jueves, 12 de enero de 2023

El verdadero origen del horóscopo, explicado por un astrofísico 'infiltrado'



Ofiuco, con sus serpientes, representa el renacimiento. 
(Pixabay)


Es un bulo recurrente, pero nunca se había montado tanto revuelo como esta semana con la supuesta inclusión de un nuevo signo del zodiaco. Pero ¿quién está realmente detrás del horóscopo y por qué sigue fascinando?




Ha vuelto a ocurrir. Cada cierto tiempo, circula el bulo de que hay una nueva lista de signos del zodiaco. A los 12 que conocemos, se sumaría Ofiuco, el domador de serpientes, una constelación ubicada entre Escorpio y Sagitario, con sus propias fechas, entre el 29 de noviembre y el 17 diciembre, lo que a su vez hace que se muevan las del resto. Sin embargo, esta patraña nunca se había hecho tan viral como hasta hace unos días, cuando las redes sociales se hicieron eco de que este cambio entraba en vigor el pasado 1 de enero.

Gran parte del revuelo tiene que ver con la difusión que han hecho algunos famosos, especialmente Ibai Llanos: ''He empezado el 2023 siendo Piscis, menudo año de mierda'', comentaba en Twitter. La cantante Edurne se sumaba: ''Pero qué me estás contando… ¿que ahora de repente soy Sagitario? No, no, no, soy y seré Capricornio siempre''. Hasta la astróloga más famosa de la televisión, Esperanza Gracia, se dio por aludida.

Quizá ninguno de ellos sabía que, aparte de mentira, es un rumor recurrente que involucra falsamente a la NASA, a pesar de que la agencia espacial no llegó a desmentir en 2020. Paradójicamente, su origen podría estar en la astrónoma y escritora británica Jacqueline Mitton, que en 1995 señaló la existencia de la constelación Ofiuco para denunciar que la astrología, en realidad, es una mentira, ya que se inventa un cielo inexistente para quedarse con solo 12 signos del zodiaco, dejando fuera artificialmente a este domador de serpientes.

En cualquier caso, todo este lío ha llevado a muchos a preguntarse de dónde sale de verdad esta pseudociencia, cómo se escriben los horóscopos que supuestamente predicen las mismas vicisitudes para todos los nacidos en fechas próximas, en qué están basadas las cartas astrales que aparentemente definen nuestra personalidad y nuestro futuro en el momento en que llegamos al mundo, y por qué la gente sigue creyendo —o al menos hablando de ello como si creyera— que los astros tienen algún tipo de influencia en nuestras vidas en función de cuándo hayamos nacido.


Historia de una división arbitraria

La confusión entre la astronomía (ciencia) y la astrología (fraude con raíces en nuestra historia y nuestra cultura), separadas desde hace siglos, tiene algo que ver en el problema. Una constelación es una agrupación de estrellas, pero es totalmente arbitraria, en función de quien observa el firmamento y de sus conocimientos. La Unión Astronómica Internacional dividió el cielo en 88 agrupaciones hace casi un siglo, pero “son las nuestras, heredadas de los griegos y los árabes”, afirma en declaraciones a Teknautas Miguel Ángel Sabadell, astrofísico, divulgador científico y experto en desenmascarar el engaño del horóscopo y las cartas astrales y que llegó a ejercer de 'astrólogo' infiltrado para entender bien el engaño. Al unir las estrellas por medio de líneas imaginarias, obtenemos dibujos de formas reconocibles, como un perro o un carro. “Los chinos tienen las suyas, porque cada uno las agrupa según su mitología”, explica.

El zodiaco es la zona celeste por donde pasa la eclíptica, el camino aparente que sigue el Sol, visto de la Tierra, a lo largo del año. Los planetas se van moviendo justo en esta franja, así que se pueden encontrar en diferentes constelaciones. En concreto, son 14. Sin embargo, las constelaciones zodiacales tradicionales son una docena, una convención que introdujeron en Babilonia hace más de 2.500 años y que se olvida dos de ellas: Ofiuco y Cetus. En el caso de Cetus (o constelación de la ballena) es lógico obviarla, porque los planetas pasan muy poco tiempo en ella, pero ¿por qué tampoco incluyeron a Ofiuco? La razón es que convenía descartar una: dividir una circunferencia en 12 partes iguales de 30º es mucho más práctico. Esto da pie a la división equilibrada que conocemos, en la que cada signo zodiacal dura un mes, asociado a fechas concretas e inamovibles del año.

