miércoles, 28 de mayo de 2014

Asia transforma su 'revolución sexual' en otra gran oportunidad de negocio

Cuartel general de Momo en China/ Cortesía de Momo.

Cuartel general de Momo en China/ Cortesía de Momo.


Surfear la enorme ola de cambio en las relaciones entre hombres y mujeres en Asia esconde una gigantesca oportunidad que tres empresas ya han empezado a exprimir.


Las nuevas tecnologías están revolucionando la forma en la que vivimos, percibimos la realidad y tratamos a los demás. Desde el lenguaje hasta los hábitos de consumo pasando por el régimen de cama nada volverá aparentemente a ser lo mismo. En Asia, por supuesto, tampoco.
Corea del Sur, Japón y China comparten un pasado que hunde sus raíces en valores confucianos, entre los que algunos expertos chinos destacan la condena de las relaciones extramaritales, la exigencia de que la mujer llegue virgen al matrimonio, la censura ante aquellas que se atrevan a demandar relaciones íntimas con la misma intensidad y franqueza que el varón, el establecimiento de una relación de subordinación con su marido y, finalmente, la prohibición de cualquier tipo de conversación sobre sexo en público o en privado. En este contexto, las personas, al contrario que en Occidente, se ven menos como individuos y más como miembros de un colectivo que trabaja por el bien de la familia y la comunidad.
Aunque la estela del pasado sigue presente, las cosas han cambiado lo suficiente como para que Momo, una aplicación móvil china que muchos consideran óptima para el ligue y el coqueteo, haya superado en abril los 120 millones de usuarios registrados. Se lanzó hace sólo tres años, ya posee una versión en inglés y parece que podría salir a Bolsa en Wall Street en los próximos meses. Han captado decenas de millones de dólares en financiación externa desde 2012 gracias a firmas de capital riesgo americanas como Matrix Partners y entidades colocadoras como China Renaissance.
Esta app consiste en un servicio de mensajería instantánea con la particularidad de que los envíos se hacen sin necesidad de conocer el número del destinatario y con un criterio tan simple como la proximidad física entre receptor y emisor. Así se ha convertido en la forma ideal en la que muchos jóvenes rompen por primera vez el hielo después del primer contacto visual en un bar, una plaza o en una estación de metro. Según Wen Yajuan, director de comunicación de la compañía, «el 80% de los usuarios tienen entre 19 y 32 años» y ellos son el público al que se dirigen «los juegos, stickers, servicios de valor añadido para usuarios VIP y los anuncios» de los que obtienen sus ingresos.
La agencia de noticias oficial Xinhua, estrechamente vinculada al Gobierno, puso a Momo en el disparadero en mayo acusándola de espolear unas «interacciones hormonales» que favorecen las agresiones sexuales, de alojar servicios de prostitución y de permitir la utilización de unas imágenes de mujeres «claramente retocadas con Photoshop» que «o llevan bikinis para mostrar sus cuerpos o se hacen selfies desde los ángulos que más resaltan su belleza»Algunos analistas creen que el artículo de Xinhua y la cruzada anti-porno de Pekín pueden poner en peligro su salida a Bolsa, una operación que la multinacional ni confirma ni desmiente a EXPANSIÓN.
Wen asegura que la única finalidad de la aplicación es«aumentar las posibilidades» de sus clientes a la hora de «trabar amistades y conocer gente interesante en el mundo real», algo que no siempre consiguen en su vida diaria, porque carecen de suficiente «tiempo, de un marco propicio y de una tradición cultural que lo favorezca»
Muchos expertos como James Farrer, profesor de sociología de la Universidad de Sophia en Tokio,consideran que las nuevas tecnologías se han limitado a regar el mismo jardín que abonó Mao al pulverizar los valores tradicionales y que se inundó súbitamente de flores cuando la economía y el país empezaron a cabalgar a lomos de las reformas de los ochenta. Los líderes comunistas parecen haber decidido que ha llegado la hora de pisar el freno: el mundo va demasiado deprisa y quieren que sus jóvenes compatriotas se bajen en marcha. Los miembros del órgano máximo del poder del Partido Comunista en China tienen de media más de 63 años.
También favorecen las tradiciones
