Conocer nuestra huella hídrica nos ayuda a ser más conscientes y eficientes a la hora de utilizar este recurso. Porque el agua que no vemos también la consumimos
Una camiseta sencilla contiene unos 200 gramos de algodón, y para conseguirlos se necesitan 2.000 litros de agua. Un vaquero requiere para su fabricación 10.850 litros de agua, según cálculos de la Water Footprint Network, y unas zapatillas de deporte, 4.400 litros. Como poco, llevamos encima 17.250 litros de agua. Un dato a tener en cuenta cuando la huella hídrica global es de 7,45 billones de m3 anuales, lo que supone un promedio de 1.240 m3 al año por persona.
Cuando nos preguntan por nuestro consumo de agua pensamos en la factura, en grifos que gotean o en el número de vasos que bebemos al día. Y no nos damos cuenta de que todo lo que nos rodea ha necesitado agua para su elaboración. Desde el lápiz con el que hacemos los crucigramas o el smartphone que llevamos a todas partes, hasta la cama en la que dormimos. Por ejemplo, fabricar un microchip de un dispositivo electrónico ‘cuesta’ 130 litros.
La huella hídrica global es de 7,45 billones de m3 anuales, lo que supone un promedio de 1.240 m3 al año por persona
La llamada huella hídrica es un indicador que mide el volumen total de agua dulce utilizada para producir los bienes y servicios consumidos por un individuo o comunidad, tanto de forma directa como indirecta. Es un término que acuñó en 2002 Arjen Hoekstra, profesor de Gestión del Agua de la Universidad de Twente (Holanda). Evalúa la cantidad de agua consumida o devuelta al medio o a otra cuenca con distinta calidad de la que tenía en origen.
En España, EsAgua es la primera plataforma de huella hídrica que se ha creado, un proyecto único e innovador en el país que tiene como principal objeto satisfacer la creciente necesidad de información sobre la huella hídrica en aquellas organizaciones, procesos y productos que buscan lograr un uso más sostenible y equitativo del agua dulce. Está gestionada por CETAQUA y promovida por la Water Footprint Network y AENOR, además de contar con el apoyo de empresas pioneras en el interés por la huella hídrica.
Siguiendo con el ejemplo de las prendas de vestir, según un estudio de El Corte Inglés y la Fundación Botín, que midió la huella hídrica en la producción de ropa, la de los jóvenes es la más destacada. Sumaría hasta 15.000 litros de agua, o lo equivalente a llenar 15 bañeras de un metro cúbico.
¿Cómo saber cuál es nuestro nivel de consumo?
Podemos conocer nuestra huella hídrica con una serie de sumas muy fáciles y solo con repasar nuestro día a día: cuántas veces nos duchamos, cómo vestimos, qué comemos, el número de cafés que bebemos o las cervezas y el vino de después del trabajo.
Basta saber, además de los datos anteriores, que para hacer una taza de café se precisan unos 140 litros de agua y que cuando bebemos un vaso de vino, en realidad estamos consumiendo 117 litros de agua. Y si se trata de agua embotellada, para fabricar un solo litro se necesitan nada menos que 3 de agua. Porque si somos conscientes de nuestra huella hídrica podremos hacer una gestión responsable del agua que consumimos.
El desperdicio de alimentos en los hogares genera una huella hídrica de más de 130 litros por persona y día, mientras que la ropa de los jóvenes llenaría 15 bañeras de agua de un metro cúbico
También somos responsables
Pero, ¿cuáles son los principales consumidores de agua? La agricultura representa más de un 70% del agua dulce consumida en el planeta y, debido al crecimiento de población, en las próximas décadas tendrá que producir un 50% más de alimentos en 2030. La industria es otro de los grandes consumidores de agua, como ingrediente o materia prima, para calentar o enfriar, en los procesos de fabricación o en los de acabado. El Banco Mundial calcula que, en Europa, se destina el 26 % del agua a la industria.
Un consumo de agua del que también somos responsables nosotros. Si en el menú de mediodía escogemos ternera, deberíamos saber que un kilo de este tipo de carne implica un gasto de unos 15.400 litros de agua; si optamos por el cordero, serán 6.100 litros por kilo, y en el caso del pollo serán 3.900 litros. Y si de postres queremos una sencilla manzana, deberemos saber que se han usado 70 litros de agua en su producción.
Y eso sin tener en cuenta que cada año, un tercio de la producción mundial de alimentos se pierde o se desperdicia antes de su consumo. Según los datos que ofrece la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe Food wastage footprint – Impacts on natural resources, la cifra supone un desperdicio de cerca de 1.300 millones de toneladas de alimentos al año.
En España, el desperdicio de alimentos en los hogares genera una huella hídrica de más de 130 litros por persona y día, según un estudio recogido en un comunicado de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Hacer una gestión responsable del agua no solamente significa ahorrarla en la ducha de la mañana o cerrar el grifo cuando los cepillamos los dientes.
Debemos ser conscientes de nuestra huella hídrica para saber el impacto que tiene nuestra vida cotidiana sobre este recurso y optar por medidas más eficientes. Si queremos reducir nuestra huella hídrica, la próxima vez que vayamos al restaurante o a unos grandes almacenes deberemos tener en cuenta no solo el importe del menú o el precio que marca la etiqueta, sino pensar en cuál es su coste en agua.
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