Qué sucede cuando te has cargado las tuberías de debajo de tu casa, de tu calle, de tu ciudad? Lo más probable es que cuando abras el grifo no salga agua. Sin fundamentos éticos, sin argumentaciones filosóficas, sin los distintos imaginarios que mediante el mito y lo literario crean valores culturales y conforman una sociedad, es bastante difícil convencer a alguien de que haga algo que no quiere hacer. En el momento en que decides optar por menospreciar la cultura estás optando por la propaganda como forma comunicativa. Y por un Estado coercitivo como única forma de gestión.
Puedes exigir sacrificios a tu comunidad si ostentas autoridad moral para ello. En caso de que carezcas de ello, solo cabe que la chantajees o la amenaces. O la culpabilices. Si hay segundo brote, la culpa es nuestra. En parte es cierto. Pero ¿y su culpa…? En todo el mundo nos gobiernan hombres con carencias severas y psicopatías notorias y a todos se les ha votado en urnas y parlamentos. A muchos de ellos solo les falta nombrar cónsul a su caballo favorito. De hecho, han hecho cosas más graves: no han sabido protegernos y nos han dejado morir, han reventado sociedades, han cortado el suministro ético a ciudades, países enteros, han hecho de la mentira su búnker en Berlín. Pero no cabe alegar engaño: somos parte de esa estafa.
Y ellos, que nunca pagan por lo que dicen ni por lo que hacen ni tampoco por lo que dicen que hacen, resulta que ahora interpelan a nuestra responsabilidad. Nos encerramos en marzo en casa por miedo. Miedo a morir y a matar a nuestros viejos. Y ahora nos lo vuelven a pedir pero ya no tenemos ese miedo. Tenemos otro. Un miedo que la propaganda no calma mientras dices que me quede en casa. Que me ponga la mascarilla. Que sea obediente. Que trate de no ser emocional.
El mecanismo que me lleva a abrazar a mis amigos porque es impensable que en la amistad o el amor haya contagio es el mismo que tu propaganda me convenció para distinguir entre comunidades buenas y malas, santos y villanos, leyes que he de decidir si acato o no dependiendo de la temperatura a la que me hierve la sangre. Has hecho que detenerse en un semáforo en rojo sea una cuestión arbitraria. Pero ahora vienes y me dices que cruce. En realidad, la pregunta es sencilla: ¿por qué debería…?
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