ENVEJECIMIENTO, EL TALÓN DE AQUILES DEL GIGANTE
El 13,26% de los chinos tiene más de 60 años, una cifra que seguirá aumentando en las próximas décadas. The Economist definió la actual tendencia demográfica del país como “el talón de Aquiles de China”. El gigante asiático corre el riesgo de hacerse viejo antes de haberse hecho rico.
El Gobierno chino anunció la semana pasada la flexibilización de la política del hijo único, pero puede que ya sea demasiado tarde. Durante los últimos 30 años, las cifras de natalidad han descendido en el país asiático casi al mismo ritmo que se disparaba su producto interior bruto. En la actualidad, sobre todo en las grandes ciudades del este de China, son muchos los que no quieren (o no pueden) tener dos niños, con o sin política del hijo único.
La nueva directriz del Partido Comunista, que se anunció junto a otras importantes reformas en la última reunión de su Comité Central, permitirá a las parejas tener dos niños siempre y cuando uno de los cónyuges sea hijo único. Al poco tiempo de conocerse la decisión, sin embargo, muchos de ellos dejaron claro que no se verían afectados por el cambio. “De verdad que no me atrevo a tener dos hijos. Se necesita tener muchísimo tiempo, dinero y energía”, explicaba un joven en Sina Weibo, el servicio de microblogs más popular del país. “¿Cuántas familias pueden permitirse tener un segundo hijo?”, se preguntaba otro internauta.
Aunque la reforma supone un cambio histórico y va a ser importante para muchas familias (que también demostraron su alegría en las redes sociales), los expertos apuntan que no provocará una explosión demográfica. “En China, el número anual de nacimientos ha estado en los últimos años en torno a los 16 millones. Incluso con las estimaciones más optimistas, que añadirían 1 o 2 millones de nacimientos, es sólo un pequeño salto”, explica a El Confidencial Cai Yong, profesor asociado de Sociología en la Universidad de Carolina del Norte.
Además de la política del hijo único, los motivos que explican el escaso interés de los chinos por tener más niños son los mismos que en los países desarrollados: el crecimiento económico, la urbanización y el mayor nivel educativo han retrasado la edad de matrimonio y reducido el tamaño de las familias. “La baja fertilidad de China y España tiene algunas similitudes, como la presión económica, la elección individual y la aceptación cultural”, dice Cai Yong.
“Los jóvenes trabajan duro, pero no pueden comprar una casa”
Junto a estos motivos, los chinos se encuentran con muchos otros problemas típicos de los países en vías de desarrollo. Los gastos médicos, la ausencia de un servicio de guarderías públicas y el coste de la educación hacen que muchas parejas no cuenten con los suficientes recursos para criar a un segundo niño. “En la actualidad, los jóvenes tienen mucha presión”, explica a este diario Yi Fuxian, autor del influyente libro Un gran país de nidos vacíos (Daguo Kongchao). “Trabajan muy duro, pero no pueden comprar una casa: ¿cómo se van a atrever a tener hijos?”.
La transformación social y económica del país ha provocado que en los últimos años cada vez más expertos apuesten por eliminar por completo la política del hijo único para conseguir un aumento de la natalidad. Aunque el número puede variar dependiendo de la fuente, la mayoría de estudios sitúa la tasa de fertilidad de las mujeres chinas en torno a 1,5 hijos de media, por debajo de los 2,1 que se necesitan para sustituir a la población. China sigue siendo el país más poblado del mundo, con 1.330 millones de habitantes, pero Naciones Unidas calcula que la India la superará en 2028.
Envejecimiento, el talón de Aquiles de China
El descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida (de 65 años en 1973 a 73,5 en 2010) han provocado el envejecimiento acelerado de la sociedad. Según el censo oficial de 2010, el 13,26% de los chinos tiene más de 60 años, una cifra que seguirá aumentando en las próximas décadas. La revista The Economist definió la actual tendencia demográfica del país como “el talón de Aquiles de China”. El gigante asiático corre el riesgo de hacerse viejo antes de haberse hecho rico, lo que podría causar problemas en el equilibrio entre las personas en edad de trabajar y los gastos en el cuidado de los mayores (todavía modestos en China, pero que deberían crecer en los próximos años).
Uno de los académicos que más firmemente ha defendido el final de la política del hijo único es Yi Fuxian, quien también considera que la última reforma se ha quedado corta y no podrá solucionar los problemas demográficos del país. “En mi opinión es un paso demasiado pequeño. A la hora de mejorar la estructura demográfica de China, esta reforma es como echar un vaso de agua sobre un carruaje de madera ardiendo”, explica utilizando un refrán chino.
Uno de los motivos que limita el nuevo cambio del Gobierno es la serie de excepciones que ya existen dentro de la actual política del hijo único. Las minorías étnicas y los matrimonios formados por dos hijos únicos ya pueden tener dos niños, al igual que las parejas que viven en el campo (siempre y cuando el primer bebé sea una niña). Además, las personas con más recursos pueden permitirse pagar la multa económica que acarrea el incumplimiento de la ley. Todas estas excepciones hacen que la nueva reforma, que todavía no se sabe cuándo comenzará a aplicarse, sólo vaya a afectar porcentualmente a unas pocas parejas… y muchas de ellas ya no desean tener más hijos.
Daniel Méndez. Pekín
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