miércoles, 16 de mayo de 2018

Procida, la hermana pequeña de Ischia y Capri

Procida, la hermana pequeña de Ischia y Capri
Vista panorámica de Procida (Italia) (zodebala / Getty Images/iStockphoto)

Situada frente a las costas de Nápoles, la isla tien el encanto de la discreción y es uno de los rincones más desconocidos del archipiélago campano


Procida, frente a las costas de Nápoles, devuelve la fe en que aún quedan islas tranquilas, incluso en Europa. Pequeña pero con mucho carácter, Procida todavía conserva su esencia y sus tradiciones y presume de playas recogidas y naturales y pueblecitos con encanto. Para llegar, lo primero que tienes que hacer es coger un vuelo a Nápoles y luego un tranporte marítimo. Aunque, ya que estás en una de las ciudades más vibrantes del mundo, puedes aprovechar para darte un garbeo. Si ya la conoces, Nápoles nunca aburre, y si no has estado nunca, no pierdas ni un segundo para conquistarla. Por si te sirve de ayuda, te damos 10 razones para convencerte de que es una ciudad imprescindible.
Tras haber explorado Nápoles unas horas o unos días, hay que acercarse al puerto. Salen ferris (traghettos) desde el Porto di Massa y hydrofoils (aliscafos) desde Molo Beverello. Ambos llegan a Marina Grande, el único puerto comercial de la Procida. El trayecto es agradable y se tarda unos 40 minutos en llegar. El billete cuesta alrededor de 15€ ir y volver.
Vista de Procida (Italia)
Vista de Procida (Italia) (mikolajn / Getty Images/iStockphoto)

El secreto mejor guardado de la Bahía de Nápoles


Ya está. Has llegado a Procida. Enhorabuena, no mucha gente lo consigue. Y seguramente el motivo es porque no la conocen. Y es que el encanto de Procida radica justamente en su discreción.
Piensa que se encuentra en el archipiélago de Campania, en el Golfo de Nápoles, que está formado por tres islas: dos de ellas, Capri e Ischia, están consideradas unas de las más bellas del planeta.
Vista de Procida (Italia)
Vista de Procida (Italia) (zodebala / Getty Images/iStockphoto)

Pero nadie habla de Procida. Es como la hermana pequeña y tímida, que ha sido eclipsada por la fama y el glamour de las mayores. Y así, se ven muy pocos turistas rondando por aquí. La mayoría de los pasajeros de los ferris que conectan con la península son los propios residentes de la isla, que saben muy bien el tesoro que tienen.
De origen volcánico, Procida es una isla realmente pequeña: tiene unos 3,7 km² de superficie y está unida por un puente a la isla de Vivara, declarada espacio natural protegido. Esta islita fue un importante centro vinícola en tiempos romanos y luego fue codiciada por los godos. Más tarde fue invadida por los sarracenos hasta que en el siglo XI se estableció un monasterio benedictino y en el siglo XII se convirtió en el feudo de la familia Procida, donde destacó Giovanni Procida, médico, estudioso y héroe de las Vísperas de Sicilia. Su historia se evidencia al caminar por sus calles, principalmente en sus torres vigías y en las murallas que la protegen.
Calles de Procida (Italia)
Calles de Procida (Italia) (mikolajn / Getty Images/iStockphoto)

En realidad, puedes recorrer a pie la isla entera, de norte a sur o de oeste a este, en uno o dos días y sin cansarte demasiado. Es una isla que invita a pasear. Existen cuatro zonas principales, de norte a sur: Marina Grande, Terra Murata, Marina Corricella, Marina Chiaiolella.
Si no lo ves claro o no tienes tiempo, está la cómoda alternativa del autobús de línea: la L1 une Marina Grande y Marina Chiaiolella. En verano este autobús sale cada 10 minutos. O también puedes alquilar una bicicleta o un motorino, como lo llaman allá.

Al norte, Marina Grande


Es lo primero que ves cuando desembarcas con el ferry. Impresiona. Sus casas de pescadores de diferentes colores (con tonos apastelados) se alinean como dándote la bienvenida en la Vía Roma, la calle principal. Es una magnífica carta de presentación.
La atmósfera que se respira es genuina: pescadores zurciendo sus redes, que se amontonan en los muelles, los camareros de los restaurantes aúllan sus pedidos, callejuelas estrechas, ropa tendida en los balcones... En el centro se encuentra la iglesia de Santa María de la Piedad, construida en 1616 por los marineros y la Escuela Naval, la más antigua de Europa.
Iglesia de Santa María de la Piedad, Procida (Italia) (prosiaczeq / Getty Images)
Antes de iniciar el asalto a la isla, vale la pena pararse y pensar. Es uno de los mejores consejos que te pueden dar cuando viajas. Parar y pensar. El cultivo de cítricos y los limones - los campos de limoneros iluminan el paisaje de amarillo - es uno de los principales motores de su economía, por lo que el limoncello o el granizado de limón hay que catarlos sí o sí.
De hecho, en Procida tienen un dulce típico, el ‘lingua di crema al limone’ (un hojaldre delicioso), que puede resultar una excelente excusa para entrar en un bar y pedirlo junto a un exquisito capuchino.

