Homo heidelbergensis.
(Reuters)
Un nuevo método, basado en análisis genéticos de humanos actuales, permite deducir que se produjo un 'cuello de botella' que casi acaba con una especie antecesora
Muchas disciplinas científicas, a través de diferentes vías y herramientas, tratan de responder a uno de los grandes misterios de nuestra especie: cómo hemos llegado hasta aquí. Mientras los paleontólogos buscan restos del pasado, otros investigadores siguen la pista de nuestra herencia genética. Estos últimos acaban de ofrecer un dato impactante: la existencia de los humanos modernos es casi un milagro, porque nuestros antepasados estuvieron a punto de extinguirse hace 900.000 años, según un nuevo estudio publicado en Science.
En biología, se conoce como cuello de botella al descenso drástico del número de miembros de una especie, y eso es exactamente lo que habría ocurrido, según la investigación liderada por científicos chinos, con la participación de otros expertos de EEUU e Italia. A través de un nuevo método, los autores han utilizado secuencias genómicas humanas modernas de 3.154 personas para inferir que en un determinado momento solo hubo 1.280 individuos reproductores que sostuvieron la población de nuestros ancestros. El 98,7% de ellos habría desaparecido, en una crisis demográfica que se prolongó durante unos 117.000 años en el Pleistoceno temprano y medio. En aquel momento, una pérdida extrema de vidas dio lugar, a su vez, a una pérdida de diversidad genética.
Los resultados de la investigación indican que ese colapso de la población podría haber favorecido la diferenciación de especies, un evento en el que dos cromosomas ancestrales pueden haber convergido para formar lo que actualmente se conoce como cromosoma 2 en los humanos modernos. Con esta información, los investigadores dicen haber descubierto “potencialmente” el último ancestro común de los denisovanos, los neandertales y Homo sapiens (los humanos modernos) antes de que iniciaran caminos diferentes.
"El novedoso hallazgo abre un nuevo campo en la evolución humana porque sugiere muchas preguntas, como los lugares donde vivieron estos individuos, cómo superaron los catastróficos cambios climáticos y si la selección natural durante ese cuello de botella ha acelerado la evolución del cerebro humano", afirma el autor principal del trabajo, Yi-Hsuan Pan, especialista en genómica evolutiva y funcional de la Universidad Normal del Este de China (ECNU). Los investigadores creen que ese periodo crítico que detectan gracias a su nuevo modelo genómico está respaldado por otras evidencias, ya que esa etapa, entre hace 900.000 y 800.000 años, habría coincidido con cambios en las glaciaciones, una disminución de las temperaturas de la superficie marina y una posible sequía en África y Eurasia.
El discutido “agujero negro” del registro fósil
Tradicionalmente, en el campo de la paleontología también se ha hablado de la escasez de restos en ese periodo, aunque los expertos dudan de cuál es el verdadero motivo. “En el registro fósil siempre se ha dicho que hay una especie de laguna o agujero negro, tanto en África como en Eurasia, en torno a esa fecha, pero no se sabía por qué”, explica en declaraciones a El Confidencial José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones de Atapuerca (Burgos), junto con Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell.
En su opinión, este nuevo estudio publicado en Science es muy interesante, pero no está dando necesariamente una respuesta definitiva. De hecho, en los últimos tiempos esa idea de que existía un hueco el registro fósil se está poniendo en cuestión. Por ejemplo, la especie Homo antecessor, hallada en Atapuerca y que está datada en torno a hace 850.000 años, vendría a llenar parte de esa laguna. Ocurre lo mismo con otros hallazgos recientes: dos cráneos encontrados en África o dientes en un yacimiento de China que corresponden a esa misma época. “El registro fósil es limitado y problemático”, asegura.