Pero la innovación no sólo se ha puesto al servicio de los cambios, sino también de tradiciones como por ejemplo el valor supremo de la familia y la visión de la persona antes como parte de un colectivo que como individuo. Between es una app coreana que crea un espacio exclusivo para la pareja e invisible para todos los demás. Allí, advierte su CEO Jaeuk Park, «te relacionas con ella y recoges todos los recuerdos que compartes con la persona que más te importa».
Park no sólo ve un clarísimo encaje con los valores regionales, aunque reconoce que Japón y Corea del Sur son sus principales mercados. Según él, que su éxito haya empezado a extenderse a Estados Unidos, por ejemplo, tiene que ver con tres factores fáciles de vender en Occidente: ofrecen una privacidad superior a la de otras redes sociales, su tienda online permite que los usuarios se regalen mil detalles sentimentales (se los pueden recomendar parejas amigas) y han diseñado un calendario para que ni los más despistados olviden aniversarios y otros hitos claves de la relación.
Uno de los activos de Between es que, a diferencia de otras plataformas, conocen bien a sus clientes. Así, recuerda su CEO, pueden utilizar la tienda para «enviarse cafés lattesdurante una tarde de trabajo duro, flores cuando se sienten románticos o algo más brillante en días más especiales». Desde hace pocos meses también disponen de un servicio que restablece los contenidos borrados de la cuenta, porque muchas parejas los eliminan cuando se tiran los trastos a la cabeza y una media de 300 usuarios al día piden que se los recuperen después de reconciliarse.
Otros que conocen bien a sus clientes son los directivos de Ashley Madison, la web canadiense de las parejas infieles. Su aterrizaje en países con largo pasado confuciano no podía ser menos que escandaloso. En Corea del Sur, recuerda su portavoz europeo Christoph Kraemer, « tuvimos más de un millón de visitas y 150.000 inscripciones antes de que el Gobierno decidiera cerrar nuestro portal». En Taiwán, donde el adulterio está prohibido por la ley, el número de usuarios se ha multiplicado casi un 300%, en Hong Kong un 122% y en China continental y Singapur directamente no les han dejado entrar.
El jugador revelación de esta temporada para Ashley Madison ha sido quizás Japón, donde han llegado a un millón de usuarios en menos de nueve meses y han registrado así el crecimiento más rápido de todos los países donde han operado hasta la fecha. Kraemer subraya que sus servicios encajan perfectamente con la cultural local, porque ya existía previamente «toda una serie de infraestructuras para los infieles como por ejemplo los sitios de encuentros online o deaikei, los centros de masajes con mujeres ligeras de ropa (soaplands) y los conocidos Love Hotels que ya son una institución a la hora de garantizar la discreción para los amantes».
Este despliegue tiene su razón de ser. De hecho, según una encuesta del Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar nipón en 2008 dirigida a personas de entre 16 y 49 años, más del 20% de los hombres y alrededor de un 11% de las mujeres reconocieron haber tenido una aventura en el último año. La web de las parejas infieles aspira a acortar esas distancias y celebra «una acogida particularmente excepcional por parte de las japonesas, que hasta la fecha no contaban con las mismas posibilidades de tener una aventura discreta que sus compatriotas».
La realidad asiática es tan dinámica que supera cualquier fantasía occidental sobre las diferencias culturales. Cientos de millones de personas demuestran cada día que las nuevas tecnologías les permiten conservar y destruir las tradiciones más confesables e inconfesables de sus vidas, que productos genuinamente locales y asiáticos como Between pueden exportarse fácilmente a países tan individualistas como Estados Unidos y que la intervención del poder público para mantener la fidelidad de sus habitantes sigue existiendo en lugares tan desarrollados como Corea del Sur, Taiwán o Singapur a pesar de sus puertos ultramodernos, sus enormes rascacielos de vidrio y acero y unos imperios empresariales que, como Samsung o HTC, afilan una y otra vez hasta el borde la tecnología más puntera.











27.05.2014Gonzalo Toca 
http://www.expansion.com/2014/05/25/empresas/1401025113.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.