Suena al típico sueño americano de un inmigrante: cada mes, Marco Antonio
Serna envía alrededor de US$500 a sus padres, su esposa y su hija de 16 años en
Colombia. La diferencia está en que Serna no emigró a Estados Unidos, sino a
Chile, donde trabaja en un pequeño casino a las afueras de Santiago.
"Hay una gran comunidad de colombianos aquí", dijo el ex operario de fábrica
de 43 años.
En un giro evidente en los patrones migratorios globales, millones de
trabajadores ya no dependen tanto de EE.UU. para acceder a empleos mejor
remunerados que les permiten enviar dinero a sus familias en América Latina, el
Caribe y Asia. Ahora, se mudan a economías en desarrollo, provocando un cambio
en las transferencias de dinero que se originan en países como Chile, Brasil y
Malasia.
Hace 10 años, Western Union, la mayor compañía de envíos de dinero del mundo,
generaba más de la mitad de sus ingresos en EE.UU. En 2012, esa cifra cayó a
menos de 30%. En total, la empresa transfirió US$79.000 millones en giros en
efectivo el año pasado.
La mayoría de los expertos no cree que EE.UU. pierda su posición como la
mayor fuente de remesas del mundo, pero el cambio es firme y continuo a pesar de
una reciente desaceleración en algunas economías en desarrollo.
En total, las remesas en todo el mundo superaron los US$518.000 millones en
2012, según el Banco Mundial, casi 3% más que en 2011. La institución estima que
asciendan a casi US$550.000 millones para 2013. Las transferencias, que son
cruciales para aliviar la pobreza, representan tres veces el tamaño de la ayuda
internacional al mundo en desarrollo. Para muchos países, estos envíos de dinero
proveen una fuente más estable de moneda extranjera que la inversión extranjera
directa.
Las transacciones con remesas entre países se consideran uno de los pocos
indicadores confiables de a dónde van los inmigrantes en busca de empleo, ya que
muchos entran al país de manera ilegal. "Estamos viendo países regionales de
atracción" para los emigrantes, indicó Odilón Almeida, presidente de la región
americana de Western Union. "La gente que antes consideraba 'sólo EE.UU.' ahora
prefiere trabajar en un país al que es más fácil llegar e ingresar", agregó.
Malasia, Chile y otros países siguen suministrando commodities, como caucho y
cobre, a lugares como China e India, aún cuando los gigantes de Asia se
desaceleran. Según Gordon Hanson, economista internacional de la Universidad de
California, en San Diego: "Haría falta una implosión total en China e India para
que se revierta este nuevo patrón de remesas".
Los inmigrantes también están echando raíces en algunos mercados emergentes,
explica Hanson. Por otro lado, una seguridad más férrea en la frontera
estadounidense hace que otros destinos sean más atractivos para los migrantes.
Muchos colombianos y peruanos se han trasladado a Chile para trabajar en el
sector de servicios; y a Panamá, donde ayudan a expandir el canal y el
aeropuerto, así como construir un nuevo sistema de metro en Ciudad de Panamá. En
Brasil, los bolivianos trabajan en fábricas textiles y comerciantes chinos
venden bienes por la calle a la creciente clase media. Los emigrantes de
Bangladesh, India y Vietnam se dirigen en tropel al sector de electrónicos de
Malasia.
Los países en desarrollo incluso se están convirtiendo en imanes para
trabajadores de economías desarrolladas pero alicaídas, como Portugal y España.
La crisis europea desató "una emigración de países que antes recibían
inmigrantes", señala Dilip Ratha, un economista del Banco Mundial. "Lo que
estamos viendo es el principio de una tendencia (…) que se acentuará".
Casi 44% de los inmigrantes que llegan a Chile tienen educación superior,
según el gobierno. El país está atrayendo a españoles y ecuatorianos que antes
vivían en España, además de colombianos, dominicanos y otras personas que
históricamente se concentraban en EE.UU.
