos pasajeros ilustres, monarcas y jefes de estado. De ahí aquella consideración de tren de los reyes. Como Ferdinand de Bulgaria, que se encerró en un baño al creerse acosado por pistoleros. Por más que se le insistió en su total seguridad a bordo, el monarca estuvo sentado en el pequeño habitáculo durante horas. Otro Rey, Leopoldo II de Bélgica, subió al tren dirección a Estambul después de diseñar un alambicado plan para infiltrarse como vigilante de un harén turco, cosa que contó indiscretamente a algunos compañeros de viaje en una cena regada generosamente con grandes vinos. El siguiente monarca búlgaro, Boris III, ingeniero aficionado, insistió en que se le permitiese conducir el tren a través de su país. La compañía no se pudo negar y se puso al mando, llevando al tren a velocidades excesivas, ante la atenta y asustada mirada de dos maquinistas.

Máximo esplendor

En los años 30 se convirtió en un tren de lujo, con alta cocina y cabinas más confortables


Por su parte, el Zar Nicolas II pidió con antelación que para su viaje en el tren fuera construida una decoración especifica en los vagones que este y su séquito utilizarían en su visita oficial a Francia. En 1920, algunos años después del fusilamiento del soberano del Imperio Ruso, el presidente francés, Paul Deschanel cayó de uno de los vagones del tren en la oscuridad de la noche. Se dice que fue bajo la acción de un tranquilizante. Al cabo de unas horas apareció, en pijama, en la casa de un vigilante de un paso a nivel francés preguntando donde estaba. Semanas después, tras ese episodio ferroviario y en medio de una reunión, Deschanel se zambulló en un lago completamente vestido. A los pocos días renunció a seguir presidiendo Francia, aunque tras ello fue nombrado senador, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.
La época de entreguerras y sobre todo la década de los 30 fue la de máximo esplendor dentro y fuera de sus vagones: se añadieron nuevos destinos intermedios y Wagons-Lits puso especial énfasis en el lujo a bordo, con servicio personalizado, alta cocina y cabinas especialmente confortables, aspectos que lo convirtieron en el medio de transporte preferido de gentes de negocio, diplomáticos, alta burguesía y realeza. Fue entonces cuando las historias que sucedieron a bordo, algunas reales y otras fabuladas, como una archiconocida novela de Agatha Christie sobre el legendario asesinato a bordo, convirtieron al Orient Express en leyenda.
Al llegar a la antigua Constantinopla en ferrocarril, los viajeros no disponían de un alojamiento a la altura de sus expectativas. Las sugerencias fueron vistas como una ampliación del negocio y Nagelmakers acabó fichando a Alexandre Vallaury, arquitecto franco-otomano, como asesor. Tras buscar posibles emplazamientos, edificó el Hotel Pera Palace en el área de Tepebaşı, colina con vistas al Cuerno de Oro, una lengua de agua que se adentra en la ciudad y que gracias a su tono de luz durante las puestas de sol ganó ese nombre. En los primeros tiempos de funcionamiento del Pera, los pasajeros llegaban a Sirkeci Gari, la estación terminal de la línea y tras un pequeño paseo a pie, enlazaban con un transbordador marítimo hacia el otro lado de la ciudad donde les esperaban unos palanquines, sillas para una o dos personas que los porteadores llevaban a pulso para subir la colina, un singular medio de transporte que fue luego sustituido por calesas de caballos.

