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Desde lo alto de sus 45 plantas se puede vislumbrar la Venezuela que quiso, pero no pudo ser. La llamada Torre de David, situada en el centro de Caracas, debía ser el corazón económico y el lugar de trabajo de multitud de ejecutivos a mediados de los años 90. A día de hoy es el hogar de 2.500 familias okupas que invaden el edificio desde hace cuatro años.
A pesar de lo bíblico de esta Torre de Babel, el nombre de David le viene del empresario David Brillembourg, autor intelectual de este edificio situado en la confluencia de las avenidas Andrés Bello con Urdaneta. El sueño de este rascacielos se vio truncado por la crisis económica a principios de los 90, que primero provocó la interrupción de la construcción y, después, la adquisición del edificio por parte del Gobierno en el año 1994, tras la muerte del arruinado Brillembourg a los 56 años.
Así, los caraqueños tuvieron que acostumbrarse, poco a poco, a ver como un esqueleto de hormigón dominaba la capital. La llegada de Hugo Chávez a la presidencia del país no mejoró el proyecto, ya que para solucionar los problemas de vivienda, dejó que el edificio fuese okupado. De esta manera, los primeros en aventurarse fueron drogadictos, pero después también 500 familias decidieron trasladarse al lugar.
A la entrada, en lugar de felpudo da la bienvenida el hedor de los desperdicios que producen los habitantes del edificio, que no solamente deben lidiar con este problema de higiene, sino que también han de tener cuidado con su físico. Al quedarse la construcción a medio hacer, es habitual encontrarse con el vacío en lugar de un muro o de una planta. Sin embargo, el ingenio no falta y quien más, quien menos, ha decidido reformar su trocito de rascacielos.
No sólo las tuberías al aire son un hándicap para la habitabilidad, la falta de un ascensor y de luces por los pasillos hace que cualquier descenso a la calle se convierta en una auténtica travesía por el desierto.
A pesar de los avances de la Revolución Bolivariana que proclaman los carteles cercanos a la Torre, algunos vecinos no opinan lo mismo. La escuela infantil contigua ha tenido que colocar un techo especial para que los desperdicios que vuelan desde lo más alto no impacten en la cabeza de sus alumnos.
A la Torre de David no le falta su Moisés
En semejante ambiente no podía faltar la figura de un mesías. Alexander Daza, de 33 años, y conocido como El Niño, fue el guía de la okupación. En el pasado pecó, como parte de una banda de delincuentes, pero en prisión vio la luz y desde 2007 es pastor de su particular rebaño.
La invasión, aunque a estos inquilinos no les guste la palabra, ha llegado hasta el piso 28, aunque tienen sus miras en lo más alto. Por el momento, los vecinos se han constituido en una asociación, cuentan con dos vigilantes en la puerta y un parking.
Como era normal, también comienzan a prosperar negocios, de esta manera en una de las plantas hay un salón de belleza, mientras que en otra, un dentista sin licencia también opera para sus vecinos.
Y es que en este pequeño orden dentro del caos no habitan sólo perdidos. José Hernández, de 30 años, relata a The New York Times desde su casa, como este espacio iba a estar destinado a un banquero. En cierto modo cumple su función, ya que, en horario de oficina, Hernández trabaja cada día en el departamento de Crédito del Banco de Venezuela.
Por Carlos Camino from elconfidencial.com 06/03/2011
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