En ese sentido, Bermúdez de Castro cree que los autores del trabajo, que pertenecen al campo de la genética, no han tenido en cuenta las últimas novedades de la literatura científica. “Me ha llamado la atención que nos cita diciendo que nosotros defendemos que Homo antecessor es el ancestro común de neandertales, humanos modernos y denisovanos, pero hace tiempo que dijimos que esto no es así”, comenta. Un artículo publicado en Nature en 2020, pionero en la detección y análisis de las proteínas conservadas en dientes fósiles de homínidos, los científicos españoles y otros expertos internacionales propusieron que esta especie de Atapuerca sería, más bien, un pariente estrechamente relacionado con el verdadero ancestro común. Según los autores de este nuevo trabajo, es probable que esa especie anterior sea Homo heidelbergensis.
En un artículo que también publica Science a la vez que el estudio para analizar los resultados, los expertos británicos Nick Ashton y Chris Stringer también se muestran cautos a la hora de valorar las conclusiones. “El cuello de botella propuesto debe cotejarse con los fósiles humanos y la evidencia arqueológica”, afirman. En ese sentido, advierten de que “los humanos estaban muy extendidos dentro y fuera de África” en el periodo analizado. Por lo tanto, es posible que, en realidad, esa crisis demográfica hubiera tenido “efectos limitados en las poblaciones fuera del linaje del Homo sapiens”, lo que no sería tan fácil de detectar con el método genómico propuesto, o que sus efectos fueron de una duración más corta de lo que parece mostrar este trabajo.
Explicar otras crisis demográficas
Otros trabajos recientes sugieren la existencia de otros cuellos de botella en la historia de la evolución humana. Por ejemplo, un artículo también publicado en Science este año muestra cómo Europa, probablemente, quedó despoblada por completo después de una fase fría que no se había detectado antes y que habría tenido lugar hace unos 1.100.000 años, es decir, antes del fenómeno que describe en la publicación que ha visto la luz ahora. En ese sentido, los expertos destacan que aplicar el nuevo método a otros casos puede aclarar mucho la trayectoria de nuestra especie y de especies próximas. No obstante, es imprescindible aumentar los trabajos de excavación que, por un lado, ofrezcan las pistas y, por otro, confirmen o refuten las conclusiones de los modelos genómicos.
En ese sentido, Bermúdez de Castro se muestra un poco escéptico con la idea de que los humanos actuales seamos descendientes de unos pocos individuos que sobrevivieron a la casi completa extinción de la especie, precisamente, porque falta mucho por excavar. “El registro fósil es complejo y la historia de la humanidad también es muy complicada, veremos qué pasa con este modelo, es cuestión de seguir excavando”, afirma. En ese sentido, existen muchas lagunas, sencillamente, porque no hay datos suficientes fruto de trabajos paleontológicos. “La península Ibérica está repleta de yacimientos porque se excava una barbaridad, no solo en Atapuerca, sino que hay muchos yacimientos fantásticos”, asegura, "pero en Italia se excava menos, en Grecia casi no se excava y los Balcanes siempre han sido una zona conflictiva". El problema es que, a partir de ahí, se elaboran muchas teorías sobre los movimientos humanos.
Si el cuello de botella detectado se confirma, hay mucho trabajo por delante para tratar de averiguar cómo una pequeña población resistió en condiciones presuntamente adversas y peligrosas durante decenas de miles de años. El posterior aumento demográfico que daría lugar al Homo sapiens, a los neandertales y a los denisovanos podría explicarse por cambios de clima que convirtieron al planeta en un lugar más hospitalario para la vida humana, hace unos 813.000 años. “Estos hallazgos solo son el comienzo”, comenta Li Haipeng, otro de los autores, un teórico genetista de poblaciones y biólogo computacional del Instituto de Nutrición y Salud de Shanghái, Academia de Ciencias de China. “Con este conocimiento, los objetivos para el futuro apuntan a pintar una imagen más completa de la evolución humana durante este período de transición del Pleistoceno temprano al medio, que a su vez continuará desentrañando el misterio de la ascendencia humana temprana y la evolución”.
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