SEAN MACKAOUI
Oler y sentir al tacto e incluso saborear lo que vemos en pantalla es el próximo reto de internet. Equipos de todo el mundo trabajan ya en esta experiencia que intenta borrar la frontera entre el mundo físico y el virtual, y que tendrá aplicaciones comerciales, médicas y sociales. El internet de los sentidos, explican, estará con nosotros en una década.
Al entrar en el establecimiento, notas el aire fresco de la climatización en la cara, al tiempo que hueles ese característico aroma que te recuerda dónde estás. En la sección de camisetas, tocas el tejido hasta encontrar una ligera. A continuación, te vas a por unas sandalias. Tras probarte varias, te decides por unas con suela de piel, fresquita al tacto y cuyo olor te gusta. Al salir del centro comercial, vuelves al calor de una mañana de junio y te compras un zumo, que pruebas antes. Y todo esto, sin moverte de casa. Así, explican los expertos, compraremos, pero también jugaremos y trabajaremos en la próxima década: las barreras entre el mundo físico y el digital se difuminarán en el virtual gracias a la integración del olfato, el tacto, el gusto, la vista y el oído -los dos últimos ya digitalizados-. Es decir, podremos oler, tocar y degustar objetos que veremos en pantalla o a través de gafas de realidad virtual.
Qué es la tecnología háptica
«Lo cierto es que ya hay tecnología de este tipo, sobre todo en lo que tiene que ver con el tacto. Se conoce como tecnología háptica, y emula las sensaciones que sentimos al tocar una superficie rugosa, lisa, caliente, fría, o cuando nos aplican presión». Eduard Martí es CIO y director de Conectividad Inteligente en Mobile World Capital Barcelona, fundación que trabaja por el desarrollo de una sociedad digital justa y equitativa. Fue precisamente esta institución la que, durante el Mobile World Congress 2023, ofreció un viaje sensorial por Barcelona sin moverse de la Fira donde se celebraba el congreso, gracias a unas gafas de realidad virtual y a la recreación de los olores de la ciudad que se activaban en función de la ubicación de nuestro avatar.
Pero volviendo a la tecnología háptica, Martí señala que «es popular entre los gamers, pero también se utiliza en tratamientos de fobias, a arácnidos o a multitudes, por ejemplo. Existen aparatos que, colocados sobre la piel y con el acompañamiento de imágenes, simulan situaciones controladas de este tipo. O en el tratamiento del miedo a volar». Como explica Martí, se puede recrear el tacto mediante la aplicación de fuerza, vibración, movimiento o materiales transformables.
Una chaqueta que crea ilusiones físicas
Una empresa española es pionera a nivel mundial en este campo. Se llama OWO, tiene sede en Málaga y ha patentado, entre otras prendas hápticas, una chaqueta que permite experimentar sensaciones como la caída libre, una picadura, un puñetazo, el estrés, y así hasta casi 40 más. La empresa inglesa VR Electronics ha creado SenseGlove, un guante háptico que emula sensaciones en la mano y hace posible sentir la textura y sensación de objetos sólidos.
Si gran parte de estas tecnologías están enfocadas a los videojuegos, José Fuertes, CEO de OWO, tiene claro que no tardarán en entrar en el comercio y otros ámbitos. «Sin duda. De hecho, Gucci nos contactó para saber si podíamos desarrollar unos guantes hápticos para tocar las telas». Ingeniero industrial, Fuertes considera que en el futuro viviremos en el metaverso y tocaremos y oleremos lo que vemos. Pero también que, de momento, el anterior está en desarrollo. Lo que sí está en pleno apogeo, aclara, son los videojuegos, un mundo «donde la gente pasa mucho tiempo y hay mucho tráfico».
Es aquí, añade, donde las marcas de ropa, por ejemplo, quieren aplicar la tecnología háptica. «Hoy en día venden el 80% de su producción online, pero tienen problemas para llegar a la gente joven. Las grandes marcas quieren estar en los videojuegos, porque es donde más tiempo se pasa. Existen varias firmas que se están posicionando, y nosotros estamos trabajando en una nueva línea de prendas exclusivamente asociada al videojuego».
Vivir en el metaverso y oler a pies (por ejemplo) en el metaverso
Guantes hápticos como los de SenseGlobe nos permitirán hacer un rompecabezas con un amigo mediante nuestros respectivos avatares en una habitación compartida en el metaverso, sintiendo entre nuestros dedos el tacto de las piezas e incluso su peso. Esta sensación de compartir experiencia y espacio físico se verá acrecentada al percibir el mismo olor. Aunque este tipo de tecnología es totalmente incipiente, los primeros pasos ya se están dando.
La empresa OVR Technology de Vermont (EEUU) ha diseñado un dispositivo que se coloca en la cabeza con un cartucho que contiene ocho aromas primarios que se pueden combinar para crear miles de olores diferentes, y que puede activarse de forma autónoma por ubicación en el metaverso. El producto se llama ION y se conecta a través de bluetooth al smartphone, PC o gafas de realidad virtual. Además, incluye una extensión para crear aromas digitales desde cero y combinarlos con vídeo o audio. ¿Podríamos, así, recrear el olor de una persona amada y que éste se activara al compartir espacio con ella en un mundo virtual, o al recordarla o ver fotos suyas?
José Fuertes coincide en que esta tecnología está en pañales, pero piensa también que empresas como la española Puig «han realizado una muy buena primera aproximación». Concretamente, hace referencia a la colaboración de la empresa con Mobile World Capital durante el último MWC23. «Se trataba de una ruta por los olores de Barcelona desde el metaverso, durante la que podías oler diferentes lugares de la ciudad, como la Barceloneta o el Camp Nou». Con la estimulación del olfato, explica, existe un problema, y es que cuando se aspira una concentración muy fuerte de un olor, la pituitaria se bloquea. Pero Puig ha desarrollado un mecanismo para evitarlo», aclara.
Sabores creados con electricidad
Los científicos ya no se preguntan si saborear un tomate o sentir un abrazo será posible en internet, sino cuándo: mientras que lo segundo ya es técnicamente posible gracias a la tecnología háptica, reproducir sabores en la boca mediante estímulos eléctricos en lugar de químicos -es decir, con comida- también lo es, aunque de una forma, todavía, muy limitada. Son varios los centros de investigación de todo el mundo que trabajan en ello: el Imagineering Institute de Malasia ha creado una máquina de sabor eléctrica que produce sensaciones gustativas en la superficie de la lengua sin la necesidad de ningún producto químico. Mientras tanto, en la Universidad de Tokio, el investigador Kazuma Aoyama estudia la simulación galvánica del sabor (GTS) para realidad virtual y aumentada, y también para asistir en tratamientos con restricciones alimentarias. «Poder sentir en el metaverso hará que personas que tienen algún tipo de impedimento para realizar determinadas cosas las puedan hacer». Sólo por eso, añade Fuertes, ya vale la pena. Aunque a un abrazo físico no se le acabe nunca la batería.