Terra Murata, en lo alto de la isla


Procida es básicamente llana, pero su parte más alta, con 91 metros sobre el nivel del mar, es Terra Murata. Es la parte habitada más antigua de la isla. Si subes por la Via Salita Castello desembocas en el mirador de Belvedere dei Canoni, en una explanada donde se conservan dos antiguos cañones. Ahí se disfruta de las vistas más espectaculares.
Y si tienes la suerte del que el día es de esos azules intensos, la vista de Marina Corricella con sus casitas coloridas y alegres y coronado por la iglesia de Santa María delle Grazie es fantástica. Allí también se pueden ver los restos del Palacio Real o Castello Davalos, que fue construido por el cardenal de Aragón en 1563. Hasta los años 80 se estuvo utilizando como cárcel y goza de vistas panorámicas y se distingue en la lejanía a la vecina Ischia.
Terra Murata, Procida (Italia)
Terra Murata, Procida (Italia) (Instagram / p.manzueto1)

La procesión de los misterios


La tradición es el alma de las islas. Y en Italia todavía más. En Procida la celebración más trascendental es la procesión de los Misterios (Processione dei misteri) que se celebra cada año desde hace siglos la mañana del Viernes Santo.
La procesión se inicia en la abadía de San Miguel Arcángel, en Tierra Murata, para llegar a Marina Grande. El pueblo se llena de magia y música cuando los misterios, figuras que representan escenas del Antiguo Testamento y del Evangelio, son llevadas a hombros por la gente del pueblo.

El tesoro de Corricella


Siempre hay sitios que cuestan, que no son fáciles, que se hacen querer. Eso pasa cuando llegas a Corricella. Es como un tesoro oculto. Te das cuenta de que todo esfuerzo ha valido la pena. Para llegar, es necesario descender por la escalera de Pennino -es la más popular, a no ser que lo hagas en barco por mar-.
Es un lugar único. Sorprendente. Cuando ves las fachadas de sus casas teñidas de amarillos apagados, añiles, rojos pompeyanos, azules celeste, blancos crudos, te da la sensación de estar sumergido en un cuento de fantasía.
Una de las típicas barcas de pescadores de Procida (Italia)
Una de las típicas barcas de pescadores de Procida (Italia) (Freeartist / Getty Images/iStockphoto)
La explicación es que los pescadores pintaban la casa del mismo color que su barca para que se diferenciaran cuando entraban en el puerto y, del mismo modo, para que ellos reconocieran su hogar desde lejos al regresar de la faena. La escritora Elsa Morante le dedicaba estas palabras a Procida: “Quella che tu credevi un piccolo punto della terra, / fu tutto”. (Lo que tú crees un pequeño punto de la tierra/ fue todo).

Comer en la taberna de los versos de Neruda


Estamos en el hogar de pescadores, por lo que conviene hincar el diente al pescado fresco que sirven en la mayoría de restaurantes. De hecho, allí sigue la taberna de los versos de Neruda en la conocida película que lleva su nombre: Il Postino, traducida como El Cartero y Pablo Neruda.
Ahora se llama, precisamente, La Locanda del Postino. Sin embargo, junto a esta taberna, sugerimos comer en el Ristorante Maestrale, donde son muy recomendables las alcachofas cocidas enteras, el conejo, la cabretilla y lo que sea que lleve limones (por ejemplo la ensalada de limón procidano), que para eso son el producto estrella de la isla.

Playas de películas


Situada al sur, la playa más conocida de la isla menos conocida es Chiaiolella. Su nombre deriva de spiaggiolella, que significa pequeña playa. De todos modos, si tu idea es algo más tranquilo, baja a la cala de Pozzo Vecchio (ojo, es otro de los escenarios de la película El cartero y Pablo Neruda).
En el oeste se encuentran las playas de Ciracciello y Ciraccio. En el extremo está el promontorio de Santa Margarita con las ruinas del monasterio benedictino del siglo VIII. Desde aquí se puede acceder más tarde al Islote di Vivaro, la reserva natural, que se une a Procida por un puente.
Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo, portal especializado en ofertas de viajes. Puedes acceder a Travelzoo aquí.

Playa de Ciraccio, en Procida
Playa de Ciraccio, en Procida (donatorusso / Getty Images/iStockphoto)


http://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20180515/443498543408/porcida-isla-tranquila-napoles.html

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