viernes, 19 de abril de 2019

Cuando la generosidad es selectiva

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Foto: www.vaticannews.va

Las multimillonarias donaciones para reconstruir Notre Dame crean malestar en ciertos sectores por el contraste con las urgencias sociales que no son atendidas


La avalancha de donaciones para reconstruir Notre Dame ha levantado suspicacias en Francia. La lluvia de millones no ha sido del gusto de todos. Poco tienen que ver estas críticas con el carácter laico de la República. Lo que ha irritado a algunos es comprobar la generosidad selectiva de las grandes fortunas y de las empresas más potentes, así como esa activación tan inmediata de los resortes del Estado.
La filantropía y el mecenazgo se ven premiados con desgravaciones fiscales. En el caso de las ayudas a Notre Dame, eso ha generado desconfianza e incluso preocupación por las finanzas públicas. Al alcanzar la colecta una cifra tan elevada –se cree que superará los mil millones de euros-, eso quiere decir que la rebaja tributaria será proporcional, de más del 60% de esa cantidad. A nadie se le escapa que será el Estado quien dejará de ingresar ese dinero y, a la postre, el agujero deberán cubrirlo todos los contribuyentes. Consciente de la polémica, la familia Pinault, que ha prometido 100 millones de euros para rehacer la catedral, ha renunciado al regalo fiscal. Otros mantienen silencio.
Francois-Henri Pinault, marido de Salma Hayek, uno de los millonarios que  ha ofrecido millones de euros para la reconstrucción de Notre Dame
Francois-Henri Pinault, marido de Salma Hayek, uno de los millonarios que ha ofrecido millones de euros para la reconstrucción de Notre Dame (Thibault Camus / AP)

Algunos critican que se sobre el dinero para rehacer un templo y escasee para otras necesidades

El secretario general del sindicato CGT, Philippe Martínez, abrió el debate al mostrar su perplejidad de que, “con un clic”, se pongan sobre la mesa cantidades de vértigo. Martínez se preguntó qué pensarán los empleados de estos empresarios tan dadivosos, o la ciudadanía en general, cuando ven que el dinero sobra para rehacer un templo mientras escasea y se escatima para otras necesidades. Varios diputados de izquierda realizaron reflexiones parecidas.
También algunos líderes de los chalecos amarillos manifestaron su estupefacción. “Está bien que la oligarquía done para Notre Dame, pero sería mejor la ejemplaridad fiscal”, dijo Benjamin Cauchy, uno de los portavoces del movimiento reivindicativo, en alusión a la evasión tributaria y los mecanismos que usan empresas y particulares con grandes patrimonios para eludir el pago de impuestos. Incluso desde el mundo católico de base hubo reacciones negativas. Una de ellas llegó de la Fundación Abbé Pierre, que ayuda a los sintecho y a quienes habitan en viviendas indignas. Con ironía, la fundación agradeció los centenares de millones para el templo en el que se ofició el funeral de su fundador, pero recordó que un 1% de ese dinero bastaría para dar un gran alivio a su organización. Es un hecho que las oenegés sociales sufren en los últimos tiempos una mengua de ingresos.

Los últimos acontecimientos evidencian que Francia es un volcán de descontentos

El incendio de la catedral había propiciado una breve y frágil tregua en la bronca política habitual en Francia. Las críticas a las donaciones a Notre Dame sugieren que esa paz ya se ha roto. Las protestas constantes de los ‘chalecos amarillos’, en los últimos cinco meses, han puesto en evidencia que el país es un volcán de descontentos acumulados que han estallado. La sensibilidad está a flor de piel. Comprobar que la generosidad es selectiva excita aún más los ánimos.

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