- Los seguros contra el impago de EEUU se han disparado un 1.057% en el año
La inquietud se dispara entre los inversores, la probabilidad de impago de la deuda a un año de Estados Unidos está en su punto más alto desde que hay registros. Con el techo de deuda -el límite máximo de emisión de bonos autorizado por ley, que el Congreso tiene que renovar cada vez que se alcanza- sobrepasado en enero, el Gobierno de Joe Biden se acerca cada vez más a la posibilidad real de un 'default' técnico al no poder acceder a nueva financiación para hacer frente a los gastos diarios de la Administración Pública hasta que logre un acuerdo en la Cámara Baja.
Se trata de una situación que no es nueva en Estados Unidos, pues el riesgo de no llegar a un pacto sobre el techo de deuda ha ocurrido en repetidas ocasiones. Sin embargo, ahora los mercados están más convencidos que nunca de que esta vez es la más 'peligrosa' de todas, ya que los fondos pueden acabarse en cualquier momento entre junio y agosto y no hay ninguna expectativa de acuerdo a la vista.
En lo que va de 2023 los Credit Default Swaps (CDS) para el bono a un año de la deuda de EEUU se han disparado un 1.057%, pasando de los 16 puntos a los 176 puntos. Los CDS son contratos bilaterales para transferir el riesgo, una fórmula de seguros frente al impago de una deuda, por lo que se usa su valoración para ver el miedo frente a un impago de la deuda de una país. En el caso del bono a un año de EEUU, ha sobrepasado por mucho las cifras de otras crisis de deuda similares como la de 2011 o 2008.
Aunque el riesgo estaba ahí, el día clave ha sido este lunes 24 de abril. Solo en la última semana y media los CDS se han disparado un 65%. En aquella jornada, la mayoría republicana de la Cámara de Representantes aprobó, por un solo voto, un proyecto de ley que exige fuertes recortes de gasto y la aprobación de una batería de regulaciones energéticas a cambio de permitir al Tesoro emitir deuda durante un año.
Una medida que ya han rechazado de plano los demócratas, que exigen una extensión "limpia" (sin contrapartidas ni exigencias) de la emisión de deuda. El presidente del Congreso, el republicano Kevin McCarthy, quiere usar ese proyecto para iniciar negociaciones con Biden, pero el presidente se ha negado de plano, y el ala más radical de los republicanos ya ha avisado de que no aceptará rebajar ni una línea sus exigencias.
Los inversores han acudido en masa a los bonos de deuda a un mes
Desde Goldman Sachs han mostrado su sorpresa con que los mercados no reaccionen incluso con más volatilidad ante la situación actual. "Hemos estado lidiando casi exclusivamente con este problema en las últimas semanas, y en realidad hay más preocupación ahora que incluso en 2011", defendió Alec Phillips, economista político jefe de Goldman Sachs.
Una de las consecuencias inesperadas de este último empujón de nerviosismo es que los inversores han acudido en masa a los bonos de deuda a un mes para evitar al máximo las letras que puedan coincidir con este posible incumplimiento. Esto ha provocado que los rendimientos de los bonos a un mes cayesen con fuerza durante días hasta mínimos de octubre para luego rebotar hasta un 4,2%, en mínimos de enero.
Desde Pimco dan por hecho que habrá una solución pero, según afirma su último informe, esperan que "no se encuentre hasta el último minuto". Tal y como ocurrió en la última gran negociación sobre este asunto, hace ya más de una década. Además, creen incluso que, en caso de haber acuerdo, este podría pasar más por empujar el problema hasta después de las elecciones y con importantes recortes en el gasto a través de "una comisión dedicada a la deuda" en el Congreso.
Desde Scope Ratings, por su parte, también creen que habrá acuerdo, pero ven la situación complicada. "Los riesgos para las calificaciones son más pronunciados que nunca, en una época de mayor polarización política y déficits más elevados tras las recientes crisis económicas", explica Dennis Shen, analista de deuda soberana.
¿Por qué no hay acuerdo?
