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Si no rompiste con tu pareja el pasado 11 de diciembre, conocido como el día más probable para terminar una relación, ¡enhorabuena! Ya has pasado lo peor y sólo os queda limar algunas asperezas y dar las últimas puntadas para gestionar adecuadamente estas navidades. Bastante duras para algunas parejas, por cierto.
Las redes sociales conocen casi más que nosotros. Por eso mismo, varios investigadores analizaron hace unos años las estadísticas de Facebook y determinaron que dos semanas antes de Navidad se producían el mayor número de rupturas.
Esta estimación se realizó analizando los estados civiles, la famosa pestaña del "estado sentimental" de la conocida red social, donde publicamos aquello de "mantiene una relación", "mantiene una relación compleja" o directamente se anuncia la soltería. Teniendo en cuenta que se suele anunciar tras pasar unos días de "duelo", tras este cambio vital, se calculó el 11 de diciembre como el día de adiós. Y que sea así tiene todo el sentido.
Demasiados cambios
Las navidades rompen con nuestra rutina diaria y nos suelen restar tiempo para compartir en pareja, salvo que escapemos y pasemos del resto de la humanidad, lo cual puede ser bastante apetecible.
Los que llevan poco tiempo tienen la presión de presentar la pareja a su familia, o a ser presentado. Y si no está consolidada la relación o no se está muy seguro de querer estar con esa persona, parece que es más probable que se decida romper a seguir escuchando el clásico: "¿cuándo me vas a presentar a tu familia?". Por supuesto, hay solución para evitar este desenlace. No presiones y fluye.
Estas fechas suponen un tiempo de balance en todos los aspectos. Las parejas consolidadas, como ocurre en verano, tienen que organizarse previamente para gestionar y acordar las vacaciones, los gastos extra, las amistades y los festejos de cada uno y, cómo no, para repartir las fechas entre sus familiares. Que no siempre son de nuestro agrado, por cierto, ni los ajenos, ni los propios, en algunos casos.
¡Ah! Y si hay hijas e hijos, la alegría llena el hogar en estas fiestas familiares, sí, pero están las 24 horas juntos, a lo cual no se suele estar muy acostumbrados, y hay que reconocer que no es tan sencillo.
Poco sexo
Todo esto también puede disminuir el tiempo dedicado a la intimidad entre la pareja y a las relaciones sexuales en general.
Comidas copiosas que conllevan digestiones muy pesadas y aumento del consumo de alcohol. Nos suena, ¿verdad? Una bomba de relojería para nuestro funcionamiento sexual. Y sí, el alcohol desinhibe y facilita que se libere la pasión, pero nos suele jugar malas pasadas. Puede impedir que la excitación y erección sean las esperadas, tanto en hombres como en mujeres -porque nosotras también tenemos erecciones-. Y todo esto puede conllevar no obtener el placer deseado o que no se alcance el orgasmo. Cuestión que, si gestionamos bien y no nos frustramos porque lo hemos pasado bien, no tiene por qué ser nada malo.
Pero seamos sinceros, a la mayoría, no le hace mucha gracia quedarse sin cuando se desea. El alcohol, además, da sueño. Quizá no se llegue ni a iniciar el primer asalto. Vamos que no es nuestro mejor aliado sexual. Controla el consumo si deseas seguir disfrutando de las fiestas también en la cama.
Otra de las cuestiones que afecta a nuestro deseo sexual puede ser la conocida como "depresión navideña", que afectaría a entre un 10% y un 15% a la población en estas fechas. Esta "depresión" temporal, con síntomas como tristeza, enojo, llanto, sensaciones de soledad, mal humor, estrés... afecta a nuestro deseo de relación, al deseo erótico, no necesariamente al afectivo y romántico, el cual puede resultar incluso un bálsamo para quien lo padece, e incluso afectar al funcionamiento sexual dificultando la excitación y erección.