Así que el conocimiento astrológico está completamente separado de la realidad. En general, “no es una crítica que les importe a los astrólogos, porque el cielo astrológico no tiene nada que ver con el cielo real, solo hay 12 signos del zodiaco”, apunta el experto. No obstante, los desajustes no tienen que ver solo con la existencia de otras constelaciones en el plano de la órbita aparente del Sol. Además, el cielo astrológico de los babilonios “ya no tiene ninguna correspondencia con el cielo actual real”, porque “las estrellas se mueven y desaparecen”, desdibujando las constelaciones de siglos atrás.

Para colmo, no todos los planetas han pasado por todos los signos. Es el caso de Neptuno y Plutón, descubiertos en el siglo XIX y XX, respectivamente. Desde que sabemos que existen, “aún no han pasado por todas las constelaciones, así que ¿cómo saben los astrólogos cuál es la repercusión de esos tránsitos?”, se pregunta Sabadell. “Esto demuestra que las supuestas influencias son invenciones históricas”, añade. Para rizar más el rizo, Plutón ha dejado de ser considerado un planeta recientemente.


placeholderCarta astral de la reina Letizia.
Carta astral de la reina Letizia.


Otro problema es la precesión. “La Tierra tiene un movimiento de peonza, además de girar sobre sí misma, el eje de rotación también lo hace alrededor de un punto imaginario en periodos de 26.000 años”, indica el astrofísico. La consecuencia es que “hace 2.000 años las constelaciones coincidían con los signos, pero ahora van retrasadas”. Curiosamente, hay una rama de astrología que tiene en cuenta este factor, la astrología tropical, que no es la más popular. En todo caso, ¿cuál de las dos sería la buena?

En definitiva, queda claro que, mientras la astronomía es una disciplina que acumula conocimientos a partir del método científico, la astrología está basada en una tradición ancestral no sometida a pruebas. De todos modos, si carece de cualquier tipo de base empírica, ¿de dónde salen las predicciones de los horóscopos y las cartas astrales que tratan de vendernos?


Cómo interpretan el cielo para realizar predicciones

En algunos casos, se trata de una completa invención particular. Para muchos periódicos y revistas el horóscopo no es más que una sección que hay que rellenar, una tarea engorrosa que recae sobre cualquier becario, así que más de un periodista (y más de dos) confiesan que en algún momento les tocó hacerlo. En un artículo publicado por El País en 2017, la encargada de esa misión en una publicación para adolescentes contaba los detalles de su trabajo, para el que utilizaba diversos criterios: copiar de otros sitios, “enviar indirectas al tío que me gusta”, escribir “cosas malas en signos de gente que me cae mal” o “animarme a mí misma” con frases como “ese trabajo es solo temporal”.

placeholderEclíptica.
Eclíptica.

Sin embargo, también están las predicciones de quienes se consideran auténticos astrólogos. “Como la astrología tiene 2.000 años de historia, se han publicado libros y existen ciertas convenciones”, explica Sabadell. A grandes rasgos, los manuales otorgan significados a la presencia de un planeta en una determinada constelación. No obstante, también influye la mano del astrólogo. “Es como ir a la consulta de un vidente, le estás dando información que utiliza”, comenta Sabadell, “si le sale que eres una persona influenciable, pero ve que en realidad pareces muy decidido, encontrará cómo darle la vuelta”.

Según el experto, dentro de los astrólogos existe un amplio abanico. Probablemente, algunos son plenamente conscientes del engaño que están ejerciendo, mientras que otros creen en mayor o menor medida en lo que están haciendo. “Dentro de los que se lo creen, unos interpretan al pie de la letra lo que sale y otros afirman que solo son tendencias de lo que puede pasar”, afirma. Por otra parte, están los que intentan probar que la astrología funciona, frente a los que argumentan que no se puede medir con la vara de la ciencia.