La victoria republicana por la mínima en las elecciones legislativas de 2022 ha dejado la peor combinación posible: una Cámara de Representantes republicana y un presidente y Senado demócratas. Esta combinación ha provocado siempre graves tensiones presupuestarias, ya que los republicanos suelen preocuparse por la deuda y el gasto público solo cuando controlan una sola cámara del Congreso y pueden lanzar las consecuencias económicas de cualquier recorte de gasto a los hombros del presidente demócrata en vez de tener que asumirlas ellos. Por contra, durante los cuatro años de mandato de Donald Trump, la deuda pública aumentó un 33% sin que los diputados republicanos que votaron a favor de todas las medidas que dispararon el déficit hicieran nada para evitarlo ni mostraran su preocupación.
Esta vez, los republicanos han presentado un proyecto de ley que permitiría al Tesoro emitir bonos durante un año más a cambio de recortar el gasto social (todo salvo Defensa, pensiones o sanidad para mayores de 65 años) a niveles de 2022, aumentarlo solo un 1% durante la próxima década (un recorte en términos reales, ya que la inflación está mucho más alta). Esas condiciones, aun siendo duras, podrían ser el inicio de una negociación. Pero, ya de paso, su proyecto también incluye la derogación de gran parte de la ley estrella de Biden, la Ley de Reducción de la Inflación, de cambio climático y energías verdes, y la aprobación de los proyectos de inversión en energías fósiles que los republicanos presentaron en su programa electoral. La propuesta fue aprobada el miércoles por un solo voto de margen en el Congreso.
Biden ya ha avisado de que no piensa negociar "nada" con los republicanos, a los que acusa de "chantajearle" tomando la deuda pública del país como rehén para conseguir que los demócratas les aprueben "una lista de deseos" sin que ellos tengan que ceder ni ofrecer ninguna concesión a cambio. El presidente, y el Senado, han dejado claro que no van a tramitar siquiera el proyecto. Exigen que el Congreso permita al Tesoro seguir emitiendo bonos para "cumplir con la Constitución", que dice que "la validez de la deuda pública de EEUU no será cuestionada", y dejar las negociaciones fiscales para los próximos presupuestos, que ya habrá que aprobar en octubre y en los que ambas partes tendrán que ceder.
Así afectaría el default técnico a la economía
A pesar de que este default sea por problemas legales y no por una incapacidad económica de afrontar sus deudas, si llegase a suceder habría consecuencias graves para Estados Unidos y para el mundo entero. George Brown, economista de Schroders, recuerda que "puede dar lugar a una venta masiva de bonos del Tesoro que se puede extender a los mercados de deuda vulnerable", obligando a los gobiernos "a replegarse en todo el mundo". En ese sentido, el experto añade que "el brusco endurecimiento de las condiciones financieras sería especialmente negativo para los mercados emergentes que dependen de los flujos de capital".
Desde Schroders añaden que "la actividad económica se frenaría aún más por otras vías". Además del encarecimiento de la financiación de la deuda, la volatilidad de los mercados "mermaría la confianza de los consumidores y las empresas, reduciendo las intenciones de inversión y obligando a los hogares a ahorrar por precaución". Brown defiende que, "finalmente, el Congreso llegaría a un acuerdo para elevar el techo de la deuda, pero el daño ya estaría hecho". El crecimiento mundial "se ralentizaría notablemente, situándose un 0,7% por debajo de nuestras previsiones de referencia en 2023 y 2024 combinadas".
Incluso sin default puede haber un gran daño
Una situación similar ya ocurrió en 2011, cuando la Cámara de Representantes republicana mantuvo un pulso a un Senado y un presidente demócrata, Barack Obama. Aquella situación acabó con un acuerdo de última hora con recortes generalizados a todas las partidas, incluida la defensa (que los republicanos quieren preservar a toda costa) y las ayudas sociales.
Según la GAO (oficina de responsabilidad Gubernamental por sus siglas en inglés) la tardanza en ampliar el techo de deuda tuvo un impacto cercano a los 1.300 millones de dólares en aumentos directos de los intereses en ese periodo. Sin embargo, en su informe señalaron que no se incluyó el coste de endeudamiento más alto que tuvieron que afrontar posteriormente.
El país se encontraba en ese momento luchando por abandonar la crisis financiera, por lo que aquel acontecimiento fue el catalizador de un mes caótico, lleno de récords negativos. Para empezar, la semana del 15 de agosto fue la peor en Wall Street desde 2008. El Dow Jones encadenó 4 sesiones en rojo con caídas mayores a los 400 puntos, cosa que en aquel entonces no había sucedido en más de 115 años de historia.