miércoles, 25 de enero de 2023

El frágil horizonte de la moneda común entre Brasil y Argentina: los analistas la consideran "una locura y una extravagancia"

El presidente de Brasil, Lula da Silva, y el de Argentina, Alberto Fernández. Foto: EP


  • Brasil ha salido a aclarar que la moneda no será un euro para Sudamérica
  • Preocupa el proyecto dada la divergencia que hay entre ambas economías



Argentina y Brasil, las dos mayores economías de Sudamérica, se encuentran en las primeras conversaciones para crear una moneda común. Ambas naciones se han abierto a poner en circulación una divisa de uso común -de nombre Sur- para impulsar el comercio exterior y las transacciones entre ambos países, con la vista puesta en ampliar esta unión al resto de países de América Latina a largo plazo y evitar que la política comercial de la región dependa del dólar. Lejos de verlo como un movimiento positivo, los analistas se han echado las manos a la cabeza.

Entre los argumentos a favor, el presidente de Brasil, Lula da Silva, ha destacado que hay países que tienen dificultades para adquirir dólares, por lo que sería positivo contar con un tipo de moneda para el comercio exterior. "Si de mí dependiera, el comercio exterior se realizaría siempre con la moneda de los otros países", ha afirmado. Por su parte, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha celebrado la "vocación" del Gobierno brasileño por apostar por esta moneda común que, si bien "no se sabe" cómo puede funcionar, ha indicado que ambos países son "conocedores" de "lo nocivo" de que la economía dependa de monedas extranjeras.

Lo cierto es que este proyecto de divisa común supondría crear la segunda mayor unión monetaria del mundo después de la eurozona. Según cálculos recientes, si la unión monetaria de la zona euro representa el 14% del PIB mundial, una con todos los países de América Latina supondría un 5%. No obstante, el camino es complejo. Además de tener convencer al resto de miembros de Mercosur, el principal bloque comercial de Sudamérica, para sumarse a la iniciativa, se dan otras dificultades. Por ejemplo, durante un tiempo indefinido, la nueva divisa común conviviría con el peso argentino y con el real brasileño. Ya en el año 2008 se dio un "tímido" intento para que el intercambio comercial entre Argentina y Brasil se hicieran en la moneda del otro país, pero no tuvo el efecto esperado, puesto que era algo opcional y no obligatorio.

La viabilidad de la idea la da la propia discrepancia en los matices entre los socios. Desde el recién constituido nuevo gobierno brasileño se quita incluso expectación con la idea. El Ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, ha declarado que la adopción de una moneda común no pretende sustituir al real brasileño y al peso argentino. El hombre de Lula ha añadido que la moneda aún no tiene fecha límite y que los países involucrados tampoco buscarán una unificación monetaria al estilo del euro. El ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, se ha limitado a decir que ambos países estaban discutiendo una moneda común, no única.

Sin embargo, el mayor 'jarro de agua fría' llega desde el campo de los analistas y los expertos. Las opiniones van desde aquellos que tildan esta iniciativa de "brindis al sol" hasta aquellos que la tachan de algo "extravagante" o directamente de "locura". En este último extremo se ha situado Olivier Blanchard, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional, calificando de esta manera la propuesta.

Jimena Blanco, responsable para América de la consultora de riesgos Verisk Maplecroft, ha descrito las conversaciones como un anuncio "extravagante" diseñado "para atraer una gran atención a una cumbre regional que, de otro modo, sería intrascendente". "Tres décadas después de su creación, Mercosur aún no ha cumplido su objetivo principal de integración comercial para sus cuatro miembros fundadores. Desarrollar e implementar una moneda común sudamericana es, por lo tanto, pura ficción", ha explicado una crítica Blanco a la CNBC.

"Ni Argentina ni Brasil están disfrutando de las condiciones económicas o políticas necesarias para embarcarse en un cambio tan fundamental, que llevaría décadas para ser desplegado de manera efectiva", agrega la experta. "Esperamos que el Sur comparta el mismo destino que el peso andino, que nunca llegó a despegar, o el sucre, la moneda digital de pago utilizada por Venezuela y países ideológicamente alineados que no tiene más que un valor simbólico y que no ha logrado mellar la importancia del dólar estadounidense en el comercio regional", sentencia.

Dos inflaciones, dos 'mundos'

"Es difícil creer que Argentina y Brasil se muevan realmente en esta dirección, dadas las discrepancias en las dos economías en la etapa actual", sostiene Mario Marconini, director gerente de la consultora Teneo. El experto destaca que los países europeos tardaron décadas en llegar a un punto en el que los países miembros se sintieran preparados para avanzar con una moneda común, y este proceso siguió a un periodo sostenido de coordinación y a un nivel relativamente alto de alineamiento en la política macroeconómica. En clave más interna, Marconini apunta a que Lula está siendo "diplomático" al no querer frustrar las expectativas argentinas.

Esta notable divergencia entre las dos economías -una inflación anual en Argentina de casi el 100% frente a la del 5,8% en Brasil, rápida devaluación del peso en los últimos años mediante-, es el punto que más preocupa a Lawrence 'Larry' Summers, exsecretario del Tesoro de EEUU: "Me sorprende la idea de una moneda común para Brasil y Argentina. Esto parece muy problemático dadas las diferencias en las economías, las historias de populismo problemático en ambos lugares, la conexión política relativamente delgada entre ellos y los problemas de ambos países con los tipos de cambio fijos".

"Aunque es posible que esto conduzca a mejores resultados, está lejos de ser probable. Ninguno de los dos países tiene las condiciones iniciales para que esto tenga éxito y atraiga a otros. Lo mejor que puede esperarse de esta iniciativa es que las conversaciones creen cierta cobertura política para las reformas económicas que tanto se necesitan", opina Mohamed El-Erian, asesor económico jefe de Allianz. El expresidente del Banco Central de Chile José De Gregorio cree directamente que Brasil arriesga su sólida política monetaria al vincular su moneda a la de Argentina: "No tiene mucho sentido", ha dicho en una entrevista radiofónica.

"La idea de una moneda única sudamericana -o incluso una sólo para Brasil y Argentina- carece de mérito y tiene un mal timing. La región no tiene lo que se necesita para justificar y sostener una moneda única: no hay movilidad laboral y de capitales, hay rigideces de precios y salarios en varios países, los ciclos económicos no son sincrónicos, y la mayoría de los países de la región no tienen el espacio fiscal para afrontar las transferencias fiscales que este tipo de mecanismo demanda", sintetiza Adriana Dupita, analista de Bloomberg Economics.

Medio en broma, medio en serio, Brian Armstrong, director ejecutivo de Coinbase, importante plataforma de criptomoneda, ha sugerido que los países sudamericanos deberían adoptar el bitcoin a largo plazo.