Foto from lainformacion.com
El país vive un éxodo rural masivo. En los pueblos queda muy poca gente y Moscú ya no puede obligar a nadie a trabajar en un lugar concreto. ¿Qué ocurrirá con estas poblaciones?
A pocos kilómetros de la pequeña aldea rusa de Molodoshkovo el camino de tierra termina en un sendero lodoso. A pesar de que sólo tiene cuatro habitantes – de los cuales tres son mayores de 75 años, hay 11 casas y los restos de varias más.
Desde Portugal a Japón, el estancamiento demográfico es una historia conocida de los países desarrollados, pero la despoblación rural implacable es particularmente aguda en Rusia. La región de Pskov, donde se encuadra Molodoshkovo, es una de las zonas más afectadas.
De acuerdo con datos preliminares del censo de 2010 del país, la población de Pskov se redujo en casi un millón de almas en los últimos ocho años, una caída del 11,5 por ciento. En conjunto, la población del país sólo cayó un 1,6 por ciento.
En una lista de 83 regiones de Rusia clasificadas según la pérdida demográfica, Pskov ocupa el tercer lugar detrás de Magadan, ex centro de los campos de trabajo forzado de la Unión Soviética, en el extremo noreste del país, y de la república de Ingusetia, en el Cáucaso norte, arruinada por décadas de violencia.
Pskov, en cambio, está en la frontera de Rusia con la UE.
A diferencia de Magadan o Ingusetia, Pskov es territorio ruso desde hace mucho tiempo. La capital regional, también llamada Pskov, fue fundada en el año 903 y es la cuna de exquisitos frescos bizantinos. Y también allí, el último zar de Rusia firmó su abdicación en 1917.
En un guiño no sólo hacia su posición geográfica, sino también a su larga historia, el departamento regional de turismo ha creado un lema que se plasma en los autobuses de la ciudad: “Región de Pskov: Rusia empieza aquí”.
Apenas hay transporte público que pase a través de Molodoshkovo, que está conectado al centro del distrito, una ciudad a 21 kilómetros, mediante un autobús que pasa una vez al mes. Pero el pueblo no siempre estuvo medio desierto. Una fotografía tomada a principios del siglo 20 – cuando el zar era Nicolás II y Lenin estaban garabateando tratados de democracia social en una buhardilla de Londres, retrata un día festivo en Molodoshkovo. Hay más de 16 personas en la imagen, jóvenes, viejos o incluso una casa de dos pisos al fondo.
Hoy en día, las siete casas abandonadas del pueblo han sido saqueadas en búsqueda de cualquier objeto de valor. Fotos rotas, frascos vacíos y viejas herramientas de granja se encuentran ubicados entre la basura dispersa en sus pisos, mientras que la brisa hace ondear sucias cortinas blancas.
La Segunda Guerra Mundial asestó el primer golpe a la población de esta parte de Rusia. De los 1,5 millones de personas que vivían en la región antes de la guerra, sólo quedaron 500.000 cuando los nazis se retiraron hacia Alemania en 1944. Pskov fue la última ciudad soviética en ser liberada de la ocupación nazi.
Sin embargo, la despoblación de Rusia en su conjunto comenzó en serio durante la desintegración del comunismo en 1992. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, morían más personas que las que nacían. Desde entonces, numerosos factores han conducido a un rápido descenso en la población rural. La preponderancia de enfermedades crónicas, la pobreza (23 millones de rusos viven con menos de 231 dólares al mes), los altos índices de violencia y el abuso de alcohol y el tabaco hacen subir las tasas de mortalidad, mientras que las tasas de natalidad siguen siendo bajas. La esperanza de vida de los hombres rusos es 61,8 años, frente a los 74,2 años de las mujeres.
En las zonas rurales la implosión de la economía planificada soviética en la década de 1990 provocó el colapso del sistema agrícola del que la gente dependía para vivir y provocó que la migración interna hacia las ciudades fuera cada vez más fácil y deseable. El cierre de escuelas y otros servicios públicos ha acelerado el flujo de salida.
Una fuente cercana al gobernador de Pskov, que pidió el anonimato para hablar libremente, dijo que esta situación era más o menos típica en Rusia, ya que, mientras la Unión Soviética podía obligar a la gente a trabajar en determinados lugares, la Rusia moderna no puede hacer eso.
“Por supuesto que es malo que haya tierra y no haya habitantes”, dice. “Pero se puede decir que la agricultura se está cayendo a pedazos, o también se puede decir que la gente no quiere trabajar en la agricultura”.
“A la gente le gusta vivir de una forma moderna”, sentarse frente al ordenador, ir al supermercado, recibir un salario y divertirse con él. “No están interesados en el trabajo físico”. “No se está muriendo [la región de Pskov] porque todo sea terrible, sino porque la hierba es más verde en el campo del vecino”.
Las ex glorias agrícolas son visibles en Vyazi, un pueblo cerca de Molodoshkovo, donde las torres oxidadas de grano permanecen junto a un gran tablón de anuncios, vacío, de una antigua granja colectiva. Está etiquetado con “nuestros logros”.