Portugal se ha convertido en un receptor neto de remesas, recibiendo US$3.900
millones en 2012, frente a los US$1.200 millones que salieron ese año, según el
Banco Mundial. Los técnicos portugueses se están afincando en Angola, una ex
colonia portuguesa rica en petróleo, así como en Brasil, que padece una escasez
de mano de obra calificada.
En 2012, de las transacciones entre Brasil y Portugal que procesó Western
Union 40% eran remesas que salieron frente a 60% que entraron. Sólo cuatro años
antes, esos envíos de salida equivalían a apenas 10% del total.
El portugués Luis Miguel Cardão Gomes, de 39 años, se mudó a Brasil en 2008,
cuando comenzaba la crisis europea. Abrió una tienda de reparación de
smartphones en la ciudad de Goiânia y compró una casa. Cada mes le envía a su
hija de 9 años, Almada, 250 euros, "que hacen una gran diferencia", dice.
Las remesas intrarregionales en América Latina solían limitarse a pequeños
corredores: nicaragüenses que se ganaban la vida en Costa Rica o bolivianos en
Argentina, dice Paul Dwyer, presidente ejecutivo de Viamericas Corp., una
empresa estadounidense de transferencias de dinero a América Latina.
A través de Mercosur, los argentinos, bolivianos, paraguayos y venezolanos
pueden trabajar legalmente en los países del bloque. Aun cuando miembros
prósperos del grupo como Brasil muestran cierta debilidad, los trabajos suelen
ser mejor remunerados que en sus vecinos más pobres. Hace una década, Chile era
un receptor neto de remesas: las entradas representaban 70% de todo el dinero
que cruzaba las fronteras del país, según Western Union. El año pasado, los
giros desde Chile superaron las entradas en una relación de 60-40, para la
compañía, y en lo que va del año, la proporción se mantiene.
"Las remesas son una necesidad, no un lujo" para los que las envían y sus
familias, dijo Fabio Mello Fernández, gerente de remesas del Banco Paulista.
En cinco años, la casa de transferencias AFEX, con sede en Santiago, dice que
ha pasado de procesar casi exclusivamente remesas de chilenos que viven en
EE.UU., Canadá y España a tramitar envíos de inmigrantes en Chile hacia sus
hogares en Sudamérica, el Caribe y España.
"Hace una década casi no había inmigrantes aquí", afirma el gerente general,
Andrés Aguilar. "Nuestro negocio tuvo que adaptarse". Sus oficinas ahora abren
siete días a la semana en enclaves de inmigrantes y sus ingresos se han elevado
más de 30% anual en los últimos cinco años, calcula Aguilar.
En Brasil, las remesas que salen del país equivalen a 40% de las
transferencias de Western Union, frente a 10% en 2002, según la empresa, y el
mercado sigue creciendo. Se espera que los trabajadores, tanto de mano de obra
barata como administrativos, sigan llegando al país para laborar en los
proyectos de infraestructura programados en anticipo al Mundial de Fútbol de
2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Hace 10 años, las remesas que recibía Panamá representaban 75% del volumen
total. El año pasado, más de la mitad fueron giros que salieron del país. En
2013, las transferencias que procesó Western Union desde el país han seguido
creciendo, dice la empresa. Además de proyectos de infraestructura, los
expatriados están trabajando en multinacionales como Procter & Gamble Co.,
que antes tenía grandes operaciones regionales en Venezuela.
A pesar de los cambios globales en los flujos de dinero, países como Gran
Bretaña, Alemania y otras potencias europeas seguirán atrayendo mano de obra
extranjera, según expertos en remesas. Y EE.UU. seguirá siendo dominante ya que
los mexicanos y centroamericanos, en particular, siguen emigrando a su vecino
del norte en busca de empleo. "La magnitud de lo que otros países transfieren
nunca se acercará a EE.UU.", apunta Dwyer, de Viamericas.
Serna, el colombiano, dice que EE.UU. le negó la visa dos veces. En Chile,
señala, tiene permiso de trabajo. Ya no sueña con EE.UU., dice. "Aquí tengo
estabilidad".
Por MIRIAN JORDAN
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