Hay cariños que matan, y en este caso a la viejísima almeja "Ming" la ha matado el cariñoso interés de los científicos. Los miembros del equipo del profesor James Scourse estudiaban el desarrollo de las conchas de una muestra de Arctica islandica, un molusco de cuya longevidad extraordinaria ya se tenían indicios; pero que estuvieran abriendo la concha y con ello matando a un animal de 507 años de edad era algo que no podían imaginar.
Se abren interesantes campos de estudio
Pasada la sorpresa producida por la comprobación de la edad de Ming y el impacto periodístico del tema es momento para plantear la apertura de interesantes campos de investigación sobre las causas, alguna de las cuales podría tener repercusión en el aumento de nuestra propia esperanza de vida. ¿Cuáles son los secretos biológicos de tan extraordinaria longevidad?
Arctica islandica no es el único habitante de los fondos marinos cuya edad se remonta a cientos de años. Algunos gusanos habitantes de tubos encerrados en dichos sustratos arenosos han celebrado más de doscientos cumpleaños, y el caso de nuestra Ming no parece único en su especie. De hecho, ante las amenazas por parte de grupos radicales animalistas que está recibiendo el equipo científico, éste advierte que todo el que haya comido sopa de almejas puede haber cometido un "asesinato" semejante.
Algunas esponjas de las profundidades marinas llegan a hacernos reflexionar sobre el mito de la inmortalidad. Se reproducen por gemación, es decir, forman yemas, unas verruguitas que van creciendo hasta separarse del individuo progenitor del que así se independizan. Estas yemas se desprenden con el contador de edad a cero, absolutamente rejuvenecidas, de manera que es imposible determinar si realmente el individuo muere en algún momento.
¿Qué buscaban los científicos en Ming?
El equipo del profesor Scourse que tuvo que abrir las valvas de la conchas de Ming para completar su estudio, acabando así con su vida, no llevaba a cabo una investigación de zoología, sino de la historia de los fondos marinos en los que el molusco habitaba. En los anillos de crecimiento anuales que se van formando en las valvas de las conchas de los moluscos bivalvos pueden leerse muchas de las condiciones que soportaba el mar en el momento de segregarse estos relieves.
La tempertura del agua, la salinidad, el contenido en sales y en calcio, y en definitiva la crónica de la evolución marina durante siglos quedan escritas en las páginas de este verdadero libro que constituyen los relieves calcáreos. En su interior el nácar alisa la superficie; en el exterior las rugosidades definen el aspecto externo de la concha, que en algunos casos se adorna con prolongaciones, como espinas, surcos y verrugas.
En el medio terrestre también disponemos de una "biblioteca" con un almacén de datos comparable. Se trata de los anillos de crecimiento del tronco de los árboles. En el caso de los ejemplares centenarios, o milenarios, el grosor y el colorido de cada uno de estas señales concéntricas nos revela el clima y las disposiciones de nutrientes que soportó cada año el gigante vegetal. Un campo de investigación apasionante.
Algunos datos sobre los moluscos bivalvos
Las noticias sobre la muerte de la vetusta Ming despiertan la curiosidad de los profanos en zoología sobre las características y forma de vida de los moluscos del grupo al que pertenece.
Como todas las almejas, mejillones, vieiras, conchas de peregrino, berberechos y otros tantos moluscos muy conocidos, la almeja Arctica pretenece a la clase de los lamelibranquios o moluscos con branquias laminares, también conocidos como bivalvos, a causa de las dos piezas que forman su concha y que encajan gracias a un engranaje llamado charnela.
La superficie interior de la concha guarda muchos datos sobre las características d el animal en vida: así, los potentes músculos aductores capaces de abrir las valvas dejan una o dos impresiones, según sea una especie "monomiaria" o "dimiaria", es decir, con una o dos de estas masas musculares. Si el animal filtra el agua a traves de sifones, como la almeja, la impresión del borde de su cuerpo, que en estos animales se llama manto, dejará un entrante o seno. Si no hay sifones, como en el mejillón, el borde del manto es liso. Como vemos, hay multitud de pistas para un detective zoológico.
Los bivalvos adultos viven fijos en el sustrato rocoso o enterrados en la arena; allí filtran el agua para alimentarse de toda clase de pequeñas partículas contenidas en ella, lo cual según una primera impresión no parece la forma más sana e inofensiva de las formas de ingestión. A veces resultan contaminados por protozoos u otros pequeños organismos, lo que determina que algunas especies comestibles deban ser objeto de vedas. Recordemos las famosas "mareas rojas" que afectan a los cultivos de mejillones.
Durante el desarrollo larvario, la vida de estos moluscos es mucho más activa e interesante. Hace quinientos siete años "Ming" nadaba activamente hasta que terminó por acostarse en un fondo arenoso y segregó la incipiente concha. A partir de entonces llevó una vida filtradora casi inactiva, aunque en algunos casos se ha observado que sus congéneres son capaces de desplazarse bruscamente para tratar de evadirse de la proximidad de las estrellas de mar, uno de sus principales depredadores.
Los secretos de su longevidad
La longevidad de cualquier especie animal, con inclusión de la propia nuestra, están en función de varios condicionantes biológicos entre los que hay que situar en primer lugar a los componentes genéticos.
Son bastante recientes las investigaciones sobre la función de los telómeros de los cromosomas en el establecimiento del reloj de la duración de la vida, o lo que es igual, de la determinación del número de veces que una célula es capaz de dividirse, regenerando así tejidos envejecidos. Los telómeros son fragmentos finales de los brazos de dichos cromosomas, separados del resto por un estrechamiento. Las investigaciones futuras sobre este campo prometen ser apasionantes.
Las condiciones de vida, la alimentación y las defensas biológicas son también importantes para determinar la longevidad. En el caso de las almejas árticas las primeras impresiones apuntan hacia este último terreno, ya que la necesidad de neutralizar las toxinas e impurezas que acompañan a las partículas nutritivas en su ingestión filtradora, podrían haber estimulado a lo largo de la evolución un sistema defensivo impresionante. De momento es sólo una especulación, pero no cabe duda de que se esperan investigaciones interesantes en este sentido.
Un eficaz aparato de excreción renal y un aparato circulatorio magnífico, con sistemas de bombeo al corazón de alta potencia, pueden también influir en el éxito de la larga vida de estos moluscos. En cualquier caso "Ming" abre interesantes campos de investigación, y es posible que su espectacular fallecimiento mueva la dotación de fondos económicos capaces de llevarlos a cabo.
No cabe duda de que a nivel sentimental la muerte de la anciana almeja ártica es lamentable, pero ante la defensa de su trabajo que hace el equipo científico aludiendo a tantos venerables moluscos ancianos que hemos debido de ingerir a lo largo de nuestra vida, hay que recordar que no podemos dejar de alimentarnos y que así son las cosas de la vida, de la muerte y a lo mejor, en el futuro, de la búsqueda de la eterna juventud.
Miguel del Pino Luengo es biólogo y catedrático de Ciencias Naturales. 2013-11-24
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