Las añoranzas de tiempos anteriores vividos en familia, las ausencias de seres queridos, ya sea por vivir lejos o haber fallecido, la enfermedad de algún familiar o la propia, junto a las rupturas o malos momentos vividos por la pareja durante estas fechas o con anterioridad a éstas, suelen ser las principales causas para que aparezca esta sintomatología.
Esta claro que esta situación de tensión afecta a la relación, si no se sabe llevar. Más aún si la pareja no se encuentra en su mejor momento antes de iniciar las fiestas. Por tanto, los desacuerdos y discusiones pueden incrementarse y, si falla la comunicación, afectar profundamente a la pareja, y hasta al resto de la familia.
La clave: comunicación efectiva
Sea cual sea la causa de la afectación navideña en la pareja, lo más apropiado es entenderse. Para conseguirlo, la comunicación ha de ser fluida. Intercambiar opiniones e impresiones sobre cómo estamos viviendo esta época del año y transmitir cómo nos afecta es fundamental para que entiendan nuestra situación y comportamiento y entender la de la pareja. De esta manera, nos podremos poner en el lugar de nuestra pareja y juntos podremos crear las condiciones necesarias para vivir esos momento de manera sosegada, reduciendo en lo posible las situaciones de estrés y apoyándonos el uno al otro.
Comentar lo que realmente deseamos hacer y lo que no, con antelación, es fundamental para no tener que "tragar" con situaciones desagradables. Para ello hemos de tener en cuenta tres aspectos.
1. Qué nos une. Conocer lo que compartimos y en lo que estamos de acuerdo es fundamental para determinar lo que no.
El clásico, "lo hago por ti" no funciona y genera más disputas posteriores. Olvídate de ponerlo en práctica y , si accedes, hazlo por ti, pues si no se la guardaremos y en algún momento saldrá a relucir el "me debes una", cuando realmente no se negoció deber nada.
2. Lo que no compartimos pero es negociable. Es bueno, y humano, mostrar que no pensamos ni nos gusta o apetece lo mismo, por mucho que nos queramos. No es mi media naranja, que siente y piensa lo mismo que yo, sino otro ser con sus propias emociones, interpretaciones e inquietudes personales, y tiene derecho a expresarlo, como tú. El respeto de estas diferencias es vital para que la relación se entienda y se mantenga en el tiempo "sin aguantarse", sino aceptándose.
Para llegar a acuerdos se puede negociar o seducir. En ambos casos la idea clave es que ambas partes ganen y no haya engaño. Ha de cumplirse el trato acordado, de buena gana, porque recuerda: "lo haces por ti".
Por ejemplo, un día vamos con tu familia, otro con la mía, y otro lo pasamos solos, con los hijos e hijas si los hubiera. También sería bueno que la pareja, aunque tuviera hijos, reservase una noche para ellos, en solitario, durante la navidad, ya sea porque los abuelos se encargan de ellos, u otra persona de la familia o profesional del cuidado infantil, o tras las fiestas, que quizá sea más fácil encontrar fechas para la desintoxicación navideña.
3. Lo innegociable. Esta suele ser la situación más compleja. En estos casos, cuando deseamos cosas opuestas y ninguno está dispuesto a negociar, lo recomendado es aprender a separarse adecuadamente. Eso no significa dejar la pareja o divorciarse, por supuesto que no, sino aceptar las diferencias y entender el amor desde la libertad de ser y la necesidad de ofrecernos estaciones personales individuales acordados entre ambos.
Por lo que se negocia que cada uno pueda realizar esos planes que desea hacer, sí o sí. Por supuesto, sin rencor ni condiciones no negociadas. Por supuesto, si lo innegociable no lo aceptamos o descubrimos que existe mucho innegociable que no consentimos, será buen momento para replantearse la situación, acudir a una profesional de la terapia de pareja y tomar decisiones.
ANA SIERRA
28 dic. 2018 09:49
https://www.elmundo.es/vida-sana/sexo/2018/12/28/5c24b4f921efa0b9538b4608.html
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