La revista médica The Lancet publica una revisión de las conclusiones iniciales en la que se respalda la posibilidad del envenenamiento.
Hace dos semanas que acabó el plazo previsto para conocer los análisis médicos que deben determinar si Yaser Arafat, el rais palestino, murió envenenado. Las muestras de su cuerpo se tomaron en noviembre de 2012, en su mausoleo de Ramala (Cisjordania), y aún hoy no hay resultados oficiales por parte del equipo de médicos suizos, franceses y rusos que ha de aclarar el misterio. La alerta sobre la posible exposición de Arafat a una sustancia radiactiva, el polonio 210, fue lanzada el año pasado por la cadena catarí Al Yazira. Durante nueve meses, el canal siguió el trabajo del Instituto de Radiofísica de Lausana, analizando la ropa de Arafat, hasta encontrar niveles “inexplicablemente elevados” de este elemento, que podrían haberle causado la muerte. En mitad de esta espera nerviosa, la prestigiosa revista médica The Lancet, editada en el Reino Unido, ha publicado una revisión de las conclusiones iniciales, en la que se insiste en respaldar la posibilidad del envenenamiento.
La noticia de la publicación del estudio ha sido divulgada por Al Yazira como un “respaldo” a la tesis del polonio y un “refrendo” a la investigación auspiciada por la cadena, y así está empezando a correr por Internet y las redes sociales, pero hay matices importantes. No son los expertos independientes de la revista los que dan amparo a la tesis del envenenamiento, sino que es el mismo equipo que trabajó para Al Yazira —con el beneplácito de Suha, la viuda de Arafat— el que amplía sus conclusiones y las pone negro sobre blanco. El artículo, titulado “Mejora de la investigación forense del envenenamiento por polonio”, lleva la firma de ocho científicos suizos, encabezados por el doctor François Bochud, el mismo que constató por primera vez la presencia de polonio en las pertenencias del que fuera presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
En su informe, los expertos explican que han examinado 75 muestras de Arafat. Han encontrado “manchas visibles de fluidos corporales en efectos personales específicos”, como ropa interior, un cepillo de dientes o el chándal que vistió en sus últimos días, que constatarían la “posibilidad” del envenenamiento. Reconocen que Arafat no siguió todas las fases clásicas de la contaminación con polonio, como la pérdida de pelo, pero que varían en cada persona. Asumen que las muestras que examinaron llevaban mucho tiempo guardadas –unos ocho años- y eso complica la redacción de unas conclusiones más exactas. Todo eso estaba ya en su estudio inicial para la televisión, aunque ahora se explica con más detalle. Más que nuevas conclusiones, The Lancet publica un resumen del caso. Los expertos recuerdan en la revista que aún “están siendo investigados” los tejidos tomados en la tumba. Las conclusiones finales se esperan “en breve”, añade Al Yazira. En Lausana por ahora no dan plazo alguno.
La exhumación de Arafat se produjo hace casi un año a instancias de su viuda, que exigió el trámite a la luz de la nueva investigación. En su momento, Suha se negó a que el cuerpo de su esposo fuese sometido a una autopsia.
Arafat enfermó en octubre de 2004, comenzó a tener náuseas, dolores en el abdomen y diarrea, un cuadro que se complicó y obligó a trasladarlo desde Ramala hasta el Hospital Percy de París. Allí se agravó, con una insuficiencia renal aguda, cayó en un coma neurológico y falleció al mes siguiente. Tenía 75 años. La causa final de su muerte fue una hemorragia cerebral. Su pueblo aún aguarda una explicación fiable sobre lo ocurrido.
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