Nina Antonovna vive en Baranovo, a pocos kilómetros de Molodoshkovo. Dice que Baranovo – con una población actual de tres adultos y media docena de cabras, era más típico del declive de la región que Molodoshkovo.
Desde Portugal a Japón, el estancamiento demográfico es una historia conocida de los países desarrollados, pero la despoblación rural implacable es particularmente aguda en Rusia. La región de Pskov, donde se encuadra Molodoshkovo, es una de las zonas más afectadas.
De acuerdo con datos preliminares del censo de 2010 del país, la población de Pskov se redujo en casi un millón de almas en los últimos ocho años, una caída del 11,5 por ciento. En conjunto, la población del país sólo cayó un 1,6 por ciento.
En una lista de 83 regiones de Rusia clasificadas según la pérdida demográfica, Pskov ocupa el tercer lugar detrás de Magadan, ex centro de los campos de trabajo forzado de la Unión Soviética, en el extremo noreste del país, y de la república de Ingusetia, en el Cáucaso norte, arruinada por décadas de violencia.
Pskov, en cambio, está en la frontera de Rusia con la UE.
A diferencia de Magadan o Ingusetia, Pskov es territorio ruso desde hace mucho tiempo. La capital regional, también llamada Pskov, fue fundada en el año 903 y es la cuna de exquisitos frescos bizantinos. Y también allí, el último zar de Rusia firmó su abdicación en 1917.
En un guiño no sólo hacia su posición geográfica, sino también a su larga historia, el departamento regional de turismo ha creado un lema que se plasma en los autobuses de la ciudad: “Región de Pskov: Rusia empieza aquí”.
Apenas hay transporte público que pase a través de Molodoshkovo, que está conectado al centro del distrito, una ciudad a 21 kilómetros, mediante un autobús que pasa una vez al mes. Pero el pueblo no siempre estuvo medio desierto. Una fotografía tomada a principios del siglo 20 – cuando el zar era Nicolás II y Lenin estaban garabateando tratados de democracia social en una buhardilla de Londres, retrata un día festivo en Molodoshkovo. Hay más de 16 personas en la imagen, jóvenes, viejos o incluso una casa de dos pisos al fondo.
Hoy en día, las siete casas abandonadas del pueblo han sido saqueadas en búsqueda de cualquier objeto de valor. Fotos rotas, frascos vacíos y viejas herramientas de granja se encuentran ubicados entre la basura dispersa en sus pisos, mientras que la brisa hace ondear sucias cortinas blancas.
La Segunda Guerra Mundial asestó el primer golpe a la población de esta parte de Rusia. De los 1,5 millones de personas que vivían en la región antes de la guerra, sólo quedaron 500.000 cuando los nazis se retiraron hacia Alemania en 1944. Pskov fue la última ciudad soviética en ser liberada de la ocupación nazi.
Sin embargo, la despoblación de Rusia en su conjunto comenzó en serio durante la desintegración del comunismo en 1992. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, morían más personas que las que nacían. Desde entonces, numerosos factores han conducido a un rápido descenso en la población rural. La preponderancia de enfermedades crónicas, la pobreza (23 millones de rusos viven con menos de 231 dólares al mes), los altos índices de violencia y el abuso de alcohol y el tabaco hacen subir las tasas de mortalidad, mientras que las tasas de natalidad siguen siendo bajas. La esperanza de vida de los hombres rusos es 61,8 años, frente a los 74,2 años de las mujeres.
En las zonas rurales la implosión de la economía planificada soviética en la década de 1990 provocó el colapso del sistema agrícola del que la gente dependía para vivir y provocó que la migración interna hacia las ciudades fuera cada vez más fácil y deseable. El cierre de escuelas y otros servicios públicos ha acelerado el flujo de salida.
Una fuente cercana al gobernador de Pskov, que pidió el anonimato para hablar libremente, dijo que esta situación era más o menos típica en Rusia, ya que, mientras la Unión Soviética podía obligar a la gente a trabajar en determinados lugares, la Rusia moderna no puede hacer eso.
“Por supuesto que es malo que haya tierra y no haya habitantes”, dice. “Pero se puede decir que la agricultura se está cayendo a pedazos, o también se puede decir que la gente no quiere trabajar en la agricultura”.
“A la gente le gusta vivir de una forma moderna”, sentarse frente al ordenador, ir al supermercado, recibir un salario y divertirse con él. “No están interesados en el trabajo físico”. “No se está muriendo [la región de Pskov] porque todo sea terrible, sino porque la hierba es más verde en el campo del vecino”.
Las ex glorias agrícolas son visibles en Vyazi, un pueblo cerca de Molodoshkovo, donde las torres oxidadas de grano permanecen junto a un gran tablón de anuncios, vacío, de una antigua granja colectiva. Está etiquetado con “nuestros logros”.
Nina Antonovna vive en Baranovo, a pocos kilómetros de Molodoshkovo. Dice que Baranovo – con una población actual de tres adultos y media docena de cabras, era más típico del declive de la región que Molodoshkovo.
Por Howard Amos, Pskov (Rusia) | GlobalPost from lainformacion.com 29/07/2011
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