Cuando el ministro de Finanzas holandés Jeroen Dijsselbloem dijo a la prensa hace seis meses, que el régimen de confiscación de depósitos de Chipre sería el modelo para los futuros rescates de los bancos europeos, la declaración causó tanto furor que tuvo que retractarse. Sin embargo, Dijsselbloem decía la verdad: la confiscación de depósitos de los ahorrantes se está convirtiendo en la política oficial de la Unión Europea, dado que la banca quiere tu dinero (I want your Money, como dice el Tío Sam). Italia y Polonia han seguido el ejemplo chipriota y el plan continuará en otros países. Los ministros de Finanzas de la UE acordaron este plan para desplazar la responsabilidad de las pérdidas bancarias a los propios inversionistas, acreedores y depositantes de los bancos. Está claro que los fondos públicos ya no son suficientes para rescatar a una banca que está en la quiebra y se requiere la confiscación de parte importante de los ahorros privados.
Si el modelo de Chipre se sigue al pie de la letra, los depósitos inferiores a 100 mil euros estarán asegurados por los gobiernos, mientras los montos superiores a esa suma verán recortes que pueden llegar al 40 o 50 por ciento. Esta nueva práctica de rescates a la banca ha comenzado a tener seguidores y se está extendiendo más allá de Europa. Los bancos de Nueva Zelanda y Canadá también quieren el dinero de los ahorrantes. Pronto esta práctica se extenderá a Estados Unidos y los grandes depósitos sufrirán severos castigos. ¿Quien se atreverá a tener dinero en los bancos en el futuro?
La banca sigue en un proceso de fuerte desapalancamiento y por eso necesita dinero real mucho más allá del que ofrecen los bancos centrales. Una de las razones del estancamiento que sufre la economía y de la falta de crédito que asfixia al sector productivo, es que todo el dinero que la banca recibe con los planes de flexibilización cuantitativa (a tasas de 0,25% o 1%) es colocado en bonos soberanos de los gobiernos donde la tasa es del 4% – 5 por ciento, lo que permite recibir ganancias de 6 a 20 veces sólo por mover el dinero del banco central al Tesoro público. Si bien la disminución en la prima de riesgo ha sido significativa, mucho más lo ha sido la ganancia de la banca que con este método logra limpiar sus balance de activos tóxicos.
El laboratorio de las confiscaciones
En un esfuerzo por salvar la economía chipriota de la quiebra, el gobierno aprobó una ley que confiscó 4.300 millones de euros en depósitos pertenecientes a unos 14.000 depositantes del Laiki Bank, dejando a cada depositante, con no más de 100.000 euros, el límite de depósito asegurado bajo las regulaciones de la UE. Tras el cierre del Laiki los activos disminuidos de los depositantes fueron transferidos al Banco de Chipre. Como señalamos en marzo, en un esfuerzo por recapitalizar al principal banco de la isla, las autoridades chipriotas impusieron una pérdida de 47,5 por ciento de los depósitos que excedían el límite de 100,000 euros. Con esta medida, los depositantes perdieron un total estimado de 10.600 millones de euros.
El ejemplo de Chipre, tomado como laboratorio de este modelo de confiscación de fondos privados, resultará cada vez más práctico a la banca como mecanismo de obtención de recursos. Este hecho pone en peligro todas las cuentas bancarias privadas y los ahorros de los fondos de pensiones que la banca emplea para especular en los mercados. Polonia logró reducir su deuda pública por la vía de la confiscación de los fondos de pensiones. Los ministros de Finanzas de la UE no solo están patrocinando estas nuevas medidas de la banca, sino que además están aprobando un plan para obligar a los tenedores de bonos y accionistas a financiar las futuras quiebras bancarias con fondos privados, antes de seguir haciéndolo con los fondos públicos que corresponden a los contribuyentes.
Este hecho, que ya se está produciendo en Italia, Polonia, Nueva Zelanda y Canadá, pronto tendrá su estreno en Estados Unidos y será el mecanismo que evitará la quiebra masiva del sistema bancario, esta vez con los depósitos y fondos de pensiones de la gente. Dado que muchos de estos depósitos se encuentra en una alambicada madeja de derivados financieros, a los depositantes no les será tan fácil retirar su dinero para guardarlo bajo el colchón. Y de nada servirán las demandas contra la banca por estas confiscaciones, dado que cuentan con el apoyo pleno de los gobiernos. Una muestra más de la simbiosis hegemónica que envuelve al poder político con el poder económico.
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