Seguro que Victoria Beckham pagó más por el mismo corte de pelo que su marido. FOTO: GETTY
La formación, el tiempo, la tasa rosa... Dos expertos explican qué factores influyen y determinan esta diferencia histórica de tarifas.
El sitio más caro del mundo para cortarse el pelo es Oslo, y el más económico, Yakarta. En ambos lugares, las mujeres pagan más por el servicio. Mientras que en la capital noruega ellas desembolsan unos 83 euros de media por el tijeretazo, ellos pagan menos de 70. En Indonesia el cambio de look ronda los tres euros, pero también sigue siendo más asequible para los hombres. La constante se repite en todo el mundo: da igual dónde vayan a cortarse el pelo, según datos recogidos por la compañía de servicios financierons UBS, se dejarán más dinero si son mujeres. No resulta muy sorprendente si tenemos en cuenta que ellas pagan más por casi todo: maquinillas depilatorias desechables (siempre más baratas si son azules, claro), champús y cosméticos varios o hasta servicios como la tintorería. La famosa tasa rosa, o el coste superior que asumen las mujeres por el mero hecho de serlo cuando compran artículos iguales a los de los hombres, también lleva años instalada en el salón de la peluquería. Los expertos, sin embargo, aluden a otros motivos para justificar el encarecimiento de sus servicios cuando es una mujer quien pide la cita.
Lo fácil sería apelar a que los cortes de pelo masculinos son más sencillos de realizar, pero nadie lo diría echando un vistazo al historial capilar de rostros tan famosos como David Beckham. Lo que sí suelen ser es más rápidos, según los peluqueros consultados. “Se tarda más en cortar una melena femenina, no solo por el largo sino porque se finaliza con un peinado o, al menos, con el secado del cabello. Cuando doy cita para un corte masculino siempre programo treinta minutos, mientras que en el caso de ellas les reservo una hora”, detalla a S Moda Luciano Cañete, director y cofundador de la cadena de peluquerías Corta Cabeza. “En nuestro caso terminamos los cortes femeninos en seco, una vez que el cabello se ha peinado, mientras que en el caso de ellos no es necesario ese paso”, concuerda Quique Sánchez, director creativo de Espacio Q.
¿Qué ocurre, entonces, cuando el cliente es un hombre con el pelo largo? “Incluso aunque tenga melena, el corte suele ser mucho más básico y casi nunca se termina con peinado. Pero es cierto que en este caso se les debería cobrar lo mismo”, admite Cañete. En la práctica no es lo más común. Basta con repasar las tarifas de las peluquerías españolas para darse cuenta de que o bien no contemplan el precio de una melena masculina o bien sigue siendo más asequible arreglarla que en el caso de ellas. Tampoco es frecuente que a las chicas con pelo corto les salga más rentable su paso por el salón de belleza, pero debería ser así si se aplica el argumento del tiempo. “A las mujeres con el pelo corto les cobro lo mismo que a ellos. Es cierto que los estilos de mujer suelen ser más elaborados, pero muchas clientas nos vienen a preguntar si se aplicaría la tarifa masculina cuando, por ejemplo, quieren raparse, y sí lo hacemos”, responde el peluquero.
Además del tiempo y la longitud, la frecuencia es otro factor a tener en cuenta. Según Luciano Cañete, mientras que una mujer se corta el pelo cada tres o cuatro meses, los hombres suelen pasar por el salón una vez al mes. Para ellos es un mero trámite que responde a solucionar una necesidad física cada cierto tiempo, pero para ellas es una experiencia que va más allá: sentirse bien, verse guapas o invertir un rato en sí mismas. Aunque los nuevos tiempos sacuden los cimientos de esta argumentación, los expertos sostienen que aún a día de hoy las necesidades de la mayoría de sus clientes, femeninos y masculinos, responden a este perfil tradicional. Vamos, que si el corte masculino fuera tan caro como el de las mujeres probablemente se lo pensarían dos veces antes de pedir cita y se las ingeniarían para intentar ir menos. “Creemos que los hombres no estarían dispuestos a pagar el mismo precio que las mujeres. En general el hombre tiene un concepto muy diferente de lo que es la peluquería, aunque desde nuestro punto de vista debería ser el mismo”, reconoce el director creativo de Espacio Q.
“Cobramos por lo que sabemos más que por lo que hacemos. Para mujer se invierte mucho más en formación y los cursos cuestan más dinero que en el caso de los hombres, que es sota, caballo y rey. Llevo 30 años en la profesión y solo he hecho un curso de formación en cortes de pelo masculinos en todo este tiempo. Sin embargo, en el caso de las mujeres hago un par al año y tienen un coste de unos 1.500 euros. Además ellas requieren que estemos al día en coloración, mientras que ellos rara vez se tiñen”, añade Luciano Cañete como otro motivo a tener en cuenta.
Mientras que en países como Dinamarca es ilegal cobrar más por los cortes de pelo de mujer que por los de hombre independientemente del tiempo invertido, en nuestro país una medida así parece tan utópica como lejana. “En España el corte de pelo es, en general, mucho más barato que en otros países europeos. Si se igualaran los costes de cortes masculinos y femeninos lo interesante para los profesionales del sector sería que no se hiciera a la baja. Pero, claro, si los hombres ven que tienen que empezar a pagar más para que se equipare con lo que desembolsan las mujeres es posible que dedican ir menos a la peluquería. Me gustaría igualar el precio de ambos, pero que debe ser rentable para nosotros”, considera el director creativo de Corta Cabeza.
Sea por los motivos que sea, el resultado es que –una vez más– las mujeres pagan una cantidad superior por el mismo tipo de servicio. Incluso aunque deban llevar el pelo largo por culpa de una construcción social y un ideal de belleza siempre más tiránico para ellas. El sobrante de cabello acaba en el fondo de la basura en ambos casos, pero a las mujeres les sale más caro desprenderse del suyo cuando pasan por caja.
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