martes, 23 de enero de 2018

¿Es el castigo tan eficaz como creemos?

¿Es el castigo tan eficaz como creemos?

  • Un equipo de investigadores ha puesto a prueba esta creencia social

El ser humano está programado para asociarse y tejer redes cooperativas durante toda la vida. Nos relacionamos en el trabajo, en el colegio, en nuestra vida social… y todos parecemos tener claro que la cooperación es vital.
Aprovechando un elemento tan presente en nuestras vidas como la cooperación, un equipo de investigación de laUniversidad de Hokkaido (Japón) y la Politécnica del Noroeste (China) ha estudiado la efectividad del castigo con un experimento.
Nuestra concepción social de que el castigo es la mejor forma de promover la cooperación entre jugadores puede no ser del todo acertada
Los resultados muestran que nuestra concepción social de que el castigo es la mejor forma de promover la cooperación entre jugadores puede no ser del todo acertada, a pesar de que a menudo existe la concepción de ser un medio para obligar a las personas a ser más cooperativas.
Los investigadores establecieron tres grupos de individuos que se enfrentaban en un juego deportivo con diferentes situaciones: algunos se enfrentaban siempre a las mismas personas, otros cambiaban de rivales, otros incluían la figura del castigo…
Los resultados del estudio fueron sorprendentes
Los resultados del estudio fueron sorprendentes (Universidad de Hokkaido)
Tal y como cabía esperar, las personas que jugaban siempre contra los mismos rivales cooperaban más, un 38%, al ver los beneficios de organizarse entre ellos para lograr sus objetivos. En cambio, los grupos que cambiaban constantemente cooperaban mucho menos, tan solo un 4%.
El castigo
Al introducir el castigo en los grupos estables, los investigadores se llevaron una sorpresa al descubrir que los resultados no mejoraban, bajaban un punto. Esto lo explican con el argumento de que “si bien el mensaje implícito al castigar a alguien es ‘quiero que seas cooperativo’, el efecto inmediato es más coherente con el mensaje ‘quiero hacerte daño’”.
En resumen, los castigos no solo no promueven la cooperación entre individuos, sino que provocan represalias. Un efecto contrario al que se busca, pero ¿Por qué?: “Podría ser que los cerebros humanos están programados para obtener placer al castigar a los competidores”, dice Jusup.

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