Sin embargo, los científicos no han renunciado a someter a juicio sus afirmaciones. “Es la pseudociencia que más se ha estudiado”, asegura el astrofísico. Entre los resultados más llamativos está que, “cuando se les pone a prueba, jamás interpretan una carta astral de la misma forma”, asegura. “Si vas a ver a cinco astrólogos obtendrás cinco visiones diferentes de tu propia personalidad”, añade, a pesar de que se supone que está basada en la posición de los planetas y las constelaciones del zodiaco en el momento del nacimiento.

placeholderEstrellas en el cielo nocturno. (EFE)
Estrellas en el cielo nocturno. (EFE)

En la literatura científica se puede encontrar una gran cantidad de ejemplos, pero probablemente el fracaso más sonado tuvo lugar en los años 50, cuando decenas de astrólogos alemanes se reunieron para interpretar cartas astrales. Ni siquiera llegaron a publicar sus resultados, pero tres décadas después dos psicólogos revisaron los datos y llegaron a la conclusión de que el nivel de coincidencia entre ellos no superaba al que podían tener por mero azar. Al entrar en detalles, no suelen acertar “ni en las cuestiones más básicas, como decidir si eres introvertido o extrovertido”.

En cualquier caso, lo más significativo son las predicciones o más bien la falta de ellas. A esta cuestión nadie le ha dedicado tanto tiempo como el psicólogo francés Michel Gauquelin, que realizó numerosos experimentos y analizó la astrología estadísticamente durante varias décadas. En uno de sus libros más famosos, publicado en 1967, demuestra que al separar la biografía de criminales y personas de éxito, los astrólogos eran incapaces de distinguir los unos de los otros a partir de los datos de nacimiento, con los que dibujan su carta astral.

placeholderEl inicio de año, momento de predicciones. (EFE)
El inicio de año, momento de predicciones. (EFE)


En el aspecto colectivo, esta pseudociencia tampoco ha anticipado ningún hecho relevante de la humanidad. “Según la astrología, los seis millones de judíos que murieron en la II Guerra Mundial en las cámaras de gas nazis deberían tener una carta astral común que predijera que todos iban a morir ahí, a pesar de que cada uno nació en una fecha cualquiera”, comenta Sabadell. “Dos personas que nazcan en Madrid con una diferencia de 10 minutos van a tener la misma personalidad, según ellos, y el mismo destino, porque tienen la misma carta astral, aunque uno sea del barrio Salamanca y otro de Puente de Vallecas”, añade.


Factores psicológicos para que “funcione”

Este astrofísico sabe de lo que habla, porque hace años llegó a experimentar con cartas astrales. De hecho, “solo tenía una compuesta por 13 folios”, asegura. “Lo único que hacía era cambiar el género y el nombre y se la daba a todo el mundo, pero mi carta astral siempre tenía un porcentaje de acierto de entre el 80% y el 90%. ¿Por qué? Porque en realidad dices cosas muy genéricas que se pueden aplicar a muchísima gente”, explica.

En psicología, esto se conoce como efecto Forer: cuando nos dicen que una descripción se refiere a nosotros específicamente, solemos identificarnos con rasgos de personalidad muy vagos, de forma que aparentemente el acierto es pleno. El nombre procede de un experimento del profesor estadounidense Bertram R. Forer, que en 1948 les pasó a sus alumnos un mismo texto, sacado del horóscopo, y todos creyeron que encajaba perfectamente con la visión que tenían de sí mismos. Repetida en infinidad de ocasiones, esta prueba muestra por qué funcionan los trucos de adivinación.

Según el astrofísico, en el caso del horóscopo, de las cartas astrales y de los astrólogos que ofrecen este tipo de servicios —la clave de su existencia es que se trata de un lucrativo negocio—, habría que añadir el desconocimiento. “La gente sabe muy poco sobre la propia astrología, le suenan los signos del zodiaco, su descripción general y poco más”, comenta.

Además, el ser humano prefiere aferrarse a aquello que no le incomoda. “Una de las preguntas más inquietantes que podemos hacernos es qué nos pasará en el futuro”, comenta Sabadell, “porque soportamos muy mal la incertidumbre, no sabemos convivir con ella”. La astrología aprovecha esa debilidad porque “buscamos respuestas que nos reconforten, no respuestas correctas”.






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11/01/2023 - 14:18
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