miércoles, 19 de abril de 2023

Steve Jobs ya descubrió hace 30 años lo que mata la productividad en las empresas



Steve Jobs averiguó hace 30 años lo que estaba matando la productividad 
(Getty Images)


Es algo que, en muchas empresas, hacen a diario y que quita mucho tiempo y energía a sus trabajadores, afectando así al rendimiento




Si hay algo que nos obsesiona, especialmente a los mandamases de las corporaciones, es la productividad. Se nos exige ser siempre productivos, todos los días y durante todas las horas que dure nuestra jornada laboral. Se han inventado cientos de métodos para aprovechar mejor cada minuto del día, para ayudarnos a ser más eficientes y a gestionar mejor nuestras horas, como el método Pomodoro, las reuniones de equipo o las aplicaciones de control de tiempo laboral.

Y, sin embargo, muchas de esas acciones que se toman para fomentar la productividad (o para controlar que se está trabajando), son como palos en nuestras ruedas. Sentirnos controlados o coartados por un método que se supone que debe ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento, produce el efecto contrario. Así pensaba Steve Jobs que, dentro de su personalidad peculiar, tenía las ideas firmes en cuanto a gestionar sus proyectos se refiere.

El equipo de Genbeta explica cómo el magnate, fallecido en 2011, nos dejó muchos consejos valiosos en el ámbito empresarial. Él siempre abogaba por potenciar la creatividad y la libertad de sus equipos como la manera óptima de conseguir buenos resultados. Concretamente, tenía una opinión muy curiosa en cuanto a las reuniones de equipo se refiere: cuantas menos, mejor.


Las reuniones quitan tiempo a lo importante

Sabemos que hay personas obsesionadas con las reuniones de equipo. Si no se realizan cada semana, es como si el equipo no estuviese trabajando. Sin embargo, Steve Jobs opinaba que las reuniones “mataban la productividad”. En su libro, que se puede leer de manera gratuita desde el Archivo de Jobs, explicaba que “nuestra empresa se basa en el principio de que unas pocas personas buenas pueden producir un producto tremendo si no están encadenadas por tener que convencer a una organización mayor de lo que saben que es correcto”.


Reservar un día a la semana para trabajar sin interrupciones le funcionó a Steve Jobs


Esto significaba que sus equipos eran más productivos cuando no perdían el tiempo en reuniones para convencer a sus superiores de que su trabajo valía la pena. Jobs añadía que “todos necesitamos tiempo para el trabajo individual ininterrumpido. Las reuniones (proveedores, entrevistas…) nos roban tiempo individual, y la productividad de nuestros ingenieros se resiente”.

Es por ello que el empresario fundador de Apple decidió que los jueves serían el día sin ningún tipo de reuniones. “El jueves sería un día en el que, metafóricamente, se cierran las puertas al mundo exterior y trabajamos tranquilamente de forma individual”, explicaba en una de sus cartas.

Jobs sabía que, los días en los que había una reunión, o varias, sus trabajadores no hacían sus tareas a tiempo. Perdían el tiempo en ir de aquí para allá o gastaban sus energías en encuentros superfluos que podían solucionarse con un correo electrónico. Interrumpir un momento de concentración por una reunión es matar la productividad de ese día.

Además, Steve Jobs abogaba por tener solo a las personas imprescindibles en una reunión para que esta no se alargase mucho. Si una persona no tenía nada que aportar, era mejor que se fuese de la sala. Incluso el magnate le tenía manía a las presentaciones kilométricas. Sostenía que, si el ponente escribía mucho texto en sus diapositivas, es que no era experto en la materia, y no merecía la pena escucharle. Por ello, Jobs apostaba por “mantenerlo todo simple”, cuantas menos palabras, mejor y, cuantas menos personas, mejor que mejor.



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