lunes, 29 de abril de 2019

Prodigios: Nacho Duato y su necesaria lección en RTVE

Nacho Duato
Nacho Duato, muy emocionado, tras la actuación de Säid en 'Prodigios'. RTVE


"Tienes mucha suerte de haber nacido en una España libre, una España democrática y no la que me tocó vivir a mí", fue parte del emocionante mensaje de Duato en la final de Prodigios



Prodigios ha hecho historia por muchas razones. El programa de los sábados de La 1 no sólo ha abierto la puerta al talento, a la magia, a la cultura, al arte y a las oportunidades para los más jóvenes, sino que lo ha hecho entreteniendo en una televisión que cada vez nos acostumbra más a lo fácil, al espectáculo malentendido, a la crispación y en demasiadas ocasiones al enfado.

Anoche fue la final de un programa en el que efectivamente hemos visto un prodigio: niños con grandes talentos, talentos que deberían ser mucho más valorados, talentos espectaculares, talentos que hacen pensar en lo grande que son las futuras generaciones.

La voz de Lucía Rodrigo y Raúl Parejo; el violín de Jaime Infante; el clarinete de Carla Gómez; y la danza de Elisabetta Fasoglio y Säid Ramos se la jugaban en la gran final, pero fue Säid y su danza quien se alzó con el trofeo, 20.000 euros y un curso de perfeccionamiento intensivo en el Centro de Alto Rendimiento Musical de la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid.

Yo no sé de danza ni de canto, pero con Prodigios no hacía falta. Cada uno de los talentos que se han congregado en el programa han sabido trasmitir artes muchas veces olvidados. Su simple emoción, su destreza, su emoción, su poder sobre el escenario les hacía a cada uno inmensos y a los que los veíamos también.

Säid, a sus 15 años, emocionó hasta niveles indescriptibles. Su exquisita actuación de Andantino de Tchaikovsky estuvo cargada de una sensibilidad y un estremecimiento que le hizo vencedor, pero que especialmente provocó que Nacho Duato, uno de los miembros del jurado, se abriera al público y a Säid de una forma sorprendente al mandar un mensaje que todos nos deberíamos grabar a fuego. El prodigio de Säid no sólo fue su victoria, fue la victoria de muchos, incluida la de Nacho Duato.

Visiblemente emocionado y conteniendo las lágrimas el que fuera director artístico de la Compañía Nacional de Danza se dirigió a Säid, se dirigió a todos:

"Yo no suelo hablar de mi vida, pero cuando te veo bailar pienso en algo que os voy a decir ahora: yo empecé a bailar a los 13 años. En mi casa no me dejaban. Me tuve que ir a un estudio de ballet, pero no había niños. Yo era el único niño y lo demás todo niñas y cuando salía me tenía que poner las mallas y las zapatillas a escondidas porque los niños de mi colegio me llamaban 'marica' y me decían 'eso es para nenas'", recordó Duato, mientras sus silencios, sus lágrimas contenidas recordaban a un pasado no tan lejano.




"Y, por otra parte, mi padre me decía 'Nacho, habla como un hombre'. Y lo le decía, 'pero si tengo 12 años, no puedo hablar como un hombre'. Yo he bailado desde el Bolsoi hasta la Ópera en París... Mi padre en toda mi carrera creo que ha venido a verme bailar cuatro veces. Y cuando te veo bailar pienso en lo joven que eres y pienso en lo que dijiste el otro día, en que quieres ganar para reivindicar el puesto del hombre en la danza. Y cuando el otro día vi a tu padre, como te apoyaba, yo que siempre he pasado un poco de todo y decía que mi padre no vendría porque estaba ocupado...", continuó mientras miraba al padre de Säid, sentado entre el público y emocionado por lo que acababa de hacer su hijo y por las palabras de Duato. Porque las palabras de Duato no son sólo las palabras de un gran bailarín recordando, son las palabras del que sabe, del que no quiere, del que hoy puede.

"...Pero ahora pienso qué cosas más grandes me he perdido. Sigue adelante porque sé que lo vas a conseguir. Tienes mucha suerte de haber nacido en una España libre, una España democrática y no la que me tocó vivir a mí. Enhorabuena".
"Me llamaban marica..."
"Me ponía las mallas y las zapatillas a escondidas..."
"Era el único chico..."
"Mi padre sólo ha venido a ver cuatro veces..."
"Tienes mucha suerte de haber nacido en una España libre...".

Y Nacho Duato se rompió. Pocas veces hemos visto al bailarín hablar de su vida, de sus inicios en la danza, de lo que tuvo que pasar, de cómo se sintió, de cómo sufrió para alcanzar su sueño..., pero Säid consiguió lo que parecía imposible.

Ver a Nacho Duato conteniendo las lágrimas, mientras el padre de Säid entre el público se rompía también al escuchar las palabras del juez fue un momento muy emotivo, pero si con algo hay que quedarse es con la fuerza, los silencios y la verdad de Duato, porque es su verdad, pero también es la de muchos.

Probablemente, la del propio Säid o la de cualquiera de los niños que han pasado por el programa. Niños con un talento increíble, con una sensibilidad pasmosa, con unas capacidades envidiables que no se valoran en la medida en la que se deben valorar.

Seguramente Säid no ha pasado por lo que tuvo que pasar Nacho Duato, pero seguramente haya pasado por otras cosas, porque, por desgracia, lo que contó Duato sigue ocurriendo. El mensaje de Nacho Duato, su historia, su corazón es hoy más necesario que nunca, como es necesario programas como Prodigios. No todo es audiencia, ni show, ni cuotas de pantalla, y Prodigios es el ejemplo de que al espectador se le puede dar tanta belleza que el espectador la va a coger como agua de mayo.

Tenemos mucha suerte de vivir en un país como en el que vivimos. Como dijo Nacho Duato, un país libre, democrático, donde se aprecia y se valora (lo justo, pero se hace) lo que hace no tanto tiempo se criticaba y se insultaba.

Säid hoy puede bailar, hoy puede ganar un talent de televisión, hoy puede ser aplaudido y hoy lo hace con su padre al lado. Nacho Duato no tuvo tanta suerte, Nacho Duato vivió otros tiempos, pero anoche Nacho Duato quiso recordarnos a todos que no olvidemos en que país vivimos, que no olvidemos el pasado, que no olvidemos el presente. "Quien olvida su historia está condenado a repetirla" (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana).

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