EC
La debilidad de la moneda comunitaria respecto al dólar en lo que llevamos de año es la materialización de las divisiones en una eurozona que afronta su recesión más grave
La respuesta europea al terremoto económico provocado por el cierre de la actividad está directamente relacionada con el debate sobre la unidad financiera de la Unión Europea.
El euro ha caído un 3,5% este año hasta los 1,08 dólares, cerca de los mínimos marcados en mayo de 2017. La divisa podría perder otro 5% antes del final del año, según las previsiones de Bank of America. Sería un fuerte cambio de rumbo para una moneda que en 2019 vivió su año más tranquilo, con un retroceso del 1,8%.
Las tensiones han vuelto a la superficie en las últimas semanas, con países ricos como Alemania o Países Bajos resistiéndose a tomar acciones para ayudar a naciones en apuros como Italia o España. La división ha obstaculizado los esfuerzos del Banco Central Europeo para seguir a la Reserva Federal e implementar nuevas medidas para estimular la economía y los mercados financieros.
"Pase lo que pase, la eurozona se va a enfrentar a un desafío para mantener su cohesión en esta crisis", explica Richard McGuire, jefe de estrategia en Rabobank. La percepción de que no hay mecanismos suficientes para ayudar a los países del sur "va a dar más munición a los euroescépticos", dijo.
La eurozona se va a enfrentar a la recesión más profunda de su historia, con la economía camino de contraerse un 7,7% este año según las previsiones de la Comisión Europea. La recuperación será lenta y provocará desequilibrios. Capital Economics ya ha vaticinado que no se recuperarán los niveles previos a esta crisis hasta 2022.
El daño provocado por la pandemia es particularmente severo en el sur de Europa, con economías más débiles y donde la crisis sanitaria ha sido más severa. La deuda de Italia —y con ella la de Grecia, España y Francia— podría alcanzar niveles récord, tal y como avisaba la Comisión Europea el pasado miércoles.
El BCE ha respondido con más cautela que la Fed o el Banco de Inglaterra. Eso se debe, en parte, a que Alemania o Países Bajos se han opuesto a medidas como la mutualización de la deuda, lo que hubiera permitido compartir la carga entre todos los diferentes miembros. Algunos líderes se han opuesto incluso al agresivo programa de compras de bonos de la entidad, visto como algo peligrosamente cercano a la financiación del gasto público.
"El BCE está diciendo que hará lo que haga falta, pero si los inversores empiezan a pensar que debería haber límites, el escenario cambia", afirma Nick Kounis, jefe de mercados financieros de ABN AMRO. "Italia es un país más grande y supone una amenaza igualmente grande para la eurozona", dice en referencia a la situación de Grecia en el pasado.
En la crisis de hace una década, la capacidad del BCE para incrementar la compra de bonos soberanos en un programa que empezó en marzo 2015 estuvo en duda. El Tribunal Constitucional alemán sentenció el martes que el BCE tendrá que justificar que se cumplen los criterios de los bonos que ha comprado en cada país.
Cualquier límite a la capacidad de comprar bonos puede provocar más convulsión en los mercados financieros europeos, y provocar una contracción todavía más profunda. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ha puesto freno a cualquier otro desafío legal afirmando el pasado jueves que el banco está sujeto a la ley europea.
La batalla judicial es vista por algunos inversores como un intento de Alemania de reducir la independencia del BCE. El movimiento tiene posibles ramificaciones políticas, sobre todo porque puede hacer más profundas las divisiones entre los socios.
"Según avanzamos a la siguiente fase, la política será un punto importante para el euro", dice Jane Foley, jefe de estrategia de divisas en Rabobank. "El mercado necesita saber cómo de unida está la eurozona", dice.
Las dudas sobre la poca sostenibilidad de la deuda italiana sin las ayudas del BCE llevó la prima de riesgo del país hasta los 240 puntos básicos el viernes, desde los 128 en los que se movía a mediados de febrero.
Los intereses en el bono italiano superaron el 3% a mediados de marzo, en la cima de la crisis y tras una escalada que se inició por debajo del punto porcentual apenas 30 días antes. Los compromisos del BCE para comprar bonos de los países del sur han ayudado a relajar las cifras, enfriando la prima italiana hasta el 1,855% este viernes.
Algunos inversores especulan con que los costes de pedir prestado pueden llevar al gobierno populista italiano a un choque con la Unión Europea.
"Si el camino para Italia implica muchos años de austeridad, crece el riesgo de que triunfe el populismo", explica Athanasios Vamvakidis, jefe de estrategia extranjera en Bank of America Global Research. "Todas estas cuestiones serán extremadamente importantes una vez que superemos el coronavirus", dice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.