viernes, 19 de abril de 2019

La crisis de confianza sitúa a Europa a la cola del crecimiento mundial

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  • El menor consumo privado y la débil producción industrial, entre las causas

Algunas de las circunstancias que han desatado los innegables síntomas de fatiga en la economía global, véanse las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, el intento por normalizar la política monetaria a este lado del Atlántico o la tediosa incertidumbre derivada del Brexit han amplificado su impacto en la actividad de Europa.
Y es que no todos los debilitamientos son iguales. Mientras la Reserva Federal de Atlanta estima que la mayor economía del mundo creció a un ritmo del 2,3% en el primer trimestre, los indicios señalan que en el caso europeo la expansión habría sido más bien tísica, de un 0,1%.
"La divergencia entre las manufacturas y los servicios ha aumentado exacerbando la brecha en el rendimiento entre los países europeos", explica Andrew Kenningham, economista jefe de Capital Economics, quien incide en como Alemania "coquetea" con un recesión al tiempo que la contracción económica de Italia continúa. Por el contrario, "la actividad tanto en Francia como en España resiste mucho mejor", añade.
Aún así, la zona euro experimentó en marzo la mayor contracción en su sector manufacturero en casi seis años, con el PMI tocando los 47,5 puntos. En el caso alemán, el nivel fue aún peor, al tocar mínimos en 80 meses, dejando notar como el pulso arancelario entre Washington y Pekín que a su vez ha contribuido a mermar el avance del gigante asiático, pesa en la mayor economía de Europa.
Según Catherine L. Mann, economista global en Citi, el estímulo aplicado por Pekín podría ayudar menos que el pasado a las compañías alemanas e incluso si lo hiciera, pasarían al menos 6 meses hasta dejarse notar. "Esperamos que la desaceleración de la confianza comience a afectar la inversión empresarial hasta ahora flexible", concluye la economista de Citi.
No obstante, no se puede culpar a China de ser el factor desestabilizador. La propia directora del FMI, Christine Lagarde, destacaba que pese a que el crecimiento chino se debilitará algo, hasta un 6,3% este año, existe un compromiso por lograr un "crecimiento de calidad" elogiando además la decisión de estimular momentáneamente la actividad. Dicho esto, es cierto que a partir de ahora, según estima el Fondo, el 50% del crecimiento estará originado en la segunda mayor economía del mundo por lo que es imperativo que el país asiático mantenga cierta estabilidad.
La semana pasada, el FMI avisó que la economía en la zona del euro se moderará este año hasta el 1,3%. Las tasas de crecimiento se han revisado a la baja en muchas economías europeas, especialmente en Alemania, debido a la moderación del consumo privado, la debilidad de la producción industrial tras la revisión de los estándares de emisiones en la industria automotriz y una demanda externa moderada. En Italia pesan la débil demanda interna y los elevados rendimientos de la deuda soberana mientras que en Francia pasan factura las protestas sociales.
Un panorama que también observa el BCE, cuyas expectativas de crecimiento del PIB real para este año se revisaron significativamente, hasta el 1,1%. Una revisión a la baja que se debió a las incertidumbres geopolíticas, el proteccionismo y el comercio. Para algunos expertos como, Samy Chaar, economista jefe de Lombard Odier, lograr un crecimiento del 1,6% este año todavía es posible "sobre todo si el comercio mejora". Otros, como Aaron Anderson, vicepresidente senior de análisis de Fisher Investments, consideran que el BCE, inclinado a continuar con sus parches temporales, "podría estar causando más mal que bien".
Así, la elecciones europeas del 23 de mayo cuentan con una diferencia respecto a las anteriores. En esta ocasión, la división no gira alrededor del eje este-oeste o el norte-sur, sino entre partes a favor o en contra de la UE. Según David Folkerts-Landau, economista global de Deutsche Bank, entre los partidos en contra de la UE, "existen dos vertientes, los grupos de derecha centrados en valores, identidad, soberanía e inmigración y los de izquierda que buscan atacar la austeridad, la desigualdad de ingresos, la globalización y el comercio".

La subida de tipos afectará más a países como España e Italia

Un acuerdo comercial integral entre EEUU y China, más una salida amistosa del Reino Unido de la UE, probablemente fomentará una mayor confianza económica en la eurozona. De todas formas, los retos son todavía son diversos para la región. El Informe Global de Estabilidad Financiera (GFSR) del FMI estima que los bancos de la región todavía cuentan en sus balances alrededor de 700.000 millones de euros en préstamos incobrables, mientras que el nexo entre los bonos soberanos y la banca en algunos países supone una vulnerabilidad en caso de que se materializase un shock. Al mismo tiempo, en la última edición del Monitor Fiscal de la institución también se resalta los elevados niveles de deuda con respecto al PIB que presentan algunos países. A medida que se endurecen las condiciones financieras el pago de intereses pesará en países como Italia o España. Estos países, junto con Portugal y Francia, han mantenido un ajuste fiscal neutro que debería reducirse de forma gradual.

Nueva York
 

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