Los microbios no los vemos, pero sus efectos, para bien o para mal nos afectan a diario. Más numerosos que todos los demás seres vivos, algunos más antiguos que todos ellos, probablemente seguirán dominando la Tierra mucho después de que los humanos desaparezcan.
Piso céntrico con dos dormitorios, baño, cocina y microbios saludables, se alquila. Podría pronto ser un anuncio en la sección de alquiler de pisos en cualquier periódico, porque todos preferimos vivir en un ambiente saludable, y la composición de los microbios de un edificio es sin duda uno de los factores que pueden contribuir a ello. Hace unas semanas se publicó un análisis de las bacterias que habitan en un edificio de la Universidad de Oregón que alberga aulas y oficinas junto con los servicios adecuados, en total 155 recintos. Las técnicas de análisis han avanzado tanto en lo que va de siglo que hacen relativamente sencillo el obtener catálogos pormenorizados de los microbios que habitan en cualquier lugar, desde las cuevas con pinturas rupestres hasta los hielos polares, por lo que identificar los microbios de un edificio universitario ya no es difícil.
Las construcciones, además de ladrillos cables y tuberías, continen una variada colección de microbios. Juego infantil de construcción con bloques que representtan microbios.
Dentro de un edificio de esas proporciones los espacios tienen usos diversos, están distintamente conectados entre sí y su ventilación es también diferente. Resulta que no solo los aseos albergan microbios específicos, cosa que podría esperarse, sino que también aulas, pasillos, despachos y almacenes, como si fuesen las distintas jaulas de un zoo, exhiben cada uno su propia colección de fieras microscópicas.
Una de las mayores diferencias en cuanto al tipo de bacterias que se alojan en cada recinto las establece primero el tipo de habitación y su conexión con otras estancias. Los aseos, que no están apenas conectados con el resto de las habitaciones, son en los que la composición de las bacterias es más diferente. También contribuye a ello que son los lugares a los que acude una mayor diversidad de personas. Y precisamente son las dependencias donde más abundan las bacterias relacionadas con la piel y el intestino humano como Lactobacillus, Staphylococcus y Streptococcus. Por contra en los aseos las bacterias como Sphingomonas, habitantes del ambiente, son menos frecuentes.
Tres fuentes de microbios en un edificio público. Los ocupantes y los teléfonos, además de la ventilación, contribuyen a llevar microbios hasta los recintos menos conectados, los aseos. Fuente: enlace.
También se establecen notables diferencias entre las oficinas por el tipo de ventilación que reciben, ya sea por circulación mecánica o por medio de ventanas. En las primeras predominan Deinococcus, Achromonobacter y Roseomonas, mientras que Methylobacterium, Sphingomonas y Streptococcus son las más abundantes en las oficinas con ventanas. En ambos casos son bacterias más abundantes en el ambiente que en el cuerpo humano, con algunas como Deinococcus que son más resistentes a condiciones ambientales adversas predominando en los lugares secos producidos por la ventilación forzada, y otras como Methylobacterium, habitantes del suelo y de la superficie de las plantas que colonizan los recintos ventilados por ventanas.
Considerando el diseño arquitectónico, las plantas radiales, o sea una sala central de la que divergen varios pasillos, son lugares muy transitados por los ocupantes del edificio para ir de un lugar a otro y se asocian con una mayor frecuencia de microbios relacionados con el cuerpo humano. Por el contrario, los pasillos largos soportan un tránsito menor y en consecuencia albergan menos microbios. Sabemos que en nuestros cuerpos habitan multitud de bacterias y por eso será importante estudiar con detalle cómo se relacionan con las que viven en los edificios que habitamos, con ese conocimiento será posible introducir en el diseño arquitectónico del futuro los elementos precisos para construir edificios no solo funcionales sino también saludables. ¿Un dato más para añadir a los certificados de habitabilidad?
Por: Miguel Vicente | 23 de febrero de 2014
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