viernes, 22 de noviembre de 2013

Terrazas con vistas en Lisboa

 

 

Ocho locales de la capital portuguesa con un mirador privilegiado



Los tejados de Lisboa hablan de la ciudad. Sus trazados, desde las alturas, narran ciertas historias que nadie cuenta al pie de las aceras, ciertas historias con el color de la arcilla de las tejas. Perder la vista sobre los tejados y azoteas de Alfama y Santa Engrácia, mirar hacia el río Tajo y descubrir en la otra orilla -sobre el cerro de Almada- el monumento del Cristo Rei, trazar con los ojos más allá las líneas del Puente 25 de Abril, o distinguir sobre las tejas de Baixa y frente al Convento do Carmo el elevador de Santa Justa: proponemos ocho terrazas privilegiadas donde poder tomar un refrigerio con unas vistas espléndidas de Lisboa.
 
 

Sétimo, esplanada e café

Con vistas a la rotonda de Marqués do Pombal y al parque Eduardo VII, probablemente el más acicalado y elegante de la ciudad. En el Sétimo (Avenida Sidonio Pais, 1) cuidan bastante la cocina, compuesta sobre todo por petiscos (lo que en España se conoce como tapas) y otros piscolabis. Cuenta con conexión wi-fi y, en invierno, con abrigadas mantas que reparten entre la clientela.

  

Park

El anodino parking privado del número 58 de la calle Calçada do Combro, uno de los sitios de moda de Lisboa, no hace honor a la gracia de lo que cuelga de su azotea. Y decimos que cuelga porque recuerda, con su abundante vegetación, a los jardines colgantes del Rockefeller Center. Sí, hay que salvar las distancias, pero las vistas sobre Cais do Sodré, sobre el río Tajo discurriendo bajo el Puente 25 de Abril y sobre las techumbres enmohecidas del Bairro Alto son inolvidables.

  

Zambeze

En la azotea del ya difunto Mercado do Chão do Loureiro (hoy un enorme aparcamiento privado), el olor a mar y a tierra de Mozambique se cuela entre las mesas del Restaurante Zambeze (Calçada Marquês de Tancos, Edifício EMEL). La cocina es fabulosa, bien cuidada, una clara mezcla de estilos e ingredientes con un conseguido apetito por la innovación. El elevador de Santa Justa y las piedras del Convento do Carmo, aún calcinadas desde aquel nefasto terremoto de 1755, casi pueden tocarse con la mano. La vista alcanza hasta las altas torres de la Catedral y, más allá del Tajo, hasta la colina donde se levanta el Cristo Rei.
 
 
 

Portas do Sol

Subiendo por la cuesta que comienza a las puertas de la Catedral y pasado el mirador de Santa Luzia, llegamos al Largo das Portas do Sol. En el largo, a los pies del barrio de Graça, se encuentra una de las atalayas más conocidas y turísticas de la ciudad, que alberga otro típico templete portugués. Estos pequeños quioscos con mesas son estupendos para tomar un vinho verde o un café, quizá algún petisco a la carrera. Desde la propia atalaya, asomando tras las barandillas, puede verse la terraza del Portas do Sol: restaurante, cocktail-bar y terraza, un lounge acodado sobre los tejados de Alfama y el Tajo, junto a la bella Cúpula de Santa Engrácia y coronado por el Mostério de São Vicente de Fora y las callejuelas laberínticas de Graça. Aquí los precios son un poco más altos que la media, con Djs los fines de semana y esporádicos eventos culturales. Para llegar, podemos aprovechar y coger el mítico tranvía 28.
 
 

Noobai Café y Quiosco de Santa Catarina

En el Miradouro de la rua Santa Catarina, más conocido como el de Adamastor por acoger la estatua del mítico personaje mencionado por el escritor Luís de Camões en Os Lusíadas, tenemos dos opciones. La más económica, aunque también la más limitada, es el quiosco que se levanta en la explanada recientemente restaurada del mirador. Este típico templete portugués extiende sus mesas frente al jardín y a la estatua de Adamastor. Por su parte, al Noobai Café se accede bajando las escaleras a mano derecha del mirador. Tiene una cocina muy detallista, e incluso ofrecen los crecientemente populares brunch. Las vistas de ambos cafés se levantan sobre las vías del tren a su llegada a Cais do Sodré hasta la costa de Almada.

  

Pollux

Típico de Lisboa es encontrarte las mejores vistas, los mejores rincones y a la mejor gente en los lugares más insospechados. La terraza del Pollux (Rua da Madalena, 263) está situada en el último piso, el noveno, de un centro comercial especializado en hostelería. Para llegar a la azotea hay que pasar por una antología de electrodomésticos, vajillas, toallas apiladas, decoración indiscriminada y demás utensilios que llenan los ocho pisos precedentes. Pero, al llegar al noveno, sobre el balcón se abre el horizonte hacia la Baixa, por encima del Cuartel do Carmo y, hacia el sur, del estuario del Tajo. La terraza pertenece a una cafetería sencilla y barata, más que suficiente para pasar horas admirando la panorámica.

  

Lost In

Queda claro que aquí uno viene a perderse, a abandonarse al shanti hinduista al que somos expuestos con la decoración, la música y el buen ambiente que arde con el incienso. Lo encontraremos en el tranquilo barrio de Príncipe Real (Rua D. Pedro V, 56D). Paz y serenidad new age en una terraza que conduce las miradas hasta Graça y el Castelo de São Jorge. También cuenta con una tienda con productos típicos de la India.

  

Quiosco de São Pedro de Alcântara

En el Bairro Alto, histórico y popular, elevándose sobre la Baixa y toda la zona de Restauradores, se encuentra otro de los miradouros famosos de la ciudad: el de São Pedro de Ancântara. En la acera opuesta al Solar do Vinho do Porto (quizá, por su extenso surtido y lo distinguido de trato y decoración, uno de los mejores lugares donde degustar vino de Oporto en Lisboa), el mirador alberga un quiosco con mesas exteriores. Desde aquí tenemos una vista realmente panorámica sobre toda la Baixa, por encima de la Avenida da Liberdade e Intendente y, enfrente, Graça, Alfama y la colina donde se levanta el Castelo de São Jorge.
 
 

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