Las ventas totales de Nokia equivalen a más del 15% del PIB del país nórdico.
Microsoft promete mantener la sede central de la empresa en Espoo.
La venta de Nokia a Microsoft tiene un profundo significado simbólico en Finlandia, donde la empresa fue fundada en 1865 como una fábrica de papel para convertirse no solo en la mayor empresa del país, sino en la mayor —y hasta ahora, la última— gran empresa tecnológica totalmente europea.
A pesar de la crisis que lleva años azotando la empresa, las ventas totales de Nokia en 2012, 30.176 millones de euros, equivalen al 15,6% del PIB finlandés. En los años en los que la empresa dominaba absoluta el mercado de teléfonos móviles, solo en impuesto de sociedades Nokia aportaba un 1,5% de los ingresos totales de las administraciones públicas del país nórdico.
Pero más que la importancia económica de Nokia, lo que realmente pesa en la mente de los finlandeses es el final simbólico de una empresa que, surgida de una capital provincial de un país de algo más de cinco millones de habitantes, se convirtió en un coloso global capaz de codearse con las grandes empresas tecnológicas de Japón, Alemania y Estados Unidos.
“¿Qué otra marca finlandesa se anunciaba en grandes anuncios de neón en Nueva York, Londres o París?”, comenta Paavo Rautio, del diario Helsingin Sanomat, en una columna de opinión. “¿Qué marca finlandesa lo hará a partir de ahora?”. El propio primer ministro, Jyrki Katainen, expresó ayer la importancia de la transacción para muchos de sus conciudadanos. “Estoy sentimentalmente ligado a Nokia”, afirmó. “Todos los finlandeses nos sentimos, en parte, propietarios”.
Ahora la principal preocupación de los finlandeses es si la compra de la división de móviles de Nokia por parte del gigante de Redmond (Washington, EE UU) supondrá un riesgo para los cerca de 2.000 puestos de trabajo que la compañía aún tiene en Finlandia.
Nokia cerró su última instalación fabril en Finlandia en 2012, dejando en la calle a 800 personas. Ahora, la presencia de la mayor empresa finlandesa en el país que la vio nacer se limita a la sede central, en la periferia de Helsinki, y a un par de campus de investigación y desarrollo.
A pesar de las garantías del aún consejero delegado de Microsoft, Steve Ballmer, de que la sede de la compañía permanecerá en el país nórdico y la promesa de invertir en un nuevo centro de datos, los sindicatos han reaccionado a la noticia de la adquisición con cautela. “Creo que quieren desarrollar los mejores teléfonos del mundo y por eso han comprado nuestra división de móviles”, afirmó a la televisión pública YLE Kalle Kiili, responsable sindical en el centro que la empresa tiene en Tampere. “Por desgracia, la experiencia que tenemos prueba que las transacciones de este tipo no suelen ser buenas para los trabajadores”, señaló Matti Tukiainen, del sindicato SAK, el mayor del país.
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