lunes, 15 de noviembre de 2010

El impresionismo contado por las flores en el Museo Thyssen de Madrid

'La casa del artista en Argenteuil', de Claude Monet.
Foto from elmundo.es

Los impresionistas acertaron al llevar al arte una mirada que se abría mejor en dos mitades. De un lado, el espectáculo de la ciudad moderna que ya había despegado; de otro, la naturaleza con sus connotaciones renovadas y su envés romántico vuelto ahora luz. Eran las dos orillas fundamentales de los temas de su pintura. Pero de las dos, el espacio naturan que adquirió prestigio en el símbolo del jardín se repitió constantemente y en todos los artistas del movimiento. Sin embargo, hasta ahora, no se había dedicado una muestra donde los jardines adquirieran en sí mismos el único protagonismo, el foco.
Es la propuesta que presenta hoy el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, en colaboración con la Fundación Caja Madrid: 'Jardines impresionistas', abierta hasta el próximo 13 de febrero y de la que son comisarios Michael Clark (director de la National Gallery de Edimburgo); Clare Willsdon (profesora de la Universidad de Glasgow) y Guillermo Solana (director de la pinacoteca madrileña). Una muestra repartida en dos sedes, la del museo (donde arranca esta aventura) y la Casa de Alhajas (Plaza de San Martín, 1).
El despliegue de obras resulta excepcional: 130 pinturas (50 más de las que acogió la National Gallery de Edimburgo, donde arrancó esta cita) en la que se pueden seguir las huellas de más de 20 artistas, desde los creadores que preceden al impresionismo (Saint-Jean, Delacroix, Corot, Millet y Bazille, entre otros) y así hasta llegar al núcelo duro del viaje con el jardín en sus distinta lecturas. Puede ser un espacio de recreo (visto por Cézanne, Monet, Manet, Sisley, Fantin-Latour), puede ser un territorio donde prende la intimidad (Morisot, Latouche, Harpignies...), pero puede ser también una reivindicación de la naturaleza como elemento productivo. De ahí la antención al huerto, el lugar de cultivo. Interesó a Monet, Van Gogh y sobre todo a Pissarro (anarquista inquebrantable que prefiere la escena campesina al jabón burgués).
La herencia de estos maestros se extiende. Y ése es el testigo que asume la Casa de Las Alhajas, donde se desarrolla la segunda parte de la muestra, allí donde el postimpresionismo enlaza con las primeras vanguardias. Irrumpen ahora en escena Seurat, Toulouse-Lautrec, el último Monet (que es un incendio), Klimt, el delicadísimo Bonnard. Y Braque. Y Munch. Y Nolde. O el primer Malévich. Y Sorolla. Y Pla. Y el inquietante Anglada-Camarasa. Todos alrededor del impresionismo, al amparo de sus símbolos. De sus jardines de signo. De su pintura alumbrada.
Por Antonio Lucas from elmundo.es/cultura 15/11/2010

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