Hotel para los pasajeros

El propietario del tren abrió el Pera Palace, en la colina de Tepebaşı en Estambul, para alojar a los viajeros de lujo


Visto desde el exterior, el hotel puede parecer pequeño en comparación con los grandes establecimientos de lujo europeos y quizá eso es cierto: está edificado sobre un terreno de 46 metros de largo por 28 metros de ancho en los que se levantaron siete plantas y excavaron dos más bajo tierra. Las razones para estas medidas y capacidad son simples: el empresario ferroviario pagó el solar y parte de la obra con los beneficios del tren y no quiso endeudarse excesivamente. Además, los pasajeros que transportaba en cada uno de sus trenes podían alojarse sin problema en el edificio. De hecho, aun alojando a todos, quedaban habitaciones de reserva que se comercializaban para otros huéspedes no relacionados con el servicio de tren.
El hotel tuvo huéspedes ilustres desde sus primeros tiempos, incluido Mustafa Kemal Atatürk, padre de la Turquía moderna. Una de las habitaciones es hoy un pequeño museo con objetos personales dedicado a su memoria. Otra huésped que unió su nombre al hotel fue Agatha Christie, que se alojó por primera vez en el Pera en 1926, ocupando la habitación 411. La escritora quiso probar las sensaciones del viaje en el célebre tren y poder vivir en Estambul. Ambas cosas le cautivaron y regresó varias veces, quedándose siempre en la misma habitación, que hoy le sigue rindiendo homenaje con una foto y una antigua máquina de escribir como complementos a la decoración, casi intacta, conservada desde los tiempos en que se alojó.
El recorrido transcurre entre montañas en los Alpes suizos
El recorrido transcurre entre montañas en los Alpes suizos (David Noton)

Otras habitaciones tienen nombre propio en recuerdo a sus huéspedes, como Greta Garbo o Jacqueline Kennedy Onassis y varias suites también recuerdan a gente que ha dormido o incluso pasado temporadas allí: Ernest Hemingway, Alfred Hitchcock, Pierre Loti o Mata Hari. Agatha Christie pasó largas temporadas en la ciudad para inspirarse y escribir una de sus obras más conocidas: Asesinato en el Orient Express, publicada en 1934. Como si fuera la mejor de las campañas de promoción, la autora hizo conocidos al hotel y al tren a escala mundial y encumbró a su personaje, el investigador Hércules Poirot, a convertirse en todo un mito de ficción.

Huéspedes ilustres

Agatha Christie pasó largas temporadas en la ciudad para inspirarse en la escritura de ‘Asesinato en el Orient Express’, publicada en 1934


En la ciudad, la escritora tenía una rutina de trabajo: desayunaba en el hotel, paseaba y callejeaba. Luego repasaba sus notas del día en el bar del Pera y tomaba un almuerzo ligero. Después escribía, con una pausa para el té y, de nuevo en la habitación, se entregaba totalmente al desarrollar su libro hasta la hora de la cena. Hoy, el principal restaurante del hotel lleva su nombre: Agatha, con decoración, ambiente y menú inspirados en el famoso tren que dio origen al un hotel legendario.
La segunda guerra mundial volvió a afectar a los servicios del tren, de manera especial en los convulsos Balcanes, y a pesar de que todo volvió a ponerse en marcha a partir de 1945 y el tren siguió viviendo viajes memorables con muchas caras conocidas a bordo, incluido el mismísimo James Bond, encarnado por Sean Connery durante el rodaje de Desde Rusia con amor , el mundo ya no era el mismo y lentamente el Orient Express fue perdiendo su esplendor original, convirtiéndose a finales de los 60 y 70 en un tren casi convencional, hasta que en 1977 se suspendió el servicio.
Lujoso salón en el interior del tren
Lujoso salón en el interior del tren (Orient Express)

Para entonces, James Sherwood, importante empresario del sector de los contenedores marítimos, enamorado de Italia, la historia y los trenes, compró en subasta dos de los viejos coches-pullman del Orient construidos en los años 20. Animado, acabó invirtiendo 17 millones de dólares, buscando por toda Europa 14 coches de aquella época para relanzar de nuevo el servicio con todo el brillo de sus mejores días, algo que consiguió en mayo de 1982, recuperando la línea Londres-Venecia y teniendo a Liza Minelli como madrina para aquella nueva aventura paralela a la creación de un gran grupo turístico de lujo con el icónico nombre.

  

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