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La división en el Eurogrupo se ha hecho más evidente esta semana de crisis de deuda: Alemania, por su lado, y el resto, entre lamentos. El euro no sólo está bajo interrogantes, sino que la propia Unión Europea lo está. La pérdida soberanía política de países como Grecia e Irlanda al aceptar ser rescatadas o incluso España desde que el pasado mes de mayo dio un giro a su política deben colocar en el debate una cuestión mucho más importante que esa. ¿Cuál es la respuesta adecuada en un momento de desconfianza en el mercado? Y la respuesta es la unión fiscal y la creación de Tesoro Único que cobije a los países atacados. Uniendo fuerzas y diversificando riesgo bajo la fortaleza de un bono europeo.
Es absolutamente vergonzoso que después de once años de euro continuemos hablando y escribiendo a estas alturas de diferenciales financieros con Alemania y de primas de riesgo intraeuropeas. ¿Están dispuestos los ciudadanos de la UE a terminar lo empezado? Y sí hablamos de Unión, de una integración federal de estados no sólo económica, sino política y, sobre todo, fiscal. ¿Está dispuesto el ciudadano español a ser gobernado por Bruselas, por un político francés, alemán, belga, italiano o también español? Siendo honestos, nos iría mejor...
La incompetencia y falta de capacitación en la gestión de la crisis del establishment político nacional y autonómico es un hecho. Lo es desde que se desató hacer más de tres años. Desde el Partido Popular al PSOE, pasando por todas las siglas PNV, CiU, BNGs, UPNs... Todos han fallado a la ciudadanía. Y todos siguen en su sitio. Porque es el gremio político, junto a los sindicatos, quienes siguen ahí en su sitio, sin ningún tipo de recorte ni ajuste, viviendo del dinero público.
Todos, absolutamente, todos los políticos tienen todo el peso de la responsabilidad y de la democracia en sus espaldas. La política no es un juego ni un ejercicio de chascarrillos o de egos, sino de sacrificio y honor. ¿Cuántos políticos españoles han dimitido en los últimos tres años? Esta semana, la cancillera alemana Ángela Merkel presentó en Berlín un discurso que debe hacer pensar a nuestros políticos. Habló de responsabilidad y, sobre todo, de coraje frente a la crisis. De valentía para haber frente a los inversores y hacerles pagar por los riesgos asumidos prestando dinero a los bancos. Ese no es un mensaje que se pueda transmitir a la clase política española, que pretende un relevo de poder tranquilo y sin mancharse las manos. Sólo gobernar la nave, aunque esta se hunda.
Mientras tanto, en los mercados, el acoso, uno tras otro, a los eslabones débiles de la fusión de monedas europeas es una evidencia. La piedra de toque fue Dubai en noviembre de 2009. Evidentemente, los poderosos Emiratos Árabes abortaron con la garantía de los petrodólares el temor de los inversores internaciones. Pero después llegó Grecia, país miembro de pleno derecho en el euro, y el multimatrimonio de socios europeos comenzó a convertirse en una matrimoniada de echarse los trastos a la cabeza. Irlanda no es Grecia decían, Portugal no es España seguían y así una serie de comparaciones a veces odiosas.
La puerta abierta que han encontrado los grandes lobos financieros de la inversiónes es la falta de cemento en esta unión. Y esa masa que debe unir los ladrillos es la fiscalidad y la existencia de un brazo financiero común, un Tesoro, que convierta a Europa en una voz grave y única que hable al mundo, también a los mercados. Y no, ahora es sólo una coral de susurros en la que de vez en cuando sobresale la cantante de opera alemana. Es la ausencia de la unidad de acción y de uno Tesoro único europeo que defienda las salvajes divergencias que se están dibujando. ¿Debe pagar España más por su deuda a tres meses que Alemania por el dinero prestado a cinco años? ¡Estamos locos! ¿Compartiendo la misma moneda?
El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF) con capacidad de hasta 750.000 millones de euros es sólo un instrumento temporal con el que se ha ido rescatando a Grecia, ahora a Irlanda y está pensado para hacer lo mismo con Portugal, España e, incluso, Italia. Pero su nacimiento no debe quedarse ahí, sino que tiene que reconvertirse en un Tesoro, un órgano comunitario dependiente de la Comisión Europea (CE) que sea el encargado de captar financiación en los mercados. De hecho, uno de los poderes del fondo que dirige Klaus Regling es su capacidad para emitir bonos con el respaldo de la UE y rating triple A.
Junto a la unidad fiscal, el Tesoro es el eslabón perdido de la Unión Economica y Monetaria (UEM). Casi dos décadas después del Tratado de Maastrich (1992), la posibilidad de que la Unión Europea (UE) tenga su propio Departamento del Tesoro debe cobrar vida. Esta nueva institución, a imagen y semejanza de países como EEUU o Reino Unido, deben ser el encargada de emitir en exclusiva bonos soberanos bajo el respaldo del conjunto de países de la eurozona. Simultáneamente, este órgano respaldaría las actuaciones del Banco Central Europeo (BCE) en política monetaria, y asumiría la recaudación y gestión de algún tipo de impuesto comunitario como gran autoridad fiscal europea. Hasta ahora ha sido sólo un proyecto de futuro en el cajón y debe salir de él. Por el bien de todos los europeos.
Por R.J.Lapetra from cotizalia.com/el-radar 27/